[art_2] España: Miercoles Santo en Sevilla


1. Llanto por un Costalero
A las cinco de la tarde
Eran las cinco en punto de la tarde
Treinta hombres trajeron por la Alfalfa
A su Cristo de San Bernardo
A las cinco de la tarde
A uno de ellos, José Portal Navarro
Se le paró el corazón al levantar

El Paso a las cinco de la tarde
En su pecho una rosa de escarcha
Que enfríe a las cinco de la tarde....
(versos según el modelo de García Lorca: "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías")

Muchos pasarán por la Plaza de la Alfalfa en Sevilla sin mirar apenas el azulejo que aparece arriba en la foto. Y si un visitante se detiene para leer la dedicatoria, en la mayoría de los casos no sabrá a que se refiere su texto. En el lugar indicado, hace ya 19 años, el Miércoles Santo de 1986, José Portal Navarro, uno de los 29 Costaleros que llevaron la carga sagrada del Paso del Cristo de San Bernardo, sufrió un ataque cardíaco. En Sevilla, los costaleros están escondidos detrás de telones de terciopelo para que el público tenga la ilusión de que el Paso vaya por sí solo. Estaba él con sus compañeros en la oscuridad debajo del Paso, cuando le alcanzó el cruel destino y comenzó su agonía. Cuando le sacaron por debajo del Paso, ya estaba señalado por la muerte, y aunque lo llevaron lo más rápidamente posible a un hospital, ya murió antes de llegar allí. Quien conoce la estrechez de las calles del casco antiguo de Sevilla y las multitudes de espectadores que rodean cada procesión durante la Semana Santa, podrá imaginarse lo difícil que es para una ambulancia abrirse paso. El azulejo conmemorativo está dedicado a la memoria de la trágica muerte de ese héroe de San Bernardo quien murió por amor a Cristo, su Salvador, mientras lo llevaba en sus hombros...

23. Marzo de 2005, a las 15.00 horas en la Calle Gallinato. No vamos a esperar la procesión de San Bernardo aquí en la Plaza de la Alfalfa, sino preferimos acercarnos a su Iglesia. Es recomendable ver esa cofradía en el corazón de su barrio, porque es allí donde alcanza su máximo esplendor y donde el entusiasmo de la gente llega a desbordarse casi en un místico éxtasis colectivo. Llegamos justo a tiempo. Una brisa primaveral trae por el aire azulado los sonidos de un solo de trompeta - una melodía melancólica. En este momento, ya vemos un fulgor dorado al final de la calleja.

Allí ya está el Paso con el Crucificado doblando la esquina. Sale de la sombra, toda la canastilla queda iluminada por el sol y el brillo del dorado es tan deslumbrante que casi hay que apartar la mirada. Al mismo instante, como para subrayar ese efecto, toda la banda de cornetas entona una charanga dramática.

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Ahora incluso los últimos en el barrio saben que ya es tiempo de abrir las ventanas o salir al balcón para contemplar ese espectáculo sagrado. El Paso se acerca, moviéndose al ritmo de la marcha. Es casi de la misma anchura que la calleja y da la impresión como si empujara la multitud de espectadores hacia adelante. Finalmente, el capataz lo hace parar. Como hipnotizados, todos en la calle miran hacia arriba a la cruz donde está colgando el Cristo de la Salud- así su nombre oficial. Se trata de una obra maestra del escultor barroco Andrés Cansino, creada en el año 1669, una estatua de belleza clásica y gallardía. Los brazos abiertos del muerto Salvador delante la infinidad de la bóveda celeste componen una imagen patética. De un lado, el realismo de este cadáver de madera con todos sus detalles de anatomía presenta drásticamente la mortalidad humana, al otro lado esa escultura tiene un innegable carisma divino, forma parte de un misterio no descifrable por la razón. Impone un silencio tremendo en toda la calle, el vocerío se convierte en susurro, y cuando mi mirada va del Cristo al público, veo a muchos de los contempladores inertes y con las miradas ensimismadas, hundidos en la meditación. Parece como si para los espectadores, esa escultura de madera no sólo fuera un símbolo de lo Numinoso, sino verdaderamente Cristo el Salvador. Algunos teólogos definirían ese comportamiento como "superstición" o "concretismo de salvación", pero tales conceptos fríos no pueden captar ni explicar la magia de este momento. Ante esa fuerza sugestiva de la imaginería barroca, cada palabra queda muda y sin brillo...

