[art_2] España: La Madrugá con Guaraná
La segunda edición de nuestra crónica no muy seria de la Semana Santa (2007)

Domingo de Ramos, 1 de Abril 2007
"¡Dios mío, qué frío! - ¿y eso que me han prometido que ésta es la ciudad más caliente de Europa?" Sabine, mi visitante de Alemania, había llegado ayer a Sevilla y ahora está a mi lado, llevando su camiseta de color amarillo y temblando de frío en una azotea de vistas lujosas en la Calle Conde de Torrejón cerca de la Alameda de Hércules.

Ante nuestras miradas la capital de Andalucía se extiende a la luz azulada de un crepúsculo lleno de expectación. Mientras que el horizonte se está poniendo lentamente de color morado, la pregunta que domina las conversaciones es: ¿sale La Amargura o no?

Es que por la tarde ha caído un chaparrón, por ello no se sabe si las dos últimas cofradías con sus valiosísimas obras de arte - La Amargura y El Amor - van a procesionar o no.

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Nuestro grupo de "místicos semanasanteros" ha crecido desde el año pasado y consiste de mi amiga sevillana Carmen y su marido Manolo, la alemana Sabine de Colonia, la francesa Antoinette que ya lleva viviendo más de diez años en Sevilla y tres peregrinos de Madrid (Cayetana, Amparo, Vicente (todos los nombres cambiados por la redacción) y de mi persona. Para el martes dos colegas míos de Colonia ya han anunciado su visita y Amparo ya me ha dicho que para la Madrugá esperamos a dos alumnos quinceañeros de Madrid, los que han prometido de traernos una nueva limonada estimulante con la esencia de Guaraná - "para que ni nos durmamos ni quedemos congelados." Es que realmente hace mucho frío, y como no vamos muy abrigados, sólo nos entra calorcito al tomarnos mucho café y el delicioso vino dulce ofrecido por nuestros anfitriones.

Pero ha valido la pena esperar aquí en la azotea. Allá abajo en la calle está llegando la doble fila de los Nazarenos de túnicas y antifaces blancos de la Hermandad de La Amargura. Avanzan con las velas ya encendidas, como han salido con algo de retraso ya es casi de noche. Desde aquí arriba contemplados, no se sienten escalofríos como al verlos de cerca, parecen más bien como los diminutos Nazarenos de azúcar que hemos visto en los escapárates de las confiterías sevillanas. La persepctiva es magnifica, como si estuviéramos volando por encima del profundo barranco de esa calle. Lamentablemente, con respecto a las ambiciones fotográficas ése es un mal momento, porque con la escasa luz del crepúsculo, con la distancia y sin un trípode, el resultado decepcionante de todos mis esfuerzos de tomar fotos es "arte abstracto" en la mayoría de los casos. Puede resultar interesante o gracioso cuando las llamas de las velas se convierten en serpientes luminosas que se mueven entre filas de Nazarenos borrosos, pero todo eso queda lejos de la intención de fotógrafo.

Pero quizás "este momento es demasiado bello para tratar de eternizarlo", como lo expresa Sabine a mi lado, llevada por un arrebato de profundidades filosóficas.

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"A la una y media de la noche estamos en la Cale Cunaviendo la Cafradía El Amor." De repente se compone delante nuestras miradas un bonito juego de palabras. La doble fila de los Penitentes se ha parado por momentos y en cada una de las cruces de color negra que llevan está el nombre de la hermandad: Amor. En la fila del lado opuesto la "r" de Amor está tapada por la sombra de la cruz más cercana, así que podemos leer: "Amo Amor" - ¿podría haber un lema más adecuado para la Semana Santa?

Las estadísticas de este Domingo de Ramos, publicadas por el "Diario de Sevilla", resultan menos románticas:

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Lipasam recogió 75 toneladas de basura, actuaron unos 2200 policías para garantizar la seguridad, hubo 6 casos de desmayos y un ataque de nervios de un caballero de 85 en el momento cuando vió por vez primera las monstruosas setas en Plaza de la Encarnación.

