[art_1] España: Entre Esplendor barroco y Tinieblas místicas
El Lunes Santo de la Semana Santa en Sevilla

¡Goooool! La pelota da contra la blanca pared, entre dos naranjos que forman una portería improvisada. Después del gol, la pelota, desgraciadamente, ya no es apta para el uso, porque se trata de una naranja más o menos podrida, aplastada por el rebote. Pero en esta calleja tranquila del sevillano Barrio León hay un montón de pelotas en el suelo debajo de los naranjos. Este barrio tiene sus comienzos a mediados del Siglo XX, la mayoría de las casas data de aquella época. Al lado de Triana, el Barrio León ha conservado su carácter sosegado, casi aldeano, con sus típicas callejas llenas de naranjos y casitas pequeñas de dos plantas. Lamentablemente, casi ya no hay azahar, desfloreció ya a finales de marzo. Pero quedan cientas de naranjas amargas, destinadas a convertirse o en pelotas o en mermelada.

A las 16.00 horas de la tarde. Después de que la banda de pequeños futbolistas haya destruído una docena de pelotas, la calleja se ha poblado de repente de un gentío que toma sitio en las aceras y el delantero, llamado por todos Joaquííín, empieza a gritar: "¡Quietos, que ya viene la Virgen!" No, para que aparezca la Virgen todavía falta mucho, pero ya está preparada para salir de su templo. Es que los espectadores que han conquistado las aceras de la calleja Dolores de León, están esperando ahora la procesión más grande del Lunes Santo de la Semana Santa de Sevilla.

El Entusiasmo de las Cofradías jóvenes
Los pequeños futbolistas del barrio también esperan más o menos quietos, mirando llenos de expectación a la Cruz de Guía de la Hermandad de San Gonzalo.



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Se trata de la más joven de las cofradías de Triana, fundada en 1942, pero con sus 2.000 Nazarenos que participan en la procesión, ya es una de las más grandes de Sevilla. Llevan esos manifestantes de Dios largas túnicas blancas y antifaces del mismo color que pueden causar miedo a los niños y sólo dejan libres agujeros para los ojos. A la primera vista, esos encapuchados paracen fantasmas de la noche que por algún error han salido a la luz del día, caminando por esta tarde inundada de luz. Poco a poco, incluso los espectadores no preparados notarán el sentido sagrado de la actuación de los Nazarenos. Para nosotros, es la primera de las ocho procesiones espectaculares que vamos a ver hoy en su camino hacia la catedral de Sevilla o durante el regreso a sus templos. Lentamente, la doble fila de los Nazarenos va avanzando.

De repente, cesan las conversaciones profanas al verse un esplendor dorado entrando en la calleja. Se interrumpe el desfile de las figuras de blancura resplandeciente y el primero de los dos Pasos acaba de aparecer entre los naranjos.

El inmenso Paso del Cristo de San Gonzalo ocupa toda la anchura de la calle entre las dos aceras.


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La canastilla de estilo neobarroco, abundantemente decorada con angelitos y estatuillas de santos, fue terminada hace tan sólo dos años y recientemente dorada. Por ello, brilla tanto reflejando el sol que casi hiere la vista. El Paso se acerca, moviéndose al ritmo de la marcha tocada por la banda de música que lo acompaña y esperamos que se vaya a parar aquí mismo. ¡Tenemos suerte! Después de haberse parado, en seguida algo se mueve debajo del Paso: docenas de los Costaleros que llevan ese escenario sagrado, los que están ocultados detrás de faldones de terciopelo , salen ahora, muchos de ellos sudando y pidiendo agua. Un nuevo equipo se ha preparado ya para llevar el Paso por la Avenida Coria. Todos llevan camisetas blancas con el escudo de la hermandad y una cosa con aspecto de turbante con cubrenuca que se llama aquí "la morcilla" y sirve para aliviar el peso. Al saber que este Paso tendrá como dos metros de anchura y seis de longitud y un peso de casi tres toneladas, aumentará la admiración para esos héroes de la Semana Santa, sin los que toda esa celebración suntuosa no sería posible.