Con una levantá enérgica, los costaleros despiertan ahora a los meditadores, los altos candelabros vibran como si se rompieran con el próximo movimiento, pero el Paso sigue su camino por el mar de devoción del pueblo. Al ritmo de tambores, la canastilla parece flotar por la muchedumbre.

Las miradas de todo el barrio acompañan el Paso. Hoy es el día más importante del año para San Bernardo, el único barrio histórico de Sevillas que queda "Extramuros". La cofradía del barrio, fundado en el año1748, tiene hoy más de 4.000 hermanos y la mitad de ellos participa como Nazarenos en la procesión que junto con la de la Estrella es la tercera más grande de Sevilla. Casi cada familia del barrio tiene al menos un hermano en San Bernardo y la hermandad y su procesión se han convertido en un símbolo de identidad para este distrito de Sevilla, tan descuidado y olvidado durante las décadas de los sesenta y setenta del Siglo pasado. El barrio de San Bernardo fue - más que otras partes más "turísticas" de la ciudad - víctima de la especulación y de la destrucción de gran parte de su arquitectura histórica, reemplazada por bloques de hormigón sin alma. Después de la transformación dudosa, muchos tuvieron que abandonar su barrio, porque no podían pagar los alquileres elevados en las nuevas construcciones. Pero cada Miércoles Santo, todos vuelven a su barrio y muchos se ponen con orgullo la suntuosa túnica morada y capas y capirotes negros para transformarse en Nazarenos y acompañar a su Cristo de la Salud y su Virgen del Refugio a la catedral. La Virgen que lleva ese nombre prometedor concluye con su Paso de Palio la larga procesión y ahora está a punto de pasar. La calleja Gallinato se convierte en un ojo de la aguja: unos guardias tienen que empujar hacia adelante al río de espectadores que han invadido la estrecha calle, para abrir paso. Una bulla impresionante acompaña a esa Virgen - una de las más bellas de Sevilla. Muchos intentan tocar los varales plateados de su Palio de color granate, esperando que ese toque les traiga suerte. De esa manera, la Virgen del Refugio, mecida por la devoción fervorosa de su pueblo, como una Diosa de la Belleza de la Antigüedad, procede su marcha triunfal hacia la catedral...

A las17.00 horas en la Calle Santiago. Una doble fila de Nazarenos de túnicas negras y capas blancas está desfilando por la calle cerca de la ronda histórica. No parece tener fin. La procesión de la Hermandad de La Sed, fundada recientemente en el año1969, tiene que superar distancias casi increíbles en su camino larguísimo. Su Iglesia de la Consolación, un templo neorenacentista, está situada en el barrio nuevo de Nervión. Realmente admirable es el entusiasmo de los participantes que están en la calle durante15 horas: salida a las 12.00 de mediodía, entrada a las 3.00 de la madrugada. No sólo la larga duración (la segunda más larga de las procesiones de Sevilla), constituye un problema, sino también los cambios de temperatura: por la tarde puede hacer más de 30° grados, mientras que poco antes de la entrada, de noche puede bajar a unos 10° grados en algún y otro año. Ahora está pasando el Paso del Cristo de la Sed con la canastilla muy reciente, tallada en 1990, mientras que la escultura del Crucificado es una obra de Luis Álvarez Duarte (1970). Su nombre extraño se refiere al hecho de que se trata de un Cristo que tiene la boca abierta, dirigiéndose a los espectadores. Contrariamente al Cristo de San Bernardo, un crucificado muerto, este Cristo aún vivo y expresivo en su dolor de agonía, está dialogando con el público. Aunque no se sabe qué exactamente nos quiere decir ese Cristo que habla, la Hermandad ha decidido que pronuncia la quinta de las siete palabras de Jesús en la cruz: "Tengo Sed".

