ed 01/2015 : caiman.de

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[art_1] España: Don Carmelo y Cayetana en el Camino de Santiago
Capítulo Veintiseis: O Cebreiro – una aldea druídica y un sendero onírico por un mar de nieblas
Etapas: [26] [25] [24] [23] [22] [21] [20] [19] [18] [17] [16] [15] [14] [13] [12] [11] [10] [9] [8] [7] [6] [5] [4] [3] [2] [1]
 
26 de Junio de 2013. Después de una noche breve pero de sueño profundo conseguimos partir tan temprano como ayer – y será necesario. A las 6 de la mañana salimos del albergue de peregrinos de La Faba y empezamos la durísima subida al paso de O Cebreiro, tan temida entre los peregrinos jacobeos. El día de hoy nos llevará finalmente a los amenos bosques verdísimos de Galicia, pero en una etapa nada larga (sólo 26 kilómetros en total) nos esperan las tres últimas subidas duras del Camino. Será por ello uno de los días más penosos de nuestra peregrinación – pero quizás también el más hermoso.

Al principio todo me parece como una copia de la mañana de ayer. Un paisaje idílico lleno de sombras poco antes de la salida del sol, una subida por una senda terriblemente empinada, las típicas quejas inevitables de Cayetana.

Nuestro plan ha sido llegar antes de la salida del sol a la aldea mágica de O Cebreiro que parece un museo al aire libre, para contemplar desde allí como sale el sol de las nieblas matutinas. Pero sólo conseguimos llegar hasta el mojón de piedra que marca la frontera entre León (El Bierzo) y Galicia. Esa piedra, un bloque de granito, da la bienvenida a los peregrinos en Galicia, pero no sólo muestra la roja Cruz de Santiago, sino también un sinfin de grafitos agresivos, mensajes supérfluos de peregrinos que se consideraban demasiadamente importantes. Con mucha prisa seguimos por la senda empinada llena de cantos rodados.

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Cuando sale el sol todavía no hemos llegado al paso de Cebreiro, sino – a un montón de estiércol al lado de una vaqueriza. Los primeros rayos del sol iluminan las colinas llenas de retama y nos acompañan en la conquista final del paso de O Cebreiro (1306 metros de altura). Sin aliento y empapados de sudor contemplamos la oscura cruz de granito en el punto más alto y de repente sentimos mucho frío. Aquí en esta altura incluso durante el verano a una hora tan temprana hay ráfagas de viento helado. Debido al sudor de la subida, reaccionamos aún más sensibles al viento inesperadamente frío y no tenemos ganas de detenernos aquí para disfrutar de las vistas espectaculares. "¡Qué viento más asqueroso – vamos adentro!" grita Cayetana, y añade la pregunta impaciente: "...¿Y dónde está aquella aldea druídica misteriosa que me prometiste?" Miramos al oeste: como seres fantásticos, lentamente apareciendo al levantar sus velos de niebla, descubrimos las casas redondas llamadas pallozas de O Cebreiro con sus típicos techados de paja de forma piramidal. El frío nos hace correr para entrar lo más rápidamente posible en el único bar abierto a esta hora temprana.

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Apenas podemos entrar, dentro hay una auténtica bulla de peregrinos, huyendo de la tempestad y de la niebla para tomar algo caliente. A los recién llegados se unen los casi cien peregrinos que acaban de pasar la noche aquí mismo en la aldea que parece un museo. Dos bravos camareros y una cafetera automática solitaria están llegando a sus límites. No hay alternativa ninguna, porque volver a ese viento frío sin haber tomado café – ni hablar. Contemplamos el panorama de la barra con paciencia resignada: hay que esperar casi media hora nuestro turno, al final hay dos tazas grandes de café con leche y Tarta de Santiago en el trozito de la barra que acabamos de conquistar.

Después del desayuno nos damos una vuelta por la "aldea druídica". Las nieblas se han desvanecido  y también ha cesado el viento frío. La estructura de las típicas pallozas de O Cebreiro son de origen celta, actualmente todas las casas en esta aldea que es un museo al aire libre o se ha convertido en albergue de peregrinos o en una tienda de recuerdos. Todas menos una: la casa de Dios la que domina el pueblo. Estamos ante los muros milenarios del templo más antiguo de todo el Camino de Santiago, el que aquí en la puerta de entrada de Galicia desde hace casi 1200 años ha resistido tempestades, nieblas y las nevadas de innumerables inviernos.