Lunes Santo, 2. de Abril de 2007
Estamos al otro lado del Guadalquivir, en la calle San Jacinto de Triana, esperando el Paso del Cristo de San Gonzalo. La popularidad de su joven cofradía, fundada en 1942, no tiene límites - ya tiene 2.000 Nazarenos - y el impresionante Cristo de Ortega Bru tiene mucha devoción que no se limita a su barrio. Para lograr la igualdad de derechos entre Vírgenes y Cristos, mi amiga Carmencita, siempre tan atrevida ella, siendo una de las más fervorosas admiradoras de esa escultura, propone la fundación de una peña para el Cristo de San Gonzalo. Sus admiradoras - según el modelo de los gritos de "Macareeena - Guapa!" - formarían un "coro" que acompañaría la procesión gritando "San Gonzalo - ¡Guapo!" No me asombraría si realizara ese "proyecto" en el próximo año...

Entretanto, Cayetana parece interesarse más por uno de los portadores de los ciriales, guapísimo y de ojos verdes. Y además, no es de madera de cedro como el Cristo, sino de carne y hueso y muy vivo.

Como si quisiéramos dar el primer paso de realizar el proyecto de Carmen, acompañamos el Paso (naturalmente sin gritar) hasta la Capilla de la Estrella donde los Costaleros de San Gonzalo demuestran una vez más que merecen su fama de pertenecer a los mejores de Sevilla.

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Sin pausa, sin parar el Paso durante dos marchas y un solo de trompeta lo mueven con arte al ritmo de la música, casi entrándolo en la Capilla abierta. Una ola de aplausos los acompaña luego en su camino hacia la orilla del Guadalquivir. El soberbio Paso del Cristo del Barrio León empieza su marcha triunfal por el puente antiguo. "San Gonzalo - ¡Guapo!" - grita la Carmencita cuando se aleja.

Martes Santo, 3. de Abril de 2007
Nos encontramos en el Patio más bello de Sevilla en la Casa de Pilatos (es que los martes por la tarde es gratis) y ha empezado a llover a mares. Nos miramos con cierta desesperación, porque no se trata exactamente de un sirimiri, sino de un diluvio que ya está inundando el Patio y el jardín, y parece que este día se va a perder del todo para la Semana Santa. Para consolarnos, decidimos de tomar tapitas en el Bar Estrella.

Al abandonar el Palacio, vemos un grupo de Costaleros de la Hermandad de San Esteban esperando junto al portal y toda una familia vestida de Nazarenos de celeste y blanco.

Sobre las 4 de la tarde, ha parado de llover y Vicente, siempre escuchando las noticias semanasanteras de la emisora Cadena Ser, muestra una sonrisa ancha y contenta al anunciar: "¡San Esteban ha salido!"

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Como los Javieres no salen, vamos directamente a la Calle Cuna para ver allí la procesión de los "Celestes" que valientemente desafían el tiempo. Al caer la noche nos encontramos en la parte más estrecha de la Calle Cardenal Spínola para esperar la procesión del Dulce Nombre. Ya llega la Cruz de Guía plateada y los Nazarenos de blanco están invadiendo la calleja.

Cuando se acerca el Paso de Misterio, nos tenemos que apretar contra la pared, porque el Paso cabe muy justo por aquí. Tan justo que uno de los angelitos de la canastilla toca levemente la frente de Vicente. Le traerá suerte. Pero no hay suerte con el tiempo: Antoinette acaba de decirme que le han caído cuatro gotas de lluvia, cuando pronto empieza a llover de verdad. Pero la procesión de la brava Cofradía del Dulce Nombre sigue de momento su camino.

De repente, un pequeño Nazareno me ofrece una estampa de la Virgen del Dulce Nombre y a la Antoinette le da un caramelo. Sabine está tan maravillada, que el Nazarenito empieza a repartir toda una docena de estampas en nuestro grupo. Probablemente, ya sabía que no conseguirían llegar hasta la Catedral, y que esa estación de penitencia llegaría a un final abrupto y demasiado temprano, por ello ya reparte todo su "material".

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Las siguientes escenas son memorables. Debido a la intensidad de la lluvia, el Paso del Misterio entra en el Convento de Santa Rosalía con el Cristo llevando una gabardina verde. Algunos espectadores intentan abrir sus paraguas, pero apenas es posible, porque la calleja es tan estrecha por aquí que los paraguas golpean contra los capirotes de los Nazarenos que siguen avanzando, entre ellos hay muchos niños acompañados por sus madres. El público, también mojándose, sabe valorar la postura de los Nazarenos y empieza a aplaudir. Como una corriente, los aplausos van por la calle. Pero parece que no puede ser, empiezan a retirarse los nazarenos. Cuando deja de llover unos 5 o 10 minutos más tarde, todos vueleven a su sitio y la cofradía más brava se reorganiza.