2. La Tercera Palabra de Cristo
A las 21.00 horas en la Calle San Vicente. Al entrar la noche, nos apoyamos en una pared en el barrio aristocrático de San Vicente donde se encienden los antiguos faroles de las casas y palacios para alumbrar con su luz amarillenta las calles y callejas. Se convertirá ahora este barrio en un digno escenario de la procesión solemne de la Hermandad de "Las Siete Palabras", fundada ya en el Siglo XVI. De repente, ya se acercan los primeros Nazarenos vestidos de túnicas y antifaces blancos y escapularios de rojo carmesí - a la primera vista parecen fantasmas de la noche - desfilando en silencio.

Y al final de la oscura calle aparece, también en silencio, sin acompañamiento musical, el Paso plateado del Cristo de la Divina Misericordia. A la luz de los faroles, su cruz proyecta una inmensa sombra en las paredes de las casas. El Jesús Nazareno que lleva la cruz a cuestas, vestido de una túnica morada, es una obra del escultor barroco Felipe de Ribas, (1641), un discípulo del gran Martínez Montañés, y con su postura inclinada y otros detalles es un buen ejemplo del naturalismo del Barroco Sevillano. Lamentablemente, este Paso no lo paran cerca y pasa muy rápidamente, así que sólo queda una impresión fugaz.

Pero esta cofradía es la única del Miércoles Santo que incluso lleva tres Pasos. El próximo ya está doblando la esquina: representa una escena muy especial de la Pasión de Cristo y lleva el nombre místico "Siete Palabras". El Cristo crucificado dirige a su Madre Maria y a su discípulo más querido su tercera palabra pronunciada en la cruz: "Mujer, he ahí tu hijo.... He ahí tu Madre..." Con esa palabras divinas, Jesús pide a Maria y San Juan que queden juntos después de su muerte, como si fueran Madre e Hijo.

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Después de que hayan pasado unos cien Nazarenos más, viene el tercer Paso: und Dolorosa con el nombre Virgen de la Cabeza que va debajo de un palio de plata maciza. Mi compañera alemana hace el comentario espontáneo: "Esta Virgen tiene la cara un poquito rara." Bueno, la causa por qué esa Virgen parecerá un poco fuera de lo común a algunos espectadores es que - según me contaron - fue creada como un ángel en el Siglo XIX, y luego, a mediados del Siglo XX fue remodelado por el escultor Manuel Escamilla para ser la Madre Dolorosa de la Hermandad. La más bella no es, pero recibe la devoción del pueblo como tantas otras Dolorosas sevillanas.

3. La Cruz en las Nieblas del Incienso
A las 22.00 horas en la calleja estrecha que lleva el nombre extraño "Cuna". En los dos lados de la calleja está esperando filas de espectadores bien apretados a la pared - no hay más sitio, porque ya se está acercando la procesión. Aparecen Nazarenos con túnicas de color marrón que son similares a los hábitos de franciscanos, llevando su cruz de guía. La cofradía del "Cristo del Buen Fin" , fundada ya en el año 1593 por el gremio de curtidores, siempre estaba muy ligada a la Orden de los franciscanos y tiene su sede en la Iglesia conventual de San Antonio de Padua. Los Nazarenos del Buen Fin avanzan de manera muy disciplinada , siempre andando en parejas y casi cruzando sus cirios. Presentan esos oscuros mensajeros de la eternidad una visión lúgubre que se acerca y se adueña rápidamente de toda la calle. Empiezan a sonar trompetas y tambores - y al final del callejón de las tinieblas aparece el Paso, iluminando la noche con su brillo del oro y sus altísimos candelabros . En seguida, dentro de un par de segundos, se llenan los balcones de espectadores, se abren las ventanas y se asoma el público en todas las plantas de las casas, cesan las conversaciones y padres levantan sus niños en brazos para que puedan ver mejor el Paso que ya está llegando. En una colina de claveles rojos sangre se eleva la cruz con el Cristo crucificado del Buen Fin, una escultura impresionante del maestro Sebastián Rodríguez de 1645. Densas nubes de incienso rodean el Paso que avanza lentamente, acompañado por una marcha patética. Lo paran directamente a nuestro lado - tan cerca que algunos de los Costaleros nos tienen que pisar. Un aguador se acerca para ofrecer agua a los costaleros que se asoman con las caras llenas de sudor por el esfuerzo.

