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III. Ofrenda para una Reina del Cielo

17.30 delante de la blanca fachada del Hospital de la Caridad, a la luz deslumbrante de la tarde, se encuentra parado otro Palio totalmente distinto. Se trata de un diseño clásico y puro, de estilo neorenacentista. Esta bóveda de terciopelo burdeos ampara la Virgen de la Victoria, una de las más famosas de Sevilla. Fue creada en la primera mitad del Siglo XVII, posiblemente por Juan de Mesa. En este momento, la Dolorosa recibe una ofrenda de flores de los ancianos del Hospital y un “coro” de voces grandevas le rezan el “Salve Regina”. Esta Reina del Cielo de Los Remedios es la patrona de la Cofradía de “Las Cigarreras”, fundada en 1563. No se sabe con certeza si de verdad fue fundada por comerciantes del tabaco. Es más probable que su nombre popular se debe a su relación con la Antigua Fábrica de Tabacos : durante mucho tiempo, la hermandad residió en la Capilla de la fábrica. Y cuando en 1965 la Universidad hispalense se instaló en el inmenso edificio de la fábrica, « Las Cigarreras » pasaron a la Capilla de la Nueva Fábrica de Tabacos al otro lado del río.
Ahora, los costaleros levantan de nuevo el Paso, moviéndolo al ritmo de una marcha no tan triste. Los colores del Palio están bailando delante de los ojos del público. La Semana Santa de Sevilla no sólo es manifestación de la fe, también es teatro barroco y un vértigo de colores. Los rayos del sol hacen brillar el terciopelo burdeos y los bordados dorados del Manto y Palio de la Virgen, están luciendo los claveles blancos y el azahar, acompañados del resplandor argénteo de los varales, misterioso el morado purpúreo de los capirotes. A veces incluso da la impresión, como si el entorno armonizara sus colores con los de la procesión.

IV. El Huerto de Getsemaní camina
18.30 en la C. Doctor Letamendi. El sol de la tarde ya sólo ilumina los pisos superiores, el resto de la calle lo ha conquistado la sombra. Nazarenos de blanco y negro se encuadran en el contraste entre luz y sombra. Se abren paso, avanzando lentamente en su camino hacia la Alameda de Hercules. Es la procesión de “Monte-Sión”.

Esta hermandad la fundó probablemente un gremio de patronos de barcos en el año 1560. Es una cofradía muy popular en la zona de la Calle de la Feria y para conquistar las simpatías del público, sale con un Paso verdaderamente monumental y generosamente dorado. Pero a la vez este Paso presenta una escena muy poética: Cristo meditando en el Huerto de Getsemaní. Como símbolo de aquel huerto cerca de la muralla de Jerusalén, los hermanos de Monte-Sión adornan su Paso cada año con un auténtico olivo e innumerables lirios. Debajo de este olivo, están durmiendo los apóstoles y a su lado se encuentra Jesús, rezando de rodillas y mirando a un bello ángel que le ofrece el cáliz de la Pasión. El Cristo es obra del escultor renacentista Jerónimo Hernández (1578), la cara del ángel se atribuye a La Roldana, la gran escultora barroca. Al contemplar este escenario sagrado, arreglado con el mayor esmero, se puede sentir el poder de la tradición que caracteriza el Jueves Santo – más que cada otro día de la Semana Santa.

Costaleros recreándose

Es el único día - aparte de la Madrugá -, en el que participan sólo cofradías muy antiguas, todas fundadas antes de 1570, y en la mayoría de las procesiones domina un comportamiento aristocrático. Los participantes de este teatro barroco están conscientes de ser los custodios elegidos para conservar un ritual que ya cumple más que medio milenio. Especialmente solemnes se presentan las tres últimas procesiones del día, que hay que ver después del anochecer, porque sólo de noche se revela plenamente su encanto mágico.


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