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Al entrar en esta iglesia prerrománica, austera y sencilla, la atmósfera mística nos cautiva y nos hace recordar la capilla templaria de Eunate. A finales del Siglo XII, aquí en el interior de Santa María la Real aconteció un milagro. En una noche de invierno de temperaturas heladas un pobre campesino subió el sendero empinado, para ir a la misa. El sacerdote perezoso no tuvo ganas de celebrar la misa para el único fiel y le preguntó por qué había venido a pesar del tiempo tan adverso, sólo para ver algo de pan y vino. En aquel momento, la sagrada forma y el vino en el altar se convirtieron en carne y sangre. En la nave lateral derecha del templo se conserva el "Santo Grial" que contenía la sangre de aquel milagro y la estatua de la Virgen del Milagro parece contemplarlo todavía con una expresión de curiosidad. En la nave izquierda se encuentra una estatua de San Francisco, rodeada por muchos deseos ardientes – velas encendidas por peregrinos en este lugar misterioso para acompañar a sus fervientes oraciones. Ahora Cayetana toma también una vela y la enciende. Luego se arrodilla (no lo ha hecho desde su éxtasis lacrimoso en la Capilla de Eunate…), contempla la estatua y se queda allí casi inmóvil durante tres eternidades susurrando, sin apenas mover los labios. Muy curioso, al salir pregunto a Cayetana, para que ha rezado tanto tiempo delante de la estatua del Santo. Su respuesta espontánea hará palidecer a más de un clérigo: "Para el Papa Francisco – que Dios le vaya amparando, para que siga sobreviviendo todas las copas de veneno del Opus y de la Mafia vaticana..."

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Nos gustaría quedarnos más tiempo en la  "aldea druídica" O Cebreiro. Es un lugar muy turístico, pero a la vez único. Habrá un campo magnético invisible que emana su fuerza. Cayetana me preocupa (es que hoy es sorprendentemente pensativa la niña). Ahora se detiene delante de un escapárate, en el que exponen una colección de amuletos mágicos que muestran símbolos celtas. Finalmente, después de comparar mucho, elige uno. Después de comprarlo, sigue contemplando las líneas entrelazadas en su círculo celeste, totalmente fascinada. Su expresión del rostro parece ausente como si estuviera bajo influencia de una hipnosis y cuando finalemente me atrevo a "despertarla” y preguntar si el vendedor ha explicado o no la significación del amuleto, ella repite con orgullo las palabras del vendedor: "¡Este nudo circular de tres líneas infinitas simboliza el anhelo de perfección!” Después de superar mi perplejidad, sólo consigo disimular mi asombro con sorna: "Hoy no nos paramos en nimiedades ¿verdad?"

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Al salir de O Cebreiro el Camino sube por una colina que muy de repente se convierte en un mirador con vistas a verdes horizontes infinitos. Ya durante la subida a O Cebreiro, las vistas hacia el sudeste nos parecían increíbles. Pero el panorama que se nos presenta ahora hacia el noroeste, provoca un choque de belleza. Es como si el mundo allí abajo nos apareciera en el primer día de la creación. Un paisaje virgen e intacto, lentamente surgiendo de un mar de nieblas, islas luminosas de bosques verdísimos que giran alrededor del indicador azul y amarrillo con sus doce estrellas. Sollozos a mi lado interrumpen mi meditación. Anegada en llanto, Cayetana tiene la vista clavada en el verde abismo. "¿Pero qué te pasa ahora por el amor de Dios?", pregunto muy preocupado. Ella toca su nuevo talismán. Pasa casi un minuto, hasta que ella puede responder: "El mundo …allí abajo es tan guapo. Desde aquí…parece como si volaramos por encima de la tierra – como si fueramos ángeles."  (Mi compañera del alma me sorprende cada vez más. A principios de Junio ya había reservado una habitación en un hotel en Ibiza, para abrir otro capítulo de su Dolce Vita, lo canceló en el último minuto y se decidió por sorpresa mía de acompañarme de nuevo durante la segunda mitad del Camino desde Burgos. Y allí está ahora al borde del abismo, llena de lágrimas y sin saber por qué – obviamente  su segundo extasis místico después de lo de Eunate, provocado por un no sé qué).