Dirigimos la mirada hacia arriba donde el Crucificado parece inclinarse para consolar a los que lo contemplan. Cesaron las conversaciones, un hondo silencio rodea la cruz. También el público en los balcones está meditando en silencio al mirar la escena, y sin apenas moverse. Sólo un chiquillo, llevado en brazos por su padre, intenta tocar la cruz, pero no llega. En este momento, suena el tercer golpe del llamador y se levanta el Paso, perdiéndose en una niebla de incienso. Oscuras nubes cubren la luna llena.

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4. Romper una lanza por el Gótico
A las 23.00 horas en el mismo sitio de la Calle Cuna. Avanzada la noche, empiezan a pasar unos Nazarenos que llevan túnicas de color crema y antifaces de un rojo purpúreo. Pertenecen a la aristocrática Hermandad de La Lanzada, fundada ya en 1596, que sigue a la procesión del Buen Fin . Suenan redobles y sonidos dramáticos de trompetas que anuncian el primer Paso. Al final de la calleja se descubre un fulgor que al acercarse se concretiza en puntos de luz. Luego se pueden distinguir ya los candelabros y la canastilla dorada del monumental Paso de Misterio, el más grande del día.

Al ritmo de la música, esa pequeña montaña de brillo del oro y luces inquietas pasa por la estrecha calleja, ocupando casi su anchura completa. Uno puede llegar a pensar que durante el crecimiento y desarrollo de esta ciudad, las dimensiones de un Paso de Semana Santa se impusieron como medida para la construcción: una típica calleja del casco antiguo de Sevilla debía tener la anchura que permitía el andar de un Paso sin peligro de colisión con balcones o faroles.

Este Misterio de La Lanzada no sólo impresiona por su tamaño espectacular, sino también por su estilo peculiar. En la Sevilla barroca, un Paso de tan puro diseño gótico es una excepción. Lo más bonito de la canastilla es la obra filigrana de las torrecitas (neo)góticas y los ángeles del mismo estilo. La escena de la Lanzada, representada allí arriba, es de gran dramatismo: el dolor de la Virgen ante el cuerpo muerto de Cristo en la cruz, las lágrimas (!) de San Juan por la muerte de su amigo, la agresiva contracción muscular del romano Longinos en el momento de la lanzada y - que contraste - el asombro creyente en su cara al mirar la sangre que se derrama de la herida del muerto Salvador. Es sorprendente la armonía de la composición, considerando que reúne siete esculturas de cuatro siglos diferentes: desde el San Juan doloroso, creado en el taller de Pedro Roldán (Siglo XVII), hasta el Longinos y su caballo, creados por la nueva estrella de la imaginería sevillana, José Antonio Navarro Arteaga (2000).

Con un notable esfuerzo, los costaleros levantan ese escenario sagrado de la Vía Crucis que pesará casi tres toneladas y continúan su camino por la calle Cuna. Al otro final de la calleja, ya entra el Palio que también destaca por su estilo gótico. El Capataz hace parar ese Paso de la guapa Virgen del Buen Fin muy cerca de nosotros. Cesa el murmullo y la gente queda mirando el rostro de la Virgen con su corona de estrellas. Una niña de trenzas negras que tendrá tres años quiere mirar llena de curiosidad debajo del Paso, cuando de repente uno de los costaleros aparta el telón y se asoma con su cara sudorosa desde la oscuridad.

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Mirando a la niña, muestra una sonrisa encantadora para indicar luego que guarde silencio (Pssst...). Después de un par de segundos de duda - la niña, superando su susto, también sonríe. Estamos seguros: este costalero moreno se ha convertido en el primer ídolo de la chiquilla y nunca olvidará aquel momento...