De repente, uno de los niños del grupo de monaguillos (los que llevan pequeñas canastas) empieza a correr por las filas de Nazarenos y espectadores, enseñando su canasta vacía y gritando alegremente: "¡Ya no tenemos caramelos, ya no tenemos caramelos!"

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Pero como la lluvia caprichosa vuelve ahora, y no hay remedio ya, la decisión dolorosa que hay que tomar es terminar esa estación de penitencia ahora mismo y salvar las imágenes. El Misterio entra de nuevo en el Convento - ¿Y el Palio de la Virgen? Ya esta cerca, sólo a unos treinta metros, ya podemos ver su rostro bellísimo.

Su Palio se mueve, pero ya no avanza - ¡da marcha atrás! Los Costaleros vuelven con la Virgen a la Iglesia de San Lorenzo.

Miércoles Santo, 4. de Abril de 2007
A las 6 de la tarde estamos en la Plaza de San Martín delante de la Iglesia del mismo nombre y debajo de un cielo una vez más muy nuboso y gris. Hay un gentío considerable en la plaza, todos los balcones y azoteas están repletos de espectadores esperando la salida de la Hermandad de La Lanzada, pero el portal de San Martín no quiere abrirse y la salida se retrasa: 10 minutos, 15 minutos, ¿no saldrán al final? Pero en este momento, gracias a Dios, se abre el portal y empiezan a salir los Nazarenos de túnicas de color crema y antifaces rojos de la Cofradía La Lanzada.

Exactamente en aquel instante cuando el inmenso Paso dorado (que muestra la escena de un romano a caballo que le clava una lanza a Cristo muerto) sale del templo, también sale el Sol por los nubarrones. Toda la canastilla dorada brilla con un esplendor increíble, parece un detalle creado para completar el escenario. El público queda impresionado por esa dirección de luces y sombras.

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Jueves Santo, 5 de Abril de 2007
Son las 4 de la tarde y estamos comiendo una temprana "Última Cena", un delicioso Bacalao al horno, preparado por Manolo y aromatizado con gelatina de azahar comprada de las monjas de Santa Paula, cuando Amparo de repente pronuncia las palabras más temidas : "Está lloviendo!" Lo dice con una mirada tan seria que no deja lugar a dudas. Todos dejamos caer los cubiertos y saltamos de las sillas para llegar a la ventana. Está lloviendo. Como el martes, no sólo un poco, sino de verdad. Y el cielo está cubierto y de un gris cada vez más oscuro, no se puede descubrir ni un cachito de azul de esperanza. Cadena Ser anuncia 100% de probabilidad de lluvia para el resto del día - así que ninguna cofradía saldrá a la calle. Decidimos salir nosotros para contemplar los Pasos dentro de sus Iglesias, aunque sea triste el aspecto de un Paso que no se mueve.

Pero de repente hay esperanza: poco antes de la puesta del sol cesa de llover e incluso descubrimos azul entre las nubes grises. Y anuncian la buena noticia: ¡la Quinta Angustia sale! Precisamente la Hermandad de la alta nobleza con todo su patrimonio artístico y su Paso tan valioso se atreve valientemente a asumir los riesgos de salir al escenario dominado por un tiempo caprichoso y caótico que parece a burlarse de cualquier pronóstico. Solemnemente, sus Nazarenos vestidos de morado desfilan por la noche fría, pero ya sin lluvia. Y como cada año estamos viendo el Misterio más impresionante de Sevilla con Cristo de Pedro Roldán descendido de la cruz en la Plaza de Molviedro.

Como siempre, un momento mágico: niebla de incienso, salmos en latín, y las nubes que se van, dejando aparecer por primera vez la luna todavía casi llena que ilumina la escultura torcida del Salvador que está colgando entre cielo y tierra.

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Cuando el Paso de la Quinta Angustia se desvanece entrando en la Calle Zaragoza, Vicente nos presenta los recién llegados hermanos Juan y Jorge, los que me entregan la prometida botella de "Guarana Red Force", y el matrimonio de Madrid (José y Marisa). "Bueno, es que ya somos muchos....", comento con inseguridad. "¡Doce!" declara Amparo, añadiendo con orgullo - "Como los doce Apóstoles...pero no nos dormiremos como aquellos en el Jardín de Getsemaní", declara solemnemente, "sino acompañamos a Jesús hasta el final - por muy frío que haga..."

