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El Salvador: Magia en las manos
Ruta Artesanal Salvadoreña

Negocios & Turismo hace un completo recorrido por algunos pueblos que se destacan por su ingenio y calidad artesanal.

La imaginación de los salvadoreños no desaprovecha nada, las creaciones van desde tejidos en fibras naturales como el tule, el henequén y el hilo de algodón, además del oro, plata, barro, cuero y madera.

Con la infinidad de materiales que se procesan el visitante puede encontrar miles de productos para todas las necesidades y gustos, como muebles rústicos, imágenes de santos, artículos decorativos, hamacas, sombreros, textiles, fuegos artificiales, joyería y mucho más.

El turista puede adquirir estos souvenires en el mercado de artesanías y en tiendas especializadas de la capital, o decidirse a recorrer por sí mismo los pueblos donde son elaborados.

He aquí diferentes opciones a donde puede ir, adquirir lindos recuerdos y aprovechar un paseo por la campiña y pueblos coloniales.


Algo muy salvadoreño

El reconocido pueblo artesanal de La Palma, Chalatenango, localizado a 70 minutos de San Salvador y fundado en 1815, produce las piezas artesanales que identifican mundialmente a El Salvador.

En los años setentas, Fernando Llort, famoso artista salvadoreño, enseñó a los pobladores su arte naif, que representa en sus formas momentos de la vida rural cotidiana, rodeado de flora y fauna típica, aplicados sobre gran variedad de artículos de madera.

También encontrará miniaturas naif en semillas de copinol, planta papilionácea que predomina en el lugar, transformadas en llaveros, aretes, dijes, rosarios y accesorios para el cabello.

En los más de 80 talleres de La Palma, se trabaja en estos materiales y otros como el barro que sirven para la elaboración de coloridos cofres, marcos, juguetes y figuras decorativas que singularizan a la artesanía salvadoreña.

El norteño pueblo de La Palma goza del clima más frío de El Salvador, ya que está situado entre montañas y abundante vegetación, tan propicia para caminar entre pinos y ríos, respirando aire puro. Dentro de estos verdes parajes encuentra hoteles con instalaciones adecuadas para el descanso y la diversión de toda la familia.

Muy cerca de aquí, a sólo 4 kilómetros de la frontera con Honduras en la cordillera Alotepeque – Metapán se encuentra la villa de San Ignacio, fundada en el siglo XVIII. Ha salido del silencio de los bosques que la rodean para darse a conocer por sus preciosos artículos en madera de pino con decoraciones florales con un toque de antiguo.

Son muy apreciados sus cofres, portarretratos, bandejas, portalápices, revisteros y otros productos que crearán un ambiente clásico a su hogar.

En la zona Paracentral encontramos Ilobasco, en el departamento de Cabañas, internacionalmente conocido por el barro que da vida a un sin fin de figuras decorativas y de gran calidad.

El turista puede ver cómo la arcilla poco a poco se va transformando en casitas, representaciones navideñas, jarrones, macetas, frutas, escudos y hasta en los tradicionales huevos, que en su interior guardan pequeñas sorpresas de índole religiosa y folklórica.

Influencia colonial

Para los amantes de los souvenires esta ruta los lleva a conocer lugares donde aún se trabaja en telares de pedal coloniales. A 59 kilómetros de la capital, se encuentra San Sebastián, departamento de San Vicente, dedicado a la producción de textiles para la elaboración de hamacas, edredones y sábanas, cuyo trabajo entremezcla las costumbres y los parajes de este poblado.

En el departamento de La Paz sobre la carretera del Litoral, encontramos Zacatecoluca, fundada en el siglo XVIII, cuyo nombre en náhuatl significa “Lugar de Búhos y Hierbas”. Actualmente es el único lugar del país que continúa elaborando orfebrería con la técnica de la filigrana en oro y plata introducida durante la colonia.

Haciendo un recorrido por la ciudad, se sorprenderá al admirar la paciencia, habilidad y precisión de los joyeros al embobinar el finísimo hilo de metal con el que se formarán rosas, orquídeas y otros detalles minúsculos que se integran a variados artículos como pulseras, aretes, anillos y dijes.

Reminiscencia precolombina

De camino hacia la frontera con Guatemala a 16 kilómetros de Santa Ana se encuentra la ciudad de Chalchuapa, cuyo nombre en lengua náhuatl significa “Río de Jade”, debido a los importantes yacimientos de este mineral en sus alrededores, explotados durante la época prehispánica.

Hoy en día sigue presente la talla del jade en las variantes verde y negra, reproduciendo ídolos, ceniceros, animales y cuentas para collares. En la actualidad los artesanos del barro están experimentando una nueva técnica en la reproducción de figuras precolombinas, con acabados que representan a la perfección los motivos heredados de los antepasados indígenas.

Además de su interés artesanal, Chalchuapa es un importante destino arqueológico porque cuenta con las ruinas del Tazumal, Pampe, El Trapiche, Casa Blanca y Las Victorias, que constituyen un área de 5 kilómetros cuadrados con un inmenso valor cultural, donde podrá encontrar pintorescas tiendas que ofrecen al visitante hermosas piezas decorativas.

En el centro del país a 15 kilómetros de la ciudad capital está la villa de Panchimalco, población de origen precolombino tolteca. Es el único lugar donde todavía se trabaja el antiguo arte del tejido en telares de cintura, como se hacía antes de la conquista española, en los que se produce variedad de mantas y paños en alegres colores.

La bella iglesia colonial ofrece una tradicional estampa donde se puede encontrar algunas ancianas que aún utilizan el traje tradicional indígena.

Finalmente en el oriente del país se encuentra Guatajiagua, una ciudad de origen lenca, cuyo nombre significa “Valle con cultivos de tabaco”, lo que era su principal actividad en la época prehispánica. En la actualidad es muy popular la producción de alfarería negra.

Generalmente son las mujeres de Guatajiagua las que se dedican a la elaboración de comales, sartenes, ollas y tinajas, que luego pintan con un tinte vegetal a base de semilla de nacascolo, con lo que se obtiene el particular color negro, que resulta tan atractivo para propios y extraños.

Las variadas influencias que los salvadoreños reciben de sus ancestros, colonizadores e incluso, artistas contemporáneos, hacen de su artesanía un producto con calidad de exportación y apreciado valor alrededor del mundo. Cuando visite el país no pierda la oportunidad de recorrer los pueblos artesanales, donde además de adquirir preciosos recuerdos disfrutará de la tranquilidad de la naturaleza y la hospitalidad de sus pobladores.

Corporación Salvadoreña de Turismo
Teléfono (503) 243 7835
www.elsalvadorturismo.gob.sv
email : corsatur@salnet.net

Cámara de Artesanos
(503) 263 2400

Texto + Fotos: editorial alejandria
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