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Portugal: Estremoz – un Castillo melancólico en el Alentejo

Sevilla, Martes Santo, 15. de Abril 2003, por la mañana. Desde hace tres días, está lloviendo a bañeras en la mayor parte de Andalucía. Hoy será el tercer día consecutivo sin las magníficas procesiones de Semana Santa en Sevilla. Mi amiga Amparo y yo contemplamos los apocalípticos pronósticos del tiempo en la tele y luego miramos por la ventana: un panorama de grises de los más oscuros y llueve sin cesar. Con un tiempo tan gallego, incluso una ciudad blanca y luminosa como Sevilla se convierte en un paisaje de luto. Pero en este momento, cruzando nuestras miradas melancólicas, tomamos espontáneamente una decisión: en vez de pasar aquí el tercer día entregándonos plenamente a la "depresión semanasantera", cogemos las llaves del coche y partimos en dirección hacia noroeste con destino Portugal.

La lluvia nos sigue acompañando durante la primera mitad del día, mientras que avanzamos lentamente por las angostas carreteras de la Sierra Morena. Pero ya por la tarde, en Olivenza, cerca de la frontera portuguesa, vence el sol y sus rayos rompen por los nubarrones. La mañana siguiente, nos levanmtamos muy temprano – quizás también debido a la incomodidad del Hostal en Olivenza donde pernoctamos. Nuestro destino: Évora, la capital monumental del Alentejo. Cuando cruzamos la frontera, son poco más que las 6 de la madrugada y aún no ha salido el sol y no hay nubes de lluvia, lo que ya es algo.

Ahora Amparo propone de visitar también Estremoz, antes de viajar a Évora – una muy buena idea, porque esa mañana en Estremoz nos regalará unas impresiones inolvidables. Abandonamos la autopista recién construída con fondos de la Unión Europea y entramos en un paisaje encantado: estamos rodeados de velos de niebla matutina, iluminados por la luz del sol saliente, y prados primaverales llenos de flores que brillan de rocío. Y encima del mar de nieblas, como una visión onírica, se erige a unos 500 metros de altura el castillo de Estremoz.

La carretera nos lleva cada vez más cerca, ya se puede ver las almenas de la muralla. De repente, hay otro camino a la derecha y un letrero que indica "Bairro Histórico". Seguimos esta promesa y nuestro coche sube traqueteando por la carretera de adoquinado de piedras combadas que nos lleva por la niebla. La verdad es que este camino parece más bien un camino particular que una calle al casco antiguo de una ciudad.

Ya convencidos de que nos hemos equivocado, estamos a punto de volver, cuando por la niebla podemos descubrir la puerta de la ciudad antigua de Estremoz. El puente levadizo está bajado y entramos en un mundo medieval. Son las siete y media cuando bajamos del coche y la vida en las callejas blancas de Estremoz, escondidas detrás las murallas oscuras, parece todavía dormida. Algunos perros semi-abandonados están ladrando, pero sin ganas y todavía cansados. Ropa blanca está flotando en la brisa matutina, una abuelita muy vieja y naturalmente vestida de negro, se asoma desde una ventana, pero en el momento en el que descubre a nosotros, cierra de un golpe las contraventanas.


No exactamente una recepción a cuerpo de rey como se debería esperar en un castillo.

Pero los primeros del sol que consiguen superar la muralla, iluminando las callejas blancas, nos consuelan. Nos imaginamos nuestra llegada en el Siglo XIII, en el que construyeron esta fortaleza: toques de trompetas anuncian nuestra visita y nos acompañan durante la subida por la empinada "Rua Direita". Al final de esta calle central se erige la muralla interior de la fortaleza. El Castelo de Estremoz se construyó en el punto más alto de la colina, separado por otra muralla del resto de las casas, así que parece una "mini-ciudad" dentro del casco antiguo. Empezaron a construir este baluarte medieval a partir de 1258 y durante el reinado de Dinis I., un par de décadas después, fue ampliado.

Pero en 1698 hubo una horrible explosión de pólvora en el arsenal que destruyó parcialmente el castillo y el palacio real. Por ello, muchos edificios del castillo son de siglos más recientes, porque tenían que ser reconstruídos en el Siglo XVIII.