5. El Milagro programado
Un poco antes de la medianoche delante del Arco del Postigo, entrada al barrio El Arenal. Una gran cantidad de gente está esperando con inquietud y anhelo el Paso que muestra quizás la escena más bella del Miércoles Santo: la Piedad del Baratillo. La procesión trae retraso. La cofradía "El Baratillo" fue fundada en el año 1693. Su nombre que no evoca exactamente connotaciones sagradas, se debe a la situación de su capilla que se construyó en el barrio Arenal donde en el Siglo XVI, época del milagro económico de Sevilla, se encontró el puerto donde llegaron todas las mercancías procedentes de América. Y al lado del puerto, se instaló el mercado llamado popularmente "Baratillo".

La doble fila de Nazarenos con sus túnicas de intenso azul avanza lentamente, y difícilmente se puede abrir paso entre el gentío. Una ola de aplausos anuncia el esperado Paso de la Piedad. Se mueve como una barca dorada, dirigida por un guía invisible por el mar de cuerpos humanos.

En una colina de claveles rojos, enmarcada por los candelabros, se encuentra en su trono la bellísima Pietà. Esa escena con María, teniendo el cuerpo muerto de su Hijo en el regazo, es una de las más sobrecogedoras de la Semana Santa de Sevilla - y de sorprendente armonía, ya que las esculturas de María y del Cristo muerto son obras de dos distintos maestros.

La Virgen es de Fernández Andes (1945), mientras que la estatua del Cristo fue creada por las manos del genio Ortega Bru, quizás el más importante escultor sevillano del Siglo XX.

Entretanto, el Paso ha llegado, queda parado a un par de metros, directamente delante del Arco del Postigo. Los sitios delante y detrás de este Arco y especialmente las muy escasas plazas que quedan debajo pertenecen a los lugares más anhelados durante las procesiones de la Semana Santa. Muchos espectadores se ponen ya una hora antes allí para conquistar sitio, siempre con el riesgo de dejarse llevar por una bulla. Debajo del Arco, por la estrechez, sólo hay sitio para una fila a la derecha y otra a la izquierda. Lamentablemente, debido a la gran cantidad de bares en la zona del Arenal, hay un ruido considerable. A pesar de que muchos pidan silencio, será imposible lograr un silencio de templo al aire libre ante la presencia de la Piedad. Sin embargo, intentamos de concentrarnos para una breve meditación, guardando impresiones momentáneas en la memoria: la mortaja de Cristo, de blancura reluciente, moviéndose ligeramente en una brisa nocturna, la profunda tristeza en el rostro de la Virgen con sus cejas arqueadas, el esbelto cuerpo del Salvador en el sueño de la muerte, esculpido con detalles de total realismo.

Hay que fijarse como sus manos extrañamente torcidas en la rigidez cadavérica, se extienden al vacío...

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De repente, en este momento vuela una paloma blanca al Cielo nocturno, la que parece haber salido directamente del manto de la Virgen. "¡Un milagro...!", murmulla mi compañera alemana sorprendida. Me decido no desengañar esa fe y no voy a aclarar que ese milagro es "programado". Pues, cada año en el mismo sitio, antes de que el Paso vaya por el Arco, la Hermandad El Baratillo hace volar una paloma como símbolo de la paz del manto azul de la Piedad.

6. Sombras de la Muerte al claror de la Luna llena
A las 1.00 de la noche en la Plaza Cristo de Burgos. Una muchedumbre sorprendentemente silenciosa está esperando en esta plaza en el corazón del casco antiguo de Sevilla. ¿Cuántos serán: 500, 1000 o 2000? No se puede estimar la cantidad ni distinguir bien los rostros alrededor, porque la plaza totalmente está a oscuras. Se apagaron los faroles antes de la llegada de la procesión y la luna está cubierta de nubes. Así que el público espera rodeado de tinieblas para ver la procesión más pequeña del día con poco más de 400 Nazarenos que forman el cortejo fúnebre de la Hermandad del Cristo de Burgos, fundada en 1888. Regresará a su Iglesia de San Pedro que se encuentra al otro lado de la plaza.