Cada uno de ellos lleva al menos cincuenta kilos del Paso, y además lo llevan a ciegas, solamente siguiendo las órdenes del Capataz quien lo dirige.

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Durante el relevo de los Costaleros podemos contemplar los detalles artísticos del Paso, empezando por los angelitos y relieves de la canastilla, los candelabros de guardabrisas, y sobre todo la escena dramática de la acusación de Jesús por el Sumo Sacerdote Caifás. Jesús del Soberano Poder aparece con una túnica morada y maniatado ante Caifás. En silencio, soporta las acusaciones falsas del clérigo. El rostro del Cristo expresa una mezcla de orgullo majestuoso y sumisión a la Voluntad divina, mientras que la figura de Caifás destaca por su fealdad ya grotesca. Con sus ojos saltones mira a Jesús lleno de odio y falsedad, gesticulando con las manos para subrayar sus acusaciones. Parece una caricatura intencionada. Su creador, el genial escultor andaluz Luis Ortega Bru quiso presentar probablemente en esa estatua una personificación simbólica del fundamentalista fanático.

De un tipo de hombre que existe en cada religión, sea un fariseo judío e hipócrito o un fanático islámico o cristiano.


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El hecho de que Caifás lleva algo que se parece sospechosamente a una mitra, hace recordar que la historia lamentablemente se repite, ya que en la Iglesia Católica (como en cada comunidad religiosa) también en nuestra época algunos altos oficios están ocupados por personas que destacan menos por su espíritu de amor cristiano, sino más bien por su hipocresía o fanatismo - había muchos Caifás a lo largo de la historia. Y si Cristo apareciera de nuevo en la tierra, lo mandarían a crucificar de nuevo como 2000 años atrás. Ortega Bru ha puesto en escena un simbólico diálogo entre el Bien y el Mal al crear esas dos figuras totalmente opuestas en el año 1975. Es una obra maestra, y él mismo lo habrá sabido, porque firmó la escultura de ese Jesús del Soberano Poder con las palabras: "Mi Cristo para Sevilla".

En este momento, todo el escenario con el Salvador y el el acusador se levanta. Al ritmo de tambores y trompetas el Paso sigue avanzando por la calle - a veces parece como si un barco se moviera por un canal. Los Costaleros de San Gonzalo tienen merecida fama, muchos los consideran incluso los mejores de Sevilla, una ola de aplausos acompaña el Paso, hasta despedirlo al entrar en la Avenida que lleva al Guadalquivir.

Después de que cientos de Nazarenos hayan pasado, aparece finalmente la Virgen de la Salud que concluye la procesión.

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Ella también decide que hay que parar a nuestro lado y el relevo de Costaleros se repite. Vestida de blancura y rodeada de claveles blancos está en su trono como una Diosa de la Primavera debajo de un palio trasparente. Esa bella Virgen es una de las últimas obras de Ortega Bru (1977). "¡Guapa!" - gritan dos de los pequeños futbolistas cuando ya se levanta el Paso. Después de unos minutos, el manto blanco de la Virgen desaparece entre los naranjos - y un poco más tarde, la calleja servirá de nuevo como campo de fútbol improvisado.

A las 17.00 horas al lado del Postigo en el Barrio del Arenal. Aquí estamos contemplando el desfile de otra procesión, casi igual de grande como la de San Gonzalo, porque aquí también participan unos 2.000 Nazarenos. Llevan túnicas blancas y capirotes y capas de color negro y pertenecen a la Cofradía de Santa Genoveva. Su camino es larguísimo, llevarán en total unas catorce horas en la calle, superando así incluso San Gonzalo por media hora más o menos. Su templo se encuentra en el Barrio de Tiro de Línea, hasta mediados del Siglo XX un pueblo al sureste de Sevilla y luego integrado por la ciudad que no dejaba de crecer.