La Madrugá, 6 de Abril de 2007
Es el mismo comienzo complicado como cada año. Después de la medianoche hay que conquistar un sitio para ver el "Jesús del Gran Poder", el Cristo más famoso de Sevilla, lo más próximo posible a su templo. En la calle que lleva su nombre las filas de espectadores ya parecen cerradas y con postura de defensa. Y eso que todavía falta más de una hora para que llegue hasta aquí el Cristo. Y me preocupa un detalle que en mis 20 años de experiencia de Semana Santa nunca he notado tanto : hace frío de verdad, frío de invierno alemán. Y con ese frío, estar una hora esperando sin apenas moverse no es la más bonita de las expectativas, ¿pero que vamos a hacer? Al menos descubrimos un hueco en la Calle Jesús del Gran Poder para colocar nuestras sillas. Una interminable doble fila de Nazarenos de negro riguroso ya empieza a desfilar, mientras que observamos el público en los balcones que se protege con mantas del frío. De repente Cayetana descubre el primer flash al final de la calle, pronto se ve toda una serie de flashes - en una procesión de silencio la única señal segura de que el Paso está llegando.

Un minuto más tarde se para a nuestro lado - el Señor de Sevilla, llevando su túnica morada. Toda la calle parece un barranco de silencio profundo cuando el Jesús del Gran Poder, ese rebelde divino de rostro orgulloso y tenebroso, está pasando. Rápidamente se aleja, hacia Gólgota, y no lleva su cruz, sino la arrastra casi con ira consigo. Miles le siguen con sus miradas devotas.

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Entretanto ya son las dos y media de la noche y hemos llegado a la Plaza del Salvador. También con la próxima procesión habrá que guardar silencio, porque para la hermandad más antigua de Sevilla, fundada ya en el año 1340 - El Silencio - el nombre es programa. Pero antes tenemos que calentarnos urgentemente, las temperaturas han bajado aún más (harán unos 5 grados) y tenemos los pies helados. Cuando finalmente encontramos un bar abierto (¿por qué hay tantos bares cerrados esta Madrugá??), es tan lleno que nos cuesta algo entrar y encontrar sitio. Dentro el ambiente está muy animado, parece más de caseta de la Feria que Semana Santa, y nos saludan con unas canciones poco sagradas y bastante mal interpretadas - ¡y por encima en inglés! Es un grupo de hinchas del Tottenham Hotspur, emborrachándose para olvidar la derrota de 2:3 sufrida en el estadio del FC Sevilla, y cantando (bueno, más bien gritando): "¡Football is coming home!" Los demás huéspedes reaccionan con serena paciencia, de vez en cuando alguno pide más silencio, también se puede observar escenas de hermanamiento entre ingleses y sevillanos. Uno de los sevillanos invita a los ingleses a una ronda de oloroso, y un jerez después de veinte o treinta cervezas puede tener efectos desastrosos.

Rodeados de tanto jaleo, casi olvidamos de tomarnos el "Cardenal Mendoza" en nuestras copas para calentarnos y hemos olvidado - ¡El Silencio!

Yo salgo corriendo, volviendo a esa noche helada y ya veo como unas sombras de aspecto siniestro que llevan cruces están desfilando por la plaza.

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Todo mi grupo me sigue sin preguntar e incondicionalmente - así me gusta - en el intento de conquistar, ya que llegamos tarde, el mejor sitio posible. Queríamos meternos en la estrecha Calle Cuna como el año pasado, pero hay que olvidarlo, la doble fila de Nazarenos del Silencio ya ha entrado en esa calle, ocupándola por completo. Así que nos quedamos en la misma Plaza del Salvador, incluso conseguimos sitio en la primera fila para la mitad de nosotros, la otra mitad se coloca detrás.

Unos momentos después, ya hay una nube de incienso que nos ciega la vista, sólo vemos borrosos los contornos del Paso del Cristo del Silencio - una sombra dorada y vaga en la niebla de incienso. Tenemos suerte, el Capataz decide parar el Paso delante nuestra.

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Cuando se despeja la niebla, nos miran dos angelitos graciosísimos desde la canastilla dorada del Paso, moviéndose hacia arriba, porque ya lo levantan de nuevo para entrar en la Calle Cuna.

