caiman.de 12/2007

[art_2] Portugal: Lisboa

Nubes blancas pulverizadas. El avión desciende y el océano atlántico aparece ante la vista como un tranquilo cristal. El sol y el agua resplandecen y dificultan la vista sobre la ciudad. "Vamos a aterrizar en unos minutos en el aeropuerto de Lisboa. Hace unos treinta grados."

Según una leyenda popular se dice que la ciudad Lisboa fue fundada por el héroe mítico Ulises. Cuando éste desembarcó en el gran puerto natural, fue deslumbrado por una luz especial. Atónito, se enamoró de esta tierra virgen y la bautizó "Ali Ubo", lo que significa "la bahía linda".

Los fenicios y los cartagineses se beneficiaron comercialmente del sitio ideal a las orillas del mar y con el tiempo se instalaron ahí. Realidad o cuento fantástico, estamos de acuerdo con la descripción de Ulises, cuando divisamos desde lejos los detalles de la ciudad protegida por el río Tajo.

Los guardaespaldas esperan
En el trayecto desde el aeropuerto al centro, nos acompañan rígidos rascacielos situados en la periferia de la ciudad. Estos guardaespaldas son un buen testimonio de las construcciones exageradas de los años setenta del último siglo. Una ola de inmigrantes procedentes de las antiguas colonias como Africa o Asia ha inundado la ciudad en busca de trabajo y de mejores condiciones de vida. Inparables crecieron "os bairros do lata" para saturar la demanda.

El barrio Alfama
Paseando por las calles del barrio Alfama podemos percibir un ambiente realmente único. Los lisboetas le dieron éste nombre, el cuál se deriva de la palabra árabe "al-Hama" y significa fuente termal. Casas de distintos colores con puertas bajas y ventanas decoradas con macetas se colocan en fila. El olor de ropa recién lavada y de carne asada se mezcla con la humedad y el hedor de orina. De vez en cuando aparece uno que otro niño humilde jugando con palos. A veces los niños se alborotan y ríen, pero la tranquilidad domina.


Trepidación por arriba y abajo
El camino empinado y las tortuosas calles que conducen hasta el "Castelo do São Jorge" agotan. Éste se eleva orgulloso sobre la colina más alta de Lisboa, guarda su ciudad y nos ofrece una vista espléndida sobre los típicos techos rojos. Este castillo, que tiene sus primeras raíces de construcción en el siglo II a.C. fue el núcleo para el desarrollo de Lisboa. Sus muros nos susurran la acogida solemne del famoso Vasco de Gama en 1499, quien había regresado de su viaje por la India.

Más abajo, delante de la gran puerta del castillo, llega a hurtadillas "um eléctrico". El tranvía amarillo -símbolode Lisboa- resolla llevando más de cien años consigo. Por dentro se percibe el olor de madera. El zarandeo comienza. De vez en cuando el tranvía pasa por diferentes contratiempos, el conductor conversa con algunos peatones, coches aparcados bloquean la vía o los jóvenes simplemente se agarran del vagón, dejándose caer por encima de las colinas, hasta llegar la estación final "o cemiterio dos prazeres".

Entre fado y "saudade"
Si tienes hambre después del recorrido, puedes refrescarte en las tascas, donde la tradición portuguesa es aún muy palpable. ¡Pide "uma bica, um café corto " com umos pastéis de nata", los bizcochos más conocidos de Portugal rellenos con nata caliente, azúcar y canela!

Entre ruido de telenovelas, nos enteramos lo que es el fado, la música portuguesa tradicional: los portugueses suelen cantar estas canciones llenos de "saudade" – una especie de anhelo mezclado con nostalgia – porque según piensan "el destino que cae sobre cada ser humano es imprevisible e imposible de cambiar".

El fado fue en un principio despreciado por la clase alta, y se consideraba cómo música de rufián, de prostitutas y de la clase baja. Por fin, en el siglo XX éste fue aceptado y se convirtió en música popular portuguesa.

Regresando por la noche a nuestro hostal, hemos entendido algo. La descripción del escritor portugués Fernando Pessoa "Lisboa, a bonita do Tejo" refleja una ciudad llena de autenticidad, de humanidad y de una variedad histórica. Esto nos cautiva desde el primer momento, de modo que nos acercamos a esta especie de "saudade", cuando regresamos a Alemania.

Texto: Georgina Buitan
Fotos: Andreas Prost

Éste artículo se encuentra publicado en matices, la revista, que coopera con el caimán.

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