Santa Genoveva también es una hermandad joven, fundada en 1956, así que celebra este año su 50. Aniversario y nuestros mejores deseos acompañarán su futuro. La fundación de esa cofradía se realizó bajo el lema idealista "Por un mundo mejor" - lema que aparece también en los estandartes que se llevan en la procesión. Muy similar al caso de San Gonzalo, en Tiro de Línea se puede observar un entusiasmo enorme por la Semana Santa. Un fenómeno que podríamos llamar la euforia de la periferia. Con modestas posibilidades, relativamente poco dinero, pero con mucho idealismo, los habitantes de ese barrio periférico han realizado su proyecto de organizar una cofradía. Y cada Lunes Santo, el barrio entero - unos 5.000 personas - camina a la catedral, sea como Nazarenos en la procesión o sea de acompañantes sin vestirse de túnica y antifaz, para hacerle compañía a ÉL: Nuestro Padre Jesús Cautivo en el Abandono.

Cuando ya dejamos de contar Nazarenos, finalmente sale el Paso dorado del Arco del Postigo.

En medio de claveles de color rojo sangre está Jesús Cautivo. Con la mirada ausente, meditativa, parece mirar al vacío, como si no notara la muchedumbre que está esperándolo, y entregarse con resignación estoica a su destino. Inmóvil como una columna, ese Cristo de mirada triste contrasta con la atmósfera alegre que domina en el público. El Jesús Cautivo representa la soledad del Hombre condenado a muerte, abandonado de todos sus amigos. Pero aparecen cuatro ángeles - una en cada esquina del Paso - que le acompañan a Gólgota. Y un barrio entero le sigue, convirtiéndose por un día en Jerusalén...

El Beso del Traidor
A las 19.00 horas. Estamos corriendo para llegar a tiempo a la Puerta de los Palos de la catedral, donde está a punto de salir el Paso monumental de la Cofradía El Rocío (fundada en 1955). Un río de Nazarenos de blanco y morado sale de la catedral a la Plaza Virgen de los Reyes y un toque de tambores anuncia que el Paso está a punto de salir también de las tinieblas del templo a la luz de la primavera.

Empiezan los movimientos del gentío, muchos intentan llegar a la primera fila para ver mejor como sale ese inmenso Paso neobarroco de madera de caoba de Brasil, tallado durante los dos últimos años y estrenado ya en el 2005.


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Lo primero que vemos son los altos candelabros de oro. En el próximo momento aparece el Cristo vestido de blanco con una túnica luciente. Acompañado por un toque de trompetas sale a la luz del atardecer. Está saliendo el Paso, poco a poco aparecen cada vez más figuras en ese escenario, y al final un auténtico olivo de considerable tamaño. Luego entonan una marcha y el Paso empieza a moverse al ritmo de la música. Representa la escena del beso de Judas en el huerto de Getsemaní. Ahora descubrimos a Judas, el que lleva una túnica oscura y está eclipsado por el carisma de Jesus. Judas está a punto de darle el beso fraternal a su Señor, pero esta vez el beso del discípulo caído sólo significa traición. Su expresión hipócrita y falsa y sus fríos ojos azules contrastan totalmente con el bello rostro de Cristo, quien parece esperar y aceptar el destino inevitable. Sólo sus cejas arqueadas nos descubren su inquietud, su profunda decepción causada por la traición de Judas, no por presentida menos triste. Detrás de Jesús se encuentra su discípulo favorito San Juan, llevando una capa de color rojo. Extiende la mano para ayudar a su querido Maestro, intentando a impedir la traición, pero la Pasión tendrá que seguir su camino.



Después de una breve pausa, los Costaleros levantan el Paso en el momento cuando el Capataz grita "¡Vámonos, hijos!" y el escenario del Getsemaní camina lentamente hacia la luz del Sol poniente. Una ola de aplausos va por el público y parece como si muchos de los espectadores se interesaran más por los detalles técnicos del espectáculo - como el arte de llevar el Paso de la manera más soberbia - que por el sentido religioso de la escena de Pasión que representa. En Sevilla nos gusta comparar el estilo de distintos equipos de Costaleros - con el frecuente resultado de que los Costaleros de la propia hermandad son los mejores.