De repente aparece una cruz en la noche que parece moverse por sí sola por la oscuridad. El silencio se hace más intenso, cuando los Nazarenos, vestidos de negro riguroso, pasan como sombras de sonámbulos. De vez en cuando, un cirio ilumina algún y otro rostro en las filas de los espectadores, antes de que las tinieblas vuelven a absorberlos. Por un momento, una llama trémula se refleja en los ojos de un Nazareno - única parte de su cara que no está cubierta por el antifaz. ¿Cómo percibirán el Mundo, cuando desde su oscuridad de anónimos estén mirando a las caras llenas de expectación? ¿O ya están demasiado cansados para observar el público al lado de su camino? ¿Y cómo se presenta todo el escenario desde arriba contemplado, desde los palcos de los balcones? Unas masas oscuras, en las que sólo los cirios de los Nazarenos son puntos luminosos...

Sonidos de oboe y fagot flotan por la noche y las negras sombras forman un pasillo a cuyo final aparece, apenas visible, el Paso. En el centro del mismo - también sólo una sombra funesta - está el crucificado Cristo de Burgos. En el mismo momento cuando lo descubrimos, las nubes se retiran y la luz pálida de la luna llena inunda la plaza, como si fuera dirigida por un director celestial. Un susurro de asombro va por la multitud. Al claror de la luna, las sombras de los Nazarenos parecen moradas y el cuerpo del Crucificado, antes apenas visible entre los cuatro hachones y faroles fúnebres, está más claro en sus contornos. En ésta procesión se busca en vano la pompa barroca de Sevilla que domina en otras: no hay brillo del oro, ni angelitos alados, ni candelabros - nada suaviza el rigor ascético. Sólo la cruz - en medio de claveles se eleva en la soledad de esta noche de luna llena.

Y en soledad está allí el cuerpo inerte del Cristo de Burgos, esculpido en 1573 por Juan Bautista Vázquez, uno de los fundadores de la escuela sevillana.

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Los sevillanos veneran mucho esa escultura - la segunda más antigua de su Semana Santa. Ese cuerpo torcido es un símbolo de todo sufrimiento humano.

De repente, se pueden escuchar los primeros sonidos de una Saeta - una oración cantada al estilo del Cante Jondo del Flamenco, dedicado al Crucificado que está pasando. Canta esa Saeta una mujer muy morena y vestida de negro, está arriba en un balcón, gesticulando con los brazos cuyos movimientos acompañan el dramatismo de su llanto. Al final, todo su cuerpo está temblando, cuando cambia su voz con mucho arte entre sonidos tremendamente suaves y el grito de un ¡Ay! estridente, consigue dominar toda la plaza. Cuando esa oscura diosa del llanto termina su aria del Cante Jondo, abandona directamente el balcón, como si huyera del aplauso - la ha cantado para Dios, no para el público. Algunos empiezan a aplaudir, pero son callados al instante, porque se escucha ya otra Saeta, ésta vez cantada por un viejo , cuyo cante acompaña al Cristo hasta llegar casi al portal de San Pedro, ya abierto para recibirlo. Y aunque el cantaor todavía no ha terminado, un par de balcones más allá entona ya el próximo e incluso un cuarto cantaor de Saetas su cante sagrado. Todo un festival de llantos para el Cristo de Burgos en su soledad, a quien si siquiera un ángel (como dice una de las letras). Lentamente, su sombra desaparece por las puertas de San Pedro, cuando la atención se dirige de nuevo hacia el otro lado de la plaza, donde se muestra finalmente la Virgen de la Palma como Mensajera de la Luz en toda esa tenebrosidad.

Al ritmo de la majestuosa marcha fúnebre "Madrugá" se acerca con su pirámide de velas, protegida por un Palio rojo bordado en oro. Sentimos cierto alivio en el público que vuelve a respirar, después de que haya contenido el aliento al pasar el Crucificado.

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La Virgen dirige su mirada al Cielo y también en su honor se entonan Saetas de cada segundo balcón, antes de que desaparezca su Palio, acompañado por los sonidos del himno nacional de España en el portal de la iglesia.

