caiman.de 09/2015

[art_3] España: Gran Canaria, Agüimes y el Barranco de Guadayeque
 
El 10. octubre de 2014 me encuentro en la cumbre val lado del Roque Nublo en la Isla de Gran Canaria, bastante hecho polvo después de la subida, cuando de repente recibo una llamada. Es Antoinette, una amiga francesa, la que ha venido aquí a  Las Palmas en un viaje oficial mandada por su empresa. Decidimos encontrarnos lo más pronto posible. Antoinette propone pasado mañana, ya que el 12. octubre es festivo (Día de la Hispanidad), y ella no tendrá que trabajar. Como ella está en Las Palmas, en el extremo noreste de la isla y yo tengo mi apartamento en la punta sur en Maspalomas, nos parece buena idea encontrarnos a medio camino entre ambos lugares. Antoinette comenta que había leído que Agüimes era un pueblo auténtico y bonito y que desde allí se podía hacer una excursión interesante por el Barranco de Guadayeque.

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Después de no habernos visto durante medio año, en Agüimes sobre las 11 de la mañana, nos abrazamos delante de la parroquia del pueblo.  La Iglesia de San Sebastián es un templo neoclásico construido entre  1787 y 1837 en el lugar de otro templo anterior y más pequeño. Para ser la parroquia de un pueblo, se presenta bastante monumental, con su fachada de dos torres y una gran cúpula. El interior es de tres naves, separadas por columnas de piedra gris. Lo mejor no es retablo mayor, sino dos retablos laterales (los más antiguos) en la nave izquierda, de estilo barroco tardío. El prinero, de madera negra, muestra la Virgen del Carmen, el segundo un Calvario y una Virgen con espada en el corazón (1770).

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Después de contemplar la iglesia donde reinaban la penumbra y el silencio, volvemos a la luz cegadora de mediodía y caminamos durante una hora por las callejas de Agüimes. Antoinette h acertado: se trata de un pueblo muy bonito y auténticamente canario. En el centro a veces parece una  Kasbah de una ciudad árabe, tan estrechas y laberínticas se presentan sus callejas de casas bajitas de una sola o dos plantas, pintadas de blanco o amarillo. Y abundan farolas antiguas, como las conocemos de nuestra segunda patria Sevilla. El el sol está en el cénit, dibujando la frontera entre luz y sombra por el centro de las calles.

Normalmente en Canarias el termómetro apenas alcanza más de  30 grados debido a los vientos alisios, pero hoy es uno de esos días raros de calor total. Estimamos que la temperatura será de 35 grados. Así que ahora mismo no nos parece una idea magnífica comenzar una caminata por un barranco de 10 Kilómetros, por bonito que sea. Antoinette llega a proponer de tomar ahora un taxi desde Agüimes, ir en taxi hasta el final del Barranco, almorzar allí y luego, si nos quedan ganas, volver a pie a Agüimes  – "además entonces caminaremos cuesta abajo ", como subraya. I˙Buena idea! A pesar de negociar, el taxi nos parece algo caro. Vamos a velocidad reducida debiada a la estrechez y mala condición de la carretera. Las paredes pétreas del   Barranco se elevan cada vez más altas, desde 300 metros al principio hasta 1300 metros en su punto final.

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Como hoy es festivo no somos los únicos que han tenido la idea de venir aquí – ya durante el camino vemos muchos coches y motocicletas, y mucha gente sentadas a la sombra de algún árbol para disfrutar de una comida campestre. Cuando salimos del taxi nos vemos rodeados por símbolos de la civilización en vez de naturaleza salvaje: en la colina hay un Parking, la terraza de un restaurante, una muchedumbre vestida de fiesta. Antoinette está decepcionada: esperaba descubrir el mundo salvaje de las montañas y ahora es testiga de una invasión urbana. "Vámonos de aquí en seguida, a donde sea", me pide susurrando. Espontánemante seguimos un sendero alrededor de la colina, alejándonos del restaurante y de los coches. La colina al final del barranco es un fenómeno. Se eleva exactamente al final del  Barranco de Guadayeque, como si hubiera sido construida por la Oficina de Turismo, y con suficiente espacio para albergar el restaurante, las terrazas y el parking. Y desde la cima donde hay una capilla de piedra podemos disfrutar de unas vistas panorámicas. Arriba, las rocas oscuras del barranco, allá abajo la serpiente gris de la carretera a Agüimes y en la azul lejanía del este podemos ver el mar.

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Quedamos fascinados por el juego de los colores en las paredes del barranco. Hay un sinfin de matices desde amarillo ocre, marrón y diversos tipos de rojo hasta colores grisáceos y casi negros. A veces los colores aparecen como rayas separadas, arte abstarcto pintado por la naturaleza. Todo el cañón de Guadayeque es como un largo túnel abierto hacia el Atlántico. La parte superior  de sus pendientes consiste de peñascos desnudos, sin vegetación, en la parte inferior y en el valle hay muchas cácteas. No podemos ver el arroyo en el valle, pero estará allí donde quedan plantas verdes y algún y otro almendro.  Antoinette me cuenta de haber leído que hacía cuatro o cinco décadas había agricultura intensiva en el valle del Guadayeque, y que luego debiudo al auge del turismo abandonaron cada vez más campos y huertas. Pero las terrazas de huertas no sólo fueron abandonados porque el trabajo allí fue mucho más duro que trabajar en las terrazas de hoteles y restaurantes, sino porque el agua subterránea fue suministrada a los hoteles de la costa. A causa de la la falta de agua, abandonaron una Finca tras otra. Por ello, ya no quedan huertas de plátanos, almendros y mangos en el valle, sino sólo pitas, cácteas y zarzales.