El Santo Grial en Sevilla
A las 20.00 en la Calle Gamazo. La hora del crepúsculo. Todavía no es de noche, pero el Cielo ha cambiado su color, pasando de azul profundo a un místico azul-morado. Un color adecuado como fondo para la escena misteriosa del próximo Paso que estámos esperando aquí. Los primeros de los 700 Nazarenos de la Hermandad de Las Aguas pasan lentamente, la luz de sus cirios hace relucir el terciopelo morado de sus capirotes. Esa cofradía es antigua, fundada ya en el año 1750, y su nombre se refiere a las aguas y sangre de Cristo que salieron del costado de su cuerpo ya muerto después de la lanzada, y fueron recogidas en un cáliz de oro - el Santo Grial.

La música que acompaña el Paso se escucha cada vez más cerca. Un solo de trompeta suena, demandando silencio al público. El trompetista no entona bien en cada momento, pero está tocando con tanto fervor y pasión andaluza, que consigue arrastrar a la multitud en la calle y algunos espectadores y más espectadoras le dedican un ¡Olé! espontáneo. Si el hecho de que ese músico es bello como un ángel moreno forma parte del piropo, será difícil averiguar.

¿Quién podría decir, entre tantas impresiones sensuales, qué detalle es el que más fascina al público?


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Durante los próximos minutos no habrá duda: todas las miradas se dirigen al espectacular Paso de Misterio de Las Aguas, que para delante nuestra. En su centro se erige la Cruz con Jesús ya muerto, debajo de la Cruz la Madre María, y Magdalena y Juan, los queridos del Señor, se han reunido como íntimo cortejo fúnebre. Sólo un ángel les hace compañía. Se trata del primer Crucificado que vemos hoy - una señal que indica que después de una tarde de luz y ambiente festivo, ahora va dominando cierto recogimiento y fervor místico. Durante un par de minutos, el Paso está parado, así que la muchedumbre entre susurros puede contemplar la escena sobrecogedora con el Santo Grial.

La luz de los candelabros va contrastando cada vez más con la creciente oscuridad del Cielo e ilumina el conjunto escultórico en el escenario sagrado. El ángel está de rodillas y en su derecha tiene el cáliz sagrado con el que está recogiendo agua y sangre que mana del costado del Salvador. El Cristo cuelga con el cuerpo ya inerte entre Cielo y Tierra, su cabeza con el largo cabello ha bajado. María, Juan y la Magdalena se encuentran en tres puntos a distancias exactamente iguales a la derecha e izquierda y detrás de la Cruz, formando así un triángulo místico en cuyo centro se eleva la Cruz: mística geométrica, puesta en escena por la dramaturgia de la Semana Santa. Mientras que la Dolorosa inclina la cabeza mirando hacia la Tierra, Juan y Magdalena están mirando en muda desesperación hacia arriba, a su querido que acaba de morir. En este momento, todos juntos son levantados al Cielo y el Paso busca su camino adentrándose en la Noche del Calvario.

Veinte minutos más tarde aparecen unos puntos luminosos entrando en la calleja. De nuevo tenemos suerte y el Paso de Palio de la Virgen de Guadalupe también se para muy cerca.

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Entre rosas blancas, está en su trono, coronado de un palio de terciopelo azul bordado en oro. Su nombre se refiere a la Virgen antigua del Monasterio extremeño y a la vez a la famosísima Patrona de América que cada año recibe millones de devotos en su Basílica al norte de la Ciudad de México. Todos miran a esa Virgen en profundo silencio. Parece increíble que el escultor Luis Álvarez Duarte haya tallado una Dolorosa tan bella a la edad de tan sólo 16 años.