Marisa también está soñando con los angelitos (aunque quizás con otros), ya que está durmiendo sentada en su sillita, con la cabeza caída hacia adelante y a punto de caerse. La despertamos con cariño y le da un poco de vergüenza haberse dormido con el Paso del Silencio, sin haberlo visto. Para defenderse nos dice - y con razón: "Es que las temperaturas no son para ver cofradías de silencio, al final nos vamos a congelar todos, ahora necesito algo más de vida y movimiento."



"Si, mi alma, por eso vamos a ver la Macarena - con sus tambores y trompetas y toda una legión de romanos." Cuando nos colocamos en la Calle Chapineros, Amparo comenta: "Bueno, ahora eres uno de siete."

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Al principio, no entiendo a qué se refiere, pero luego me acuerdo de que ayer el "Diario de Sevilla" había publicado estadísticas sobre el número de extranjeros en las cofradías sevillanas y resulta que en la Macarena actualmente hay siete alemanes, y yo soy uno de esos siete.

En recompensa de nuestra penitencia de aguantar tanto frío, el Paso del Cristo de la Sentencia, quien parace un príncipe moro, también se para delante nuestra. Podemos observar incluso el relevo de Costaleros.

Con el frío tremendo que está haciendo la mayoría de nosotros prefiere buscar la Virgen en vez de esperar otra hora aquí sin apenas moverse.

Pero antes es el momento de probar finalmente el elixir milagroso de "Guaraná Red Force" para recobrar fuerzas y todos somos curiosos por probarlo. Antoinette comenta que sabe como pastillas de goma pero en líquido y Cayetana reprime la risa, diciendo que empieza a sentir algo como "cosquillas", sin poder definirlo más detalladamente.

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Despertados por la limonada de Guaraná avanzamos cautelosamente y con el mayor respeto posible entre las filas de Nazarenos y espectadores hacia la Catedral. ¡Conseguido! Hemos llegado a Argote de Molina y aquí sí hay como gentío, así que el frío se nota menos. Sólo tememos que hay que esperar mucho tiempo, así que casi no podemos creer la suerte que tenemos al escuchar ya claramente tambores y trompetas desde la Catedral. Poco después, desde la desembocadura de la calleja Argote de Molina ya vemos los flashes. Y en el momento siguiente, los más altos en el público pueden ver los puntos luminosos de la pirámide de velas que alumbra el Paso de Palio de la Macarena. Ahora no hay control ya, todos intentan de avanzar más adelante, es que la Macarena siempre hay que verla en primera fila. Su Palio sube la inclinada calle Argote de Molina con asombrosa rapidez y elegantemente llevada al ritmo de la música, ya se puede reconocer su rostro moreno e incomparable de diosa oriental detrás de las velas, su corona y su manto de verde y oro, su Paso lleva por delante un río de cuerpos humanos y detrás sigue el coro extraño de admiradoras que repiten tantas veces con las voces ya roncas su grito de devoción:.

"¡Macareeeena - Guapa!" Naturalmente, ya he conseguido estar en primera fila para tocar los varales de su Palio

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Cuando el Paso entra en la Calle Placentines, los espectadores en los balcones se inlinan para tocar el Palio desde arriba, esperando que ese "toque sagrado" les traiga suerte. Muchos sevillanos, sobre todo si están lejos de su tierra, darían todo por el encuentro de Madrugá con la Macarena, antes de romper el alba o a la primera luz del día. Cuando ya ha desaparecido su Paso, muchos en la muchedumbre se abrazan - embargados por una avalancha de emociones, muchos con los ojos húmedos de diversas intensidades, desde una lágrima en la mirada hasta llorar desenfrenadamente. Puede que no sea nada racional todo eso, pero es simplemente grandioso.

Ahora ya son las 6 de la mañana, esta amaneciendo y el frío llega a su récord (más tarde nos dicen que en el momento más frío el termómetro ha marcado 0 grados).

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Hemos llegado a la Calle Adriano, donde queremos ver la Esperanza de Triana delante de la Capilla del Baratillo como el año pasado. Pero antes hay que tomar urgentemente un café.