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Bajando la colina descubrimos las puertas de casitas excavadas enla roca, toda una calle de  cuevas, con pequeños jardines e incluso con números encima de las puertas. A  Antoinette le gusta mucho la idea de vivir en una cueva así, casi se pone ist eufórica. Por segundos se plantea la posibilidad de alquilar una de las cuevas, porque le gustaría quedarse aquí, en una de las Islas Bienaventuradas. En este momento, una abuela sentada delante de la puerta de su cueva, es llamada por su hija que la esdpera con el almuerzo  –  ya son las 3 de la tarde.

Nosotros también ya tenemos mucha hambre y  Antoinette casi me besa cuando le digo que he traído todo para una buena comida campestre en mi mochila. Ahora el problema será encontrar un buen sitio para comer con tranquilidad. Ella impone condiciones bien difíciles: quiere un lugar que tenga vistas bonitas, sombra suficiente  (el sol todavía quema bastante, así que hace falta un árbol), pero lejos de familias numerosas y ruidosas, prefiere no ver el Parking desde allí y exige una roca que sea tan plana como una silla para sentarse cómodamente… "¿Acaso también ramas de flores entrelazadas que sirvan como sujetadores para nuestras copas de vino?" pregunto riéndome. "O, incluso hay vino y copas?" Ella se muestra muy contenta y después de una breve búsqueda, encontramos un buen sitio.

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La verdad es que podía haber sido algo más cómodo, pero una roca no es un sillón, es dura y no exactamente llana.  Pero un almendro nos da sombra y pronto tenemos una "mesa" llena de comida. Hay pan, atún en aceite, queso y jamón, aceitunas, tomates, papas, y de postre melón, papayas y mangos  y mazapán de Tejeda. El tinto, lamentablemente a causa de la calor, tendrá 10 grados más de lo que debía.

Animada por medio botella de Rioja "El Coto" (I˙la botella con el ciervo!), Antoinette propone volver a pie a Agüimes. La distancia será de unos 10 Kilómetros, pero cuesta abajo, y sin demasiada calor, el sol ya empieza a ponerse. Así que nos animamos a caminar siguiendo la carretera. Lamentablemente, no somos los únicos que ahora vuelven al pueblo o a la playa, muchas motocicletas y los coches todoterrenos van por la carretera, la que es tan estrecha que dos coches a la vez no caben, y menos en las curvas. En el borde de la pista asfaltada hay una zanja escarpada o cantos rodados,mezclados con mucho polvo. A pesar del esfuerzo incómodo, preferimos andar por la zanja, para evitar que alguno de los coches o motociclistas nos lleve consigo.  Avanzamos rápidamente, pero allá lejos vemos Agüimes como un espejismo entre cielo, montes y mar, brillando en la luz irreal de la tarde sin acercarse. Quedo mirando la bella estampa de ese pueblo canario y por un momento pierdo la concentración al caminar.

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De repente me caigo en la zanja. Mi rodilla derecha duele mucho y en la herida la sangre se mezcla con mucho polvo y piedras diminutas. Sería bien utilizar algún alcohol para desinfectar. En el otro lado de la calle un chico de unos 10 años está jugando al fútbol con su hermana un poquito mayor.  Preguntamos si tienen algún producto para desinfectar pero niegan con la cabeza.  Antoinette insiste en ofrecerme una botellita de su Eau de Parfum. Me ayuda a limpiar la herida y luego la cubre con un pañuelo de tela llena de perfume. Pronto la herida deja de sangrar y como efecto secundario mi rodilla despide un olor como un jardín entero plantado de jazmines.  El dolor es soportable, asi que I˙adelante! "Pero así no puedes seguir caminando…",comenta la niña lleno de compasión. Pero seguimos el camino dirección Agüimes , yo cojeando, cuando escucho como el chiquillo dice a su hermana: "Esos alemanes son duros, no hay quien los pare…" Contento con ese comentario vuelvo la cabeza para gritar como un niño travieso.

Texto + Fotos: Berthold Volberg

Cómo llegar
Por razones ecológicas recomendamos renunciar al alquilar un coche y tomar una guagua, desde Las Palmas hay una guagua directa, la N° 11 (empresa Global) a Agüimes fährt (tarda unos 30 – 40 minutos en llegar)
Desde Maspalomas/ Playa del Inglés se puede tomar las guaguas N° 1 o 36 o 90, pero hay que cambiar en Cruce de Arinaga, tomando la N° 22 (duración más o menos 1 hora)

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