El sendero angosto se encuentra entre precipicio y abismo y apenas caben dos seres humanos uno pegado al lado del otro. Por ello, no podemos creer lo que vemos ahora: la ruina gris de un coche. ¿Cómo podía llegar a este lugar tan apartado, teniendo el sendero tan sólo la mitad de la anchura del coche? Ahora, esta ruina de la civilización parece un mudo guardián del abismo. Bajamos al Barranco de las Angustias...
La primera impresión, no obstante, resulta menos dramática de lo que suele evocar el nombre de este barranco en la isla canaria de La Palma, porque su desembocadura que se puede contemplar desde el mirador El Time cerca de la costa parece bastante ancha. Y el primer tramo del camino que lleva al interior del barranco resulta aun relativamente cómodo para andar y no promete aventuras: el cauce de un río del que sólo ha quedado un arroyuelo, un campo de rocallas. Empezamos a caminar avanzando rápidamente, pero con el calor de mediodía que en este valle al abrigo del viento se nota más que en la costa, pronto moderamos nuestro ritmo de andar.
Lamentablemente, el cielo que esta mañana se presentó de su color azul más intenso, entretanto se ha cubierto, hay calina y todos los colores parecen como si estuvieran cubiertos por un velo gris. A pesar de ello, las vistas que nos ofrece sobre todo el escarpado izquierdo del barranco son impresionantes. Lejos, al borde del precipicio, casi colgantes, podemos ver tres diminutas casas blancas a una altura de 400 o 500 metros, con sus platanales. El tubo para la conducción de aguas está pegado como una serpiente a la pared a pico de color gris moreno. Traerá el agua para regar estos lejanos jardines colgantes y subtropicales. |
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Delante de nosotros, está caminando un grupo de cuatro rentistas alemanes, todos luciendo ropa de deporte como si actuaran en un anuncio de publicidad de Adidas.
Y en este momento, otro turista, pero de apariencia mediterránea, posiblemente peninsular o italiano, se adelanta. Camina a un ritmo tan exageradamente rápido que dentro de poco podría marcar un nuevo récord del Barranco de las Angustias. Lleva unas gafas de sol chulísimas y en total parece confundir este barranco con una pasarela. Aparte de él y los cuatro alemanes no vemos un alma durante mucho tiempo.
Ayer visitamos el muy recomendable Centro de Visitantes del Parque Nacional en El Paso para prepararnos e informarnos. Llegamos a saber cómo este barranco más largo de La Palma que lleva al centro de la isla obtuvo su nombre amenazante. Durante la conquista española de la isla, este barranco de difícil acceso era el último refugio de la población autóctona de Benahoare (el nombre de La Palma antes de la Conquista) y aquí sufrió Angustias después de la última batalla. Huyendo de los conquistadores españoles que se acercaron viniendo desde la costa, en el invierno del año 1493, los habitantes se retiraron a la región más alta de las rocas del barranco a 2000 metros, donde muchos murieron de hambre y frío, antes de que los restantes cayeran en esclavitud. En el Centro de Visitantes, también se puede aprender mucho sobre los orígenes volcánicos de la isla, sus peculiaridades geológicas y vegetales, y sobre la gigantesca Caldera de Taburiente: un cráter volcánico que con sus 8 kilómetros de diámetro es uno de los más grandes del mundo.
Esta Caldera constituye a la vez el corazón de La Palma y sus bosques de pinos canarios están protegidos por un Parque Nacional declarado en el año 1954. El Barranco de las Angustias tiene su origen en la Caldera, es el único boquete de la misma y se abre hacia el oeste, llegando casi hasta la costa. Cuando llueve en La Palma, todo el agua se concentra en el valle de la Caldera y se precipita por el Barranco de las Angustias, donde el arroyo puede convertirse en un torrente caudaloso dentro de pocos minutos. Por ello, una excursión con lluvia por este barranco resulta muy peligrosa.
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Esta tarde, el arroyo que busca su camino por el centro del barranco, parece pacífico, pero al caminar adentro hacia la Caldera, lleva cada vez más agua. Después de caminar 2 o 3 kilómetros, llegamos a un lugar donde el arroyo es demasiado profundo para cruzarlo.
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Aquí nos esperan los cuatro rentistas deportistas que no saben qué hacer y están discutiendo en el dialecto de Suabia. Pues, aquí ya no hay camino, las rocas altas forman casi un túnel estrecho y el arroyo se estanca, formando una honda cuenca. La única posibilidad de seguir avanzando consistiría en atrevidos ejercicios de escalar. El más valiente de los suabios inicia un intento, pero pronto fracasa, porque el peñasco encima de la cuenca es muy resbaladizo, no ofrece ninguna posibilidad de agarrarse. El segundo lo intenta también, pero tampoco lo consigue a pesar de los gritos de animación de sus compañeros resigna y se deja caer. Entonces los cuatro se sientan para servirse una merienda abundante.
