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¡No, princesa..! Lady Constance es Sylvia Kristel contestó el coronel acariciándole la cadera, la actriz preciosa que hace el papel principal en El Amante de Lady Chatterley, una película que cuenta una historia de amor del siglo pasado. Conseguiré la película para que la veamos una noche.
Mi amor, termina por fin esta guerra para que me dediques todos los días de tu vida suplicaba Beatriz al fatigado coronel desnudo.
Amor, la lucha es larga. El enemigo es fuerte, pero sobran, como ves, los días para amarnos. A lo mejor hasta me toca estar más tiempo en los operativos dijo el coronel antes de voltearse y caer dormido.
La gente se agrupó en la capilla cuando el Capellán Militar se paró frente al ataúd y dibujó varias cruces grandes en el aire, mientras rociaba agua bendita sobre el féretro cubierto con la bandera nacional, ya colocado en la entrada de la cripta. Las señoras de Pereira regresaron juntas y, ante la sorpresa de todos, se sentaron a la par. A Rosita Moncada se le enredó el rosario mientras se tronaba los dedos y sudaba a mares, más por la ansiedad de las noticias de su amiga que por el calor sofocante de la tarde del funeral.
Sólo dime una cosa preguntó quedito Beatriz, cuando el capellán estaba a punto de comenzar el oficio religioso: ¿Dónde te llevó para las fiestas del Día del Soldado?
No estuvo conmigo esa semana le contestó al oído Magdalena. Y últimamente me había estado diciendo que tendría que pasar más tiempo en los operativos...
Pues conmigo tampoco estuvo en esos días... dijo Beatriz, interrumpiendo obligada la conversación cuando la gente se puso de pie para iniciar la misa.
Oremos dijo el sacerdote. Estamos aquí reunidos en ocasión de la despedida dolorosa de mi coronel Alberto Pereira, a quien el Señor ha llamado a contemplar la gloriosa luz de Su rostro. Ejemplar caballero de las armas y distinguido hombre de familia, su misión es ahora cumplir la voluntad del Todopoderoso, aunque a todos nosotros nos duela en el alma su partida repentina. La patria tiene una deuda impagable con el fiel combatiente que fue mi coronel. Hombre temeroso de Dios, tuvo que abandonar hace cinco años los campos de batalla, cuando se lesionó para siempre la columna vertebral mientras construía una barricada para defender a sus soldados de un cobarde ataque de las fuerzas antidemocráticas entrenadas en Cuba con el apoyo infame de sus socios revolucionarios. Fue así que con el dolor de su alma tuvo que aceptar el retiro anticipado, pero los altos jefes del Comando Supremo tuvieron la visión de nombrarlo asesor vitalicio, para nutrirse con la sabiduría de un auténtico héroe de la patria. Como soldado disciplinado que era, se presentaba todos los lunes, de las 9 a las 11 horas, a conocer los partes de la guerra y a compartir los elevados quilates de su valiosísima formación militar en grandes universidades extranjeras. Si vamos a ganar la guerra contra la infamia del totalitarismo, es por la sangre inmortal de hombres como el coronel Juan Alberto Pereira...
Trompetas y tambores hacían más dramática la solemne ceremonia. El capellán elevó el tono de su voz y la multitud emocionada se puso de pie hasta que el Jardín de los Héroes estalló en vítores para el coronel. Cuando se hizo de nuevo el silencio, el sacerdote continuó:
...hasta que un misil asesino derribó el helicóptero al que se había subido por primera vez en años, siguiendo su vocación de combatiente y con la valentía de haberlo hecho sin permiso de su doctor. ¡Señor, recibe en Tu gloria a mi coronel!...
En la delegación de Venezuela, una señora de bronceadas piernas largas también lloraba sin consuelo. Decía entre sollozos que nunca se imaginó que Dios pudiera haber permitido una tragedia semejante, después de haber tenido al coronel tan lleno de vida en las vacaciones del Día del Soldado. Recordaba su energía cuando navegaron horas y horas en las aguas turbulentas del Orinoco y el entusiasmo con que buscaba fotografiar caimanes en el Parque Nacional de Canaima.
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