Un rebelde y su rasgo de genio
A las 22.00 horas en la Plaza de San Andrés un gentío poco silencioso está esperando el regreso de la procesión de Santa Marta, una hermandad fundada en 1946 por el gremio de hostelería de Sevilla. Aunque en este año celebra su 60. Aniversario, su historia, comparada con la de la mayoría de cofradías sevillanas es aún joven y sin larga tradición. Sin embargo, Santa Marta ha conseguido en muy poco tiempo crear un estilo muy propio y al verla en la calle, uno llegará a pensar que se trata de una hermandad centenaria. Como única de las hermandades de penitencia que se fundaron en el Siglo XX, ha recuperado la tradición del silencio absoluto, renunciando totalmente a la música. A pesar de esa impresión supuestamente conservadora, Santa Marta demostro el contrario al ser la primera cofradía sevillana que permitió la salida de mujeres como Nazarenas y hoy es una de las que más Nazarenas lleva.

Todavía la atmósfera en la plaza no es digna para recibir el Paso más importante del día, hay demasiado ruido. Pero ya suena - apenas perceptible a causa del ruido - una campana que toca a duelo. Y la espadaña de San Andrés sigue mandando el mismo sonido por la noche. En el otro lado de la plaza, en frente de la Iglesia, ya se escucha un chicheo que se extiende como una ola por la muchedumbre, hasta llegar a los muros del templo. Poco a poco, el público guarda más silencio y la campana que toca a duelo domina el fondo sonoro del escenario. De repente vemos una cruz que parece avanzar por si sola por la noche, subiendo por la plaza. Unos segundos más tarde descubrimos que la cruz es llevada por un Nazareno vestido de negro riguroso. Seguirán 850 Nazarenos de túnicas negras sin interrupción y el único Paso que concluirá la procesión.

Solemnemente, los Nazarenos van avanzando y desaparecen en el templo de San Andrés. Allí se acerca el esplendor dorado del Paso de Santa Marta.

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Los balcones de las casas están muy llenos de gente y tenemos un poco de envidia, porque este Paso con el cuerpo muerto de Jesús se ve mejor desde arriba. La iconografía muestra el traslado de Cristo al sepulcro por Nicodemo y José de Arimatea, mientras que su Madre María, Santa Marta, Juan y las tres Marías (Magdalena, María Salomé y María Cleofas) contemplan la escena llenos de desconsuelo ante esa despedida que parece definitiva. Hay un detalle notable: contrariamente a la mayoría de otros Pasos que muestran el Calvario, las esculturas de este Misterio - menos la Dolorosa - no tienen lágrimas en sus rostros. Pero al mismo tiempo, su luto se presenta más hondo y dramático.

Hay un misterio que rodea este Paso de Santa Marta. La intensidad emocional de la representación es tal que resulta difícil aguantarla. Es como si alguien hubiera tallado aquí en la madera el dolor por la muerte del propio hijo, el dolor de su propia madre o sus amados. Luis Ortega Bru, el autor de esa escena de la Pasión y quizás el escultor más importante del Siglo XX en Sevilla, admitió que nunca antes o después de la creación de ese conjunto escultórico acabado en 1953, había logrado tanta fuerza expresiva en una obra suya. Y nunca había sentido tan hondamente la inspiración divina. Pero cabe mencionar que Ortega Bru, antes de crear esa obra genial, había adquirido muchas inspiraciones involuntarias para poder tallar expresiones de luto y de dolor extremos. Nacido en 1916 en la provincia de Cádiz, desde su infancia destacó por su talento artístico. Estaba luchando para los republicanos a comienzos de la Guerra Civil, cuando fue herido cerca de Madrid. En el mismo año 1936, su madre fue fusilada por los fascistas, siendo ella también republicana. Sólo tres años más tarde, al terminar la guerra, su padre también fue ejecutado por el régimen de Franco y Ortega Bru mismo lo condenaron a muerte en el 1940. Un par de meses más tarde lo "indultaron" para mandarlo a un campo de concentración cerca de Algeciras donde lo encarcelaron hasta 1944. Luego fue devuelto a la vida, viviendo como escultor en Sevilla, haciéndose cada vez más famoso, pero sin poder olvidar las tragedias que había tenido que sufrir siendo tan joven. Murió en 1982.