A nosotros tampoco nos resulta fácil continuar la conquista del Barranco de las Angustias. Tardamos hasta el tercer intento hasta encontrar un ángulo entrante en otro peñasco donde se puede apoyar con un pie para luego subir arrastrándose una escena más graciosa que heróica. Al llegar al otro lado del peñasco, no hay remedio: tenemos que saltar al agua y vadear un poco hasta que de nuevo exista una orilla para caminar. A partir de aquí, la excursión es más bien saltear y vadear que una caminata, porque constantemente hay que cruzar el arroyo, cada vez más caudaloso, saltando de una piedra a la próxima, para llegar al otro lado cuando desaparezca la orilla en nuestro lado.
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De repente, vemos un puente colgante que se encuentra a una altura considerable. Y en este puente casi no lo hubieramos notado está tumbado el joven moreno que llevaba las futuristas gafas de sol. Está presentando su bañador de color burdeos como si fuera un modelo de Dolce & Gabbana, pero nuestras miradas buscan en vano un fotógrafo entre los peñascos que podría explicar tal postura. Aparte del Por qué cabe preguntar cómo había llegado allí arriba. Bueno, queda allí, abandonado al sol que ahora vuelve para media hora, y abandonado a las miradas de las lagartijas.
Las paredes de las rocas nos encierran, cada vez se acercan más y el barranco parece más estrecho. De repente, estamos ante un arco impresionante de piedra, labrado por las fuerzas naturales, como un portal por el que se entra a lugar más sagrado. En silencio y casi con reverencia, pasamos y entramos en la parte más retirada del Barranco de las Angustias. Estamos completamente solos, sólo se escucha el viento. Allí nos espera el final del barranco. A unos 500 metros de distancia, se abre a la Caldera, cuyos paredes de altura espectacular ya se pueden ver. El centro de la Caldera es muy verde, la parte inferior de las paredes de las rocas está poblada por innumerables pinos canarios. Nos encontramos en un auténtico Templo de la Naturaleza que impone un silencio inquietante. Un extraño susurro retumba de las paredes de la Caldera. ¿Serán los suspiros de las almas de los habitantes primitivos que murieron aquí ?
Pero de repente, escuchamos voces muy terrenales detrás de nosotros: los cuatro valientes rentistas suabios al final han encontrado el camino y nos han alcanzado junto con la realidad profana. Huimos y subimos por el bosque. La Caldera de Taburiente, casi circular, parece una grandiosa corona de rocas cuyas cumbres varían entre 2300 y casi 2500 metros de altura. |
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Ahora nos encontramos en el centro de la Caldera y nos paramos ante el Roque de Idafe. Sin duda, un lugar mágico y legendario. Se trata de una aguja rocosa bastante alta que se encuentra en el corazón de la Caldera y no es de asombrar que era un adoratorio de los habitantes primitivos de La Palma. La forma de este campanario pagano sólo se puede definir como fálica. No se sabe con certeza qué tipo de ceremonias se celebraron aquí. Sigue siendo un misterio que queda por explorar todavía.
Después de que hayamos matado el hambre comiendo un kilo de plátanos canarios, comenzamos a volver lentamente a la costa. Como recompensa después de la paliza de esta caminata de casi 12 kilómetros por la montaña, por la noche habrá un baño en el Atlántico cerca de Tazacorte. Y la experiencia de haber explorado el corazón misterioso de La Palma.
Recomendaciones y Enlaces:
La caminata por el Barranco de las Angustias:
Desde Los Barros hasta la Caldera de Taburiente son ca. 4 Kilómetros, hasta el Roque de Idafe ca. 6 Km. Aunque parezca poco, hay que calcular también el regreso.
En caso de lluvia o pronósticos de lluvia hay que renunciar a la excursión por el Barranco o la Caldera, porque la lluvia trae consigo muchos peligros, p.ej. desprendimiento de piedras. Además, si llueve mucho, el arroyo del barranco se convertirá en un torrente caudaloso e incalculable dentro de pocos minutos.
Durante los meses de invierno, habrá que renunciar completamente a una excursión por el Barranco de las Angustias, ya que el arroyo suele llevar mucho más agua que en el verano, apenas hay camino. Además, puede haber nieblas y las diferencias de temperatura entre costa (20° grados) y las cumbres de la Caldera (a veces 0° grados) pueden llegar a ser extremas y resultan nada agradables al caminar.
Parque Nacional de la Caldera de Taburiente
Centro de Visitantes
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38750 El Paso
Isla de La Palma (Tenerife)
Tel.: 0034-922-497277
Fax: 0034-922-497277
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Texto + Fotos: Berthold Volberg
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