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Después de este momento culminante seguimos en silencio el Camino, y a pesar de los dolores que sentimos en los pies y hombros, nos parece una senda onírica por un libro ilustrado de paisajes gallegos. La subida del Alto de San Roque ya no es ningún esfuerzo, con el tiempo ideal, soleado y con 28° grados. El último desafío para hoy es la subida del Alto de Poio (1337 metros). En la cumbre ya se ve desde lejos un cartel inmenso de un Bar que promete "Tostadas y Raciones" – una publicidad muy efectiva, ya que durante toda la subida los peregrinos tienen que fijar su mirada en esa promesa. Mientras que subimos jadeando y sin aliento, le prometo a Cayetana, que ésa será la última gran subida de nuestro Camino. "Siempre dices lo mismo – ¡pero ya detrás de la próxima curva seguro que nos espera otro monte igual que habrá que subir!", comenta mi acompañante escéptica.

Luego nos espera una larga bajada, pasamos por manadas de miles de vacas pacíficas y cabras contentas. En la aldea Ramil nos sorprende un monumento de la naturaleza: uno de los castaños más viejos de España. Tendrá cientos de años y su tronco se presenta como una obra de arte expresionista o como uno de esos árboles encantados en el "Señor de los Anillos”.

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Finalmente, a la hora de la Siesta, llegamos a nuestro destino para hoy: Triacastela. Como los dos primeros  albergues ya están completos, seguimos hasta la tercera y caimos como muertos para dormir una Siesta bien merecida, después de decidir que por la tarde participemos en la misa de peregrinos. Cuando a las 7 de la tarde nos acercamos a la Iglesia de Triacastela, un enorme gentío acaba de salir del templo: ¡han adelantado la misa de peregrinos una hora y se acabó! Cayetana no  me parece exactamente inconsolable, porque tenía miedo de que de nuevo el sacerdote la hiciera traducir las oraciones e impresiones de los peregrinos como ayer en La Faba. Regresamos al albergue de peregrinos, nos sentamos en la terraza y dejamos pasar las imágenes del día tan intenso ante nuestra mirada interior. Y durante los últimos cinco días hasta Santiago no echaremos de menos los templos monumentales, porque un descubrimiento especial nos enseñará: la verdadera Catedral de Galicia es su bosque, tan verde y místico.

Texto + Fotos: Berthold Volberg

Recomendaciones y Enlaces: Etapa desde La Faba vía O Cebreiro hasta Triacastela: 26,5 kilómetros

www.redalberguessantiago.com

Alojamiento en Triacastela: albergue privado de peregrinos "Berce do Caminho", Rúa Camilo José Cela 11; Tel. 982-548127 cocina, lavadora, Internet, máquina para bebidas frías, salón, gran terraza. Acogida amable. Cama 8 Euros.

Gastronomía en Fonfría: Bar/Restaurante "Casa Lucas": Menú de peregrinos (3 platos con vino incluído), 10-12 Euros (p. ej. Potaje de lentejas, alhóndigas de pescado, queso de Cebreiro). Muy recomendable, acogida amable y la comida buena y servida en cantidades generosas.

Gastronomía en Triacastela: Restaurante "Complexo Xacobeo" (también albergue de peregrinos): Menú de peregrinos (3 platos con vino incluído)  10 Euros, comida buena. Aquí tomamos una botella de "Rectoral de Amandis" (tinto de la uva Mencía, D.O. Ribeira Sacra para 8 Euros aparte del menú). www.complexoxacobeo.com

Recuerdos: en O Cebreiro cada casa es Bar/Albergue o tienda de recuerdos. La mejor tienda de recuerdos es: "Grialia": gran selección de amuletos celtas y "místicos" y otras joyas como cruces templarios, y a pesar de la gran afluencia de clientes los empleados amables ofrecen explicaciones competentes de la significación de cada amuleto. Correo electrónico: E-mail: grialart@gmail.com

Iglesias:
O Cebreiro: la Iglesia "Santa María la Real" es el templo más antiguo de todo el Camino de Santiago, construído en el Siglo IX (!), de tres naves en estilo prerománico, austero e impresionante por su sencillez, atmósfera mística. En la nave derecha se encuentran la Virgen del Milagro y el cáliz del milagro.

Iglesia de Santiago en Triacastela: parroquia gótica con ábside románica y torre barroca de 1790.

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