Ya antes de la Guerra Civil, había empezado a estudiar Bellas Artes y posiblemente, gracias a su genio de artista fue salvado de la muerte - también de la muerte espiritual durante la dictadura - y su prisión fue abreviada. El franquismo pudo aprisionar y humillar al hombre Ortega Bru, pero fue imposible ignorar al artista Ortega Bru. Para el Paso de Santa Marta recibió en 1954 el premio nacional. Con su presentación hiperrealista del Salvador, cuyo cuerpo muerto trasladan al sepulcro, Ortega Bru hace renacer la gran tradición del Barroco Sevillano.

Aquí se retrata en la madera cada detalle de la anatomía, cada músculo, cada vena, hasta las manos inertes, la rigidez cadavérica y los ojos muertos.

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Sin embargo, el Misterio de Santa Marta es mucho más que la figura central del Cristo. Es todo el conjunto que causa tanta fascinación en el público, porque su armonía parece insuperable. Las seis estatuas creadas por el escultor andaluz (San Juan, Nicodemo, José de Arimatea, la Magdalena, María Cleofas y María Salome) se parecen mucho, como si pertenecieran a la misma familia, a una cominidad misteriosa. Todos tienen los mismos labios sensuales, una mímica parecida y la misma expresión de tristeza desconsolada en los ojos. No hay lágrimas visibles, pero tienen ojos lacrimosos. Sus miradas recuerdan a los ojos místicos llenos de lágrimas en las típicas pinturas del Greco - también en su intensidad sobrecogedora. Las miradas de esos seguidores de Jesús no se encuentran, cada una de las figuras está mirando a otra dirección. Lloran la muerte de su amado Maestro colectivamente - pero al mismo tiempo cada uno está totalmente solo en su dolor. Es una lástima que esa escena maravillosa pase tan rápidamente, podríamos contemplarla horas y horas.

Pero sólo por momentos, podemos mirar las impresiones de ese Misterio: la sabiduría del viejo José de Arimatea, quien parece murmurar una oración, la fuerza juvenil de Nicodemo, paralizada por su desconsolación, el mudo grito de desesperación de María Salome, la que lanza una mirada vacía al Cielo, la mirada perdida de Juan, entre resignación y orgullo rebelde, los ojos hinchados de la bellísima Magdalena - en la que Ortega Bru ha retratado su mujer. La mano de la Magdalena señala con el dedo a la llaga en la mano inerte de Cristo. Allí donde se derramó su sangre, florece una Rosa mística entre lor lirios morados.

Pocas veces se ha juntado tanta belleza desconsolada en una obra de arte como en este Paso de Santa Marta, que es el Misterio más importante de la Semana Santa sevillana del Siglo XX. El creador de esa obra se habrá inspirado también en las tragedias de su propia vida - y logró demostrar que a pesar de tanta decepción que le habían causado los seres humanos, no perdió su fe en Dios. La fama de su arte fue a la vez un acto de rebelión contra el régimen fascista que había asesinado a sus padres.*

Sombras mudas a medianoche
A las 0.00 en una calle que lleva el nombre particular "Virgen de los Buenos Libros". Han apagado las farolas y toda la calle está a oscuras. Delante nuestros ojos está pasando una cruz que muestra las palabras "Toma tu Cruz y Sígueme". Efectivamente, siguen cientos de penitentes, vestidos de túnicas negras y encapuchados, llevando antifaces del mismo color y toman el lema de esa Hermandad de la Vera Cruz muy en serio, arrastrando cruces pesadas de madera. Muchos van descalzos, todos en silencio absoluto. Es una imagen funesta contemplar esas negras sombras a la pálida luz de la luna llena, caminando como si fuera el día de su propia crucifixión...

La procesión de la Hermandad de la Vera Cruz se distingue por su estilo ascético y riguroso y su sobriedad. Con sólo 600 Nazarenos es la más pequeña del Lunes Santo. Ya se acerca el primer Paso, como toda la procesión se caracteriza por la austeridad. Es pequeño, solamente iluminado por cuatro hachones, ningún detalle dorado, pero con la canastilla finamente tallada de ébano.

