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VI. Silencio morado para la Verónica

23.00
delante del Ayuntamiento de Sevilla. De nuevo desfilan Nazarenos de color morado y gran solemnidad delante de nuestros ojos. Pertenecen a otra hermandad aristocrática que ya se fundó en el año 1450: “El Valle”. Esta cofradía lleva muchas insignias de gran valor en su procesión.


El paso del Valle delante del ayuntamiento
Cuatro acólitos vestidos de dalmáticas moradas, llevan un relicario de plata dorada con una reliquia de la Santa Espina. Detrás anda el magnífico Paso de la Coronación: el Cristo, una estatua de madera de cedro magistralmente tallada por Agustín Perea (1687), está maniatado y sentado en un trono improvisado, entregado a los atormentadores que le han puesto la corona de espinas. Otro ejemplo de realismo del Barroco sevillano.


Entre la fila doble de Nazarenos morados aparece de repente una joven mujer sin antifaz y con una cara como una virgen de Murillo. A la luz de las velas presenta con postura solemne una pintura borrosa del rostro de Jesús. Es la figura alegórica de la Verónica y la pintura simboliza el Santo Sudario. El siguiente Paso nos muestra esta escena de la Pasión: Verónica entrega el sudario a Cristo. Silencio morado. Es el primer Paso del día que va sin música.

En el centro del “escenario”o dorado y adornado con magnolias y alhelís se encuentran el Señor con la Cruz a cuestas y la Verónica. Este Cristo tiene un bello rostro, muy oscuro, que expresa los esfuerzos y tormentos de la Pasión. Lleva las tres potencias de oro que simbolizan majestad y poder divino – incluso en una Vía Dolorosa. Tiende la mano derecha al vacío, como contra la oscuridad, y en silencio sigue soportando el peso de la Cruz del sacrificio.
Pero ya se escuchan las trompetas de la marcha fúnebre que acompaña el Palio de la Virgen del Valle. Tenemos que buscarla, porque el tiempo urge, si no queremos perder la última cofradía del día. Estamos delante del Palio más antiguo de Sevilla, de terciopelo granate con bordados que en parte son de finales del Siglo XVII. Y en este “cielo” color granate están brillando cientos de estrellas de oro para consolar la Virgen y guiarla en su camino por la noche.

Cristo de El Valle

Texto + Fotos: Berthold Volberg


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