7. La Virgen de los Panaderos
A las 3.00 horas de la madrugada en la Calle Orfila. Al final de este día de contrastes, nos espera una gran fiesta de aires primaverales. Una multitud de gente, entre ella muchos jóvenes, está mirando con entusiasmo la procesión de la Cofradía de Los Panaderos, fundada ya en el Siglo XVI por su gremio, goza todavía hoy día de una enorme popularidad. Aquí no se percibe nada de la ascética austeridad del Cristo de Burgos y la procesión de Los Panaderos se presenta tan cerca de la entrada final no siempre muy disciplinada - lo que también se debe a la bulla que se está formando ahora. Los Nazarenos traen retraso y a veces, su doble fila está algo descompuesta, mezclándose con los espectadores. La Hermandad de los Panaderos es una de las más liberales y progresistas en Sevilla, lo que también se muestra en el hecho de que es la que el más alto porcentaje de hermanas Nazarenas lleva en su procesión (mientras que algunas otras cofradías todavía no han comprendido que las mujeres son la mitad del cielo…) .

Finalmente, se mueven de nuevo las filas y ya se escucha una marcha patética que acompañará el último Paso. Todos esperan con ansia la Virgen de Regla, una de las más populares de Sevilla. Cuando está doblando la esquina, desde los balcones una nube luminosa de pétalos de rosa está lloviendo en su Paso. Este Palio es uno de los más grandes y suntuosos, fue fabricado en 1930 con terciopelo de color rojo sangre y bordados en oro. La bella Virgen es la obra de una mujer: Luisa Roldán ("La Roldana"), la más famosa escultora barroca de España, la esculpió en el taller sevillano de su padre a finales del Siglo XVII.

Como luminosa Reina de la Primavera, La Virgen de Regla aparece a su pueblo y sonriendo recibe la veneración de Sevilla. Muchos están intentando de tocar los varales del Palio una última vez. Tienen que darse prisa, ya que el Capataz grita "¡Al Cielo con Ella!", anunciando la última levantá. Ahora los costaleros, con el resto de sus fuerzas, hacen bailar el Paso, provocando los aplausos del público, y lo giran, dando media vuelta. Tienen que entrar con el Palio con la parte trasera primero - para que la Virgen pueda mirar con la cara al pueblo, antes de desaparecer en la capilla.

El Capataz, ya con voz afónica, está salteando alrededor del Paso y grita sus órdenes. Tiene que dirigir el Palio, bastante alto por el estrecho y bajo portal de la Capilla de San Andrés, lo que significa un trabajo centimétrico. Finalmente, después de evitar en el último segundo la colisión de un varal con un farol del portal, el Capataz, ya casi sin voz, consigue poner el Paso en posición para la entrada. De repente, el Palio se inclina hacia adelante, por un momento parece como si la Virgen cayera a la píramide de velas. Pero como el portal es tan bajo, los Costaleros tendrán que llevar el Paso de rodillas. Ahora también está bajando la parte trasera del Palio y empieza a entrar, con los varales moviéndose de un lado al otro y casi tocando el portal. Pero todo va bien, ya está dentro y con gritos de ¡Olé! los espectadores expresan su admiración para ese enorme esfuerzo de costaleros y capataz. Una ola de devoción despide a la Virgen, antes de que se cierran las puertas de la capilla. Es sorprendente la rapidez con la que la calle con la inmensa muchadumbre se despeja y se pierde en el laberinto del casco antiguo de Sevilla, hoy convertido en bastidores de un teatro sacro del Barroco, representado según un guión centenario.

Texto + Fotos: Berthold Volberg

Enlaces de páginas web dedicadas a la Semana Santa sevillana:
www.sevillainformacion.org/hermandades/penitencia/
http://www.galeon.com/juliodominguez/2004b/comu.html
http://www.lapasion.org
www.saetacope.com
www.arrakis.es/~nautylus/
www.costalero.com
http://www.hermandades-de-sevilla.org

Enlaces de páginas web de las Hermandades del Miércoles Santo:
http://www.san-bernardo.org/
http://lased.web.com/
http://www.hermandadbuenfin.org/
http://www.hermandaddelbaratillo.org/
http://www.sietepalabras.org/
http://www.artecofrade.com/portada.asp

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