En una colina de lirios morados se eleva la Cruz con la más antigua y única gótica escultura de la Semana Santa Sevillana. Datando aproximadamente de 1480, este Crucificado de la Vera Cruz es más pequeño que las estatuas barrocas de otros Pasos. Rapidamente desaparece en la oscuridad, una visión fugaz de la Muerte en esa noche de luna llena, seguida por más sombras negras.


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Finalmente, descubrimos luces avanzando por la calle - las velas que iluminan el Palio de la Virgen de las Tristezas. La expresión de su rostro es realmente trágica y de desconsuelo. Casi todas las Dolorosas de Sevilla tienen lágrimas en la cara, pero algunas - como la Macarena - muestran también una leve sonrisa. Ésta Virgen de la Hermandad de la Vera Cruz, sin embargo, dirige la mirada hacia la tierra y parece hundirse en una profunda noche de luto. Tiene una cara muy expresiva, todo su gesto es la de una Madre que está llorando de verdad la muerte de su Hijo. Fiel al estilo tan austero de esa cofradía, la Virgen está sólo rodeada de colores oscuros - negro y azul noche. Se nos presenta como una Diosa de las lamentaciones, como anunciadora solitaria de la Noche de Gólgota.

Durante el Siglo de Oro de Sevilla (S. XVI y XVII), la Vera Cruz era una de las más importantes cofradías de España, con muchos hermanos ilustres, como miembros de la alta nobleza o artistas famosos como el pintor Murillo y el poeta Rodrigo Caro. Fundada ya en el año 1448, es una de las más antiguas de Sevilla. No obstante, hubo en su larga historia un punto oscuro, o mejor dicho un intervalo. Ya desde finales del Siglo XVII, estaba perdiendo lentamente su protagonismo y a partir de mediados del Siglo XIX, el declive se hizo dramático, hasta que en las años 20 del Siglo pasado, la Semana Santa tuvo lugar varias veces sin la Vera Cruz. En 1924, el arzobispo de Sevilla declaró la hermandad como "extinguida". Pero afortunadamente, en el año 1942 refundaron la hermandad de penitencia bajo el mismo nombre y desde entonces, se lleva de nuevo la Vera Cruz por las callejas estrechas de Sevilla.

La Invasión de los Angelitos
A la 1.00 de la noche en la Calle Cardenal Cisneros está pasando otra procesión tenebrosa. Los Nazarenos de la Cofradía de Las Penas de San Vicente, fundada en 1875, también están vestidos de negro, pero la atmósfera es menos austera que en la procesión de la Vera Cruz. El público parece algo más alegre y hay música que rompe el silencio, sonidos de oboes anuncian el primer Paso. Un fulgor difuso entre los naranjos, y ya descubrimos los faroles de plata, debajo hay un angelito que quiere alcanzar la luz con sus manos.

Ahora podemos contemplar toda la canastilla resplandeciente de oro y adornada con claveles rojos y una invasión de angelitos neobarrocos que parecen jugar y dar volteretas por las esquinas del Paso.

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Llama la atención la cruz pomposa de carey y plata, hecha en México en el Siglo XVII. Todo ese Paso es esplendor soberbio, lo que casi distrae la atención del protagonista: del Jesús de las Penas. Ese Cristo vestido de una túnica morada, caído debajo de la Cruz que lleva, está de rodillas. La estatua del Salvador es probablemente una de las últimas obras del gran escultor sevillano Pedro Roldán (hacia 1690) y merece toda la atención.

En este momento, se abren los postigos de la ventana de enfrente y podemos ver una abuela sola detrás de las rejas de un balconcito. Con la mano derecha se agarra penosamente de una barra de la reja, con la izquierda intenta en vano tocar la Cruz. Temblando, levanta de nuevo la mano para enjugar una lágrima. Tendrá más de ochenta años. ¿Cuántas Semanas Santas habrá visto en su vida? Siendo una niña, quizás la disfrutó sobre todo como fiesta de la primavera, mano en mano con su novio respirando el perfume de azahar, mientras que ahora los Pasos le traen a la memoria la idea de la muerte y de la transitoriedad de su propia vida. O está pensando melancólicamente en amigos ya difuntos con los que había celebrado esta semana grande en el pasado. Se apoya en la reja, mientras que le sigue con la vista al Cristo de las Penas en su camino al Calvario. De pronto abre su abanico con la gracia de una veinteañera y se abanica para respirar el aire nocturno, soñando con escenas de otras Semanas Santas, pasadas hace mucho tiempo. Luego espera un momento, antes de cerrar los postigos y encerrarse. ¿Ha sido su última Semana Santa?