Y aparte del inmenso cansancio y de la necesidad de tomar algo caliente, Antoinette y yo sentimos cada vez más urgentemente otra necesidad humana cuya intensidad ya resulta dramática. Finalmente encontramos un bar abierto y la cola - temidamente larga - para entrar en los servicios. Cuando Antoinette finalmente podría entrar, se adelanta de repente otro ser humano masculino (!), entrando como un relámpago en el servicio de las Damas y susurrando antes las palabras desesperadas: "Niña, por el amor de Dios..." Ha sido un Costalero de Triana, quien después de unos 5 minutos abre la puerta con una sonrisa ancha y muy aliviada, abraza a la Antoinette, dándole las gracias y prometiendo que vaya a encender una vela delante de la Esperanza de Triana para traer suerte a ella. Y además le dice guapa a Antoinette, preguntando si estaría de acuerdo quedar con él para un día de estos. Antoinette entra en el servicio sin decir nada, porque ya no puede más, pero desde dentro responde gritando: "Quizás, pero primero tienes que descansar..." Cuando sale, compramos doce cafés en vasos de plástico, llevando seis cada uno y volvemos lo más rápidamente posible, porque los Nazarenos del Cristo ya están pasando.

Y ella comenta: "¡Qué atrevido ese costalero! Pero bueno, no pasa nada, los costaleros siempre deben tener preferencia, porque al final, sin ellos no tendría lugar todo ese magnífico espectáculo..."

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Y el espectáculo sigue: cuando la escena del bello Cristo de las Tres Caídas ya está en el Puente de Triana, el Sol ya ha salido y la Esperanza de Triana, junto a la Macarena la más popular Virgen de Sevilla, llega al Baratillo. En medio de una multitud entusiasmada, los costaleros valientes la hacen bailar según los sonidos fascinantes del "Salve Trianera", dando una vuelta entera.

Cuando la Reina de Triana se aleja caminando hacia la orilla, se repiten las escenas de éxtasis colectivo: muchos de los espectadores, en su mayoría muy jóvenes, se abrazan llorando de emoción y alegría, por muy cansados que sean.

No hay palabras que puedan expresar adecuadamente ese sentimiento, y sólo se podrá creerlo después de haberlo visto.

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Después de ese broche de oro podemos resumir que esta Madrugá no sólo ha sido la más fría de todas, sino también la más magnífica de todas que hasta ahora hemos vivido.

Viernes Santo Noche, 6 de Abril de 2007
"Vamos a hacer una petición de que construyan una Capilla en la Iglesia de la Magdalena para el Cachorro - para que llegue a la Catedral de una vez", propone Manolo que acaba de levantarse a las siete de la tarde, todavía cansado debido a la Madrugá. Hace unos minutos dijeron por la radio que el Cristo de la Expiración (popularmente llamado "Cachorro") se va a refugiar en la Iglesia de la Magdalena, como tantas veces últimamente. Son ya cuatro años que el Crucificado más famoso de la Semana Santa sevillana no llega a entrar en la Carrera Oficial a causa de las inclemencias del tiempo. Y desde la Magdalena, podría conseguirlo mucho más rápidamente...

Como en el año anterior, la Noche del Viernes Santo es un desastre, porque de las siete cofradías, sólo dos llegan a hacer su estación de penitencia por completo: Montserrat y La Mortaja. No me acuerdo cómo hemos conseguido levantarnos, pero cuando estamos esperando La Mortaja en la Calle Doña María Coronel, la Carmencita comenta: "Es que nunca he visto esta calle tan vacía cuando pasa La Mortaja."

Cuando aparece el majestuoso Paso con la bella Piedad roldanesca en medio de una nube de incienso, hay dos turistas que quisieran compartir su emoción con nosotros. Totalmente entusiasmados, dos jóvenes irlandeses de Dublin, sin saber cómo expresar su admiración, nos preguntan de repente: "Sorry, what means beautiful in Spanish?" (Perdonen, qué significa beautiful en español?)

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Antes de que yo pudiera decir algo, responde Amparo: "Es una maravilla" . Y como si fuera una profesora de niños, les enseña la pronunciación, repitiendo lentamente: "Es u-na Ma-ra-vi-ya!"

Martes, 10 de Abril de 2007
Estoy en el aeropuerto delante del control de seguridad y junto a las llaves saco dos cositas de mi bolsillo: un caramelo con olor a incienso que me había dado el pequeño Nazareno en la noche del Martes Santo y una estampa de la Virgen del Dulce Nombre que siempre me traerá el recuerdo de la Semana Santa 2007, la más fría de todas que he vivido...

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Texto + Fotos: Berthold Volberg

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