El Cristo de los Plateros
A las 3.00 en la Plaza del Museo de Bellas Artes. Ahora empezamos a sentir el frío de la noche, mientras que vemos desfilar los 1000 Nazarenos de la última procesión del día. Desaparecen por el portal de la Capilla del Museo. Sus pasos, después de caminar más de siete horas por las calles de Sevilla, son ya cansados y lentos. Ellos también van de negro riguroso para concluir el Lunes Santo. Un día de contrastes que comenzó en una tarde luminosa, llena de colores y alegría, para entregar al caer la noche el cetro al color negro y a las tinieblas místicas. Ésta última Hermandad del Lunes Santo, llamada El Museo por la sede de su templo, se fundó ya en 1575 por el gremio de plateros de Sevilla.

De repente se mueve la muchedumbre, porque se está acercando el Cristo, en silencio. En el artístico Paso destacan los cuatro Evangelistas del genio barroco Francisco Antonio Gijón y la oscura sombra del Crucificado, retratado en el momento de la expiración. Una obra maestra del escultor Marcos Cabrera (1575), cuyo estilo dinámico y emocional ya es un preludio del Barroco. Cabrera talló un cuerpo retorcido en su agonía, formando una "S" y empleando por última vez todas las fuerzas para rebelarse contra la muerte. La escultura del Cristo del Museo es casi expresionista en su actitud rara y su cara descompuesta por su grito de muerte.

Después de que el Cristo agonizante haya desaparecido en la capilla, la Noche oscura nos ofrece al final un rayo de esperanza, una chispa de primavera.

Iluminada de velas ya casi consumidas, pasa la Virgen de Las Aguas, acompañada por una ola de júbilo.

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Se puede sentir el alivio de la multitud - como siempre durante la Semana Santa en Sevilla, el principio feminino - aquí la Virgen-Madre María convertida en Diosa de la Primavera, simboliza el renacimiento que sigue a la muerte del Hijo Crucificado. Los Costaleros giran el Paso de la Virgen, provocando los aplausos de la muchedumbre. Luego lo llevan al interior de la capilla - con la cara de la Virgen al público. La despedida: el portal se cierra lentamente, delante de la pirámide de velas, los últimos sonidos de la música se pierden en el fondo sonoro de la plaza. Se acabó la representación, los espectadores se marchan y algunos siguen tarareando la melodía de una marcha fúnebre que ya no suena tan triste.

Texto + Fotos: Berthold Volberg

**los datos biográficos de Luis Ortega Bru he tomado del muy interesante ensayo escrito por su nieta, Sara Gutiérrez Ortega, véase la web:
[artesacro.org]

y de la biografía breve publicada en la web de artesacro, muy recomendable en general, contiene además muchas biografías de otros sevillanos ilustres, así como información sobre la Semana Santa y templos y otros monumentos de Sevilla, véase:
[artesacro.org]

El Caiman recomienda fervorosamente las siguientes webs relacionadas con la Semana Santa de Sevilla:
[artesacro.org/conocersevilla/]
[lapasion.org/portada.php]
[hermandades-de-Sevilla.org]
[sevillainformacion.org/hermandades/penitencia/]
[galeon.com/juliodominguez/2004b/comu.html]
[saetacope.com]
[arrakis.es/~nautylus/]
[costalero.com]

y las webs de las Cofradías del Lunes Santo:
[hermandaddesangonzalo.org]
[hermandaddelaredencion.org]
[santagenoveva.com]
[hermandaddesantamarta.org/]
[veracruzsevilla.org]
[hermandaddelaspenas.org]
[aguas.tk]
[hermandaddelmuseo.org]

Artículos en caiman:
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