Estremoz nunca ha sido una ciudad muy importante – más bien un "pueblo monumental" que no obtuvo su derecho municipal antes de 1926. Y en efecto, todavía hoy, el barrio histórico parece más pueblo que ciudad. No obstante, este lugar ha sido escenario de acontecimientos históricos de suma importancia. La Reina Isabel de Aragón, esposa del Rey portugués Dinis I., comenzó aquí mismo su obra cristiana y regaló muchos de sus bienes a los pobres, siendo santificada después de sau muerte.

Esa "Madre Teresa de Portugal" murió aquí en el palacio del castillo en el año 1336. Una capilla abierta está dedicada a su memoria. A principios de la Edad Moderna, 1497, el Rey Manuel I. declaró aquí al famoso Vasco da Gama solemnemente capitán de la flota que iba a explorar las costas africanas y a descubrir el camino a la India.

Hoy día, el Castelo de Estremoz, a pesar de muchas restauraciones y reconstrucciones, se presenta como una joya ópticamente intacta de la Edad Media. Alrededor de la majestuosa torre principal hay un conjunto de monumentos de distintas épocas: el antiguo Palacio Real de Dinis I., hoy "Parador" ("Pousada Rainha Santa Isabel"), en frente se encuentra una de las pocas Iglesias renacentistas del Alentejo, Santa María do Castelo, construída en el Siglo XVI. y a pesar de unos retablos barroquizados muestra un estilo renacentista puro y casi austero. Al lado está la Sala de Audiencia del Rey Dinis, de estilo gótico suntuoso del Siglo XIV, hoy destinada a exposiciones de arte. Al lado de esta sala se puede contemplar la ya mencionada Capilla de Santa Isabel y en frente, ya bajando, el Museo de Estremoz. Desde la estatua de la Santa Reina se ofrece la mejor vista del panorama de las llanuras florecientes del Alentejo, que pertenece – como la vecina Extremadura española – a los paisajes más bonitos y arcádicos de Europa.

Ahora han desaparecido las nieblas matutinas y después de tantos días de lluvia, la luz del sol parece más deslumbrante que otros días, pero a pesar de ello, una atmósfera melancólica parece dominarlo todo y uno casi imagina escuchar canciones de "Madredeus" cuyos sonidos están flotando encima de las llanuras luminosas.


Al desaparecer, los velos de niebla, aguzan la vista y ahora no sólo vemos las impecables fachadas recién pintadas de blanco, sino también bastantes casas semi-arruinadas, algunas son sólo fachadas sin nada detrás, "palacios del viento".

Ya es mediodía, hemos visitado todo el castillo – y todavía no hemos visto apenas seres humanos. Como si los habitantes de Estremoz se escondieran en sus casitas, amparándose de las miradas curiosas de visitantes y forasteros. Desiertas y llenas de soledad parecen las blancas callejas del Bairro histórico, sólo delante de la Iglesia descubrimos un par de almas: tres abuelitas de negro que preparan flores para Santa Isabel, y en frente está el cajero del Museo apoyándose en la entrada y fumando una pipa. No estamos seguros si su mirada es la de un campechano o si simplemente expresa un inmenso aburrimiento.

Silencio y cierta falta de acontecimientos dominan el escenario pacífico de esta colina medieval. Empezamos a echar de menos bares, restaurantes, tiendas y todo lo vivo que pertenece a una ciudad – aquí en el castillo de Estremoz se busca en vano tales concesiones a la vida moderna. Ropa blanca flotando en el aire ya constituye el máximo de acción.

Por ello, pasamos ahora por el arco de la muralla, dirigiendo nuestros pasos a la parte moderna de Estremoz. Aquí finalmente podemos ver habitantes y en la movida Plaza Mayor encontramos la muy recomendable "Pastelaria Formosa" (Rossio Marques Pombal N° 93). Naturalmente, esta partte de la ciudad no puede ofrecer el encanto melancólico del barrio histórico, pero también destacan un par de monumentos: p. ej. la Iglesia barrocaz.B. de São Francisco o el antiguo Convento "Nossa Senhora da Conceição". Una mitad de esta gran ex-convento secularizado se ha convertido en un Museo de Arte Sacro, mientras que la otra parte de este edificio sacro está dedicado a una función muy profana: sirve como Jefatura Superior de Policía! Es divertido observar cómo los policías extienden sus actas debajo de las miradas de ángeles, vírgenes y niños Jesús que adornan los azulejos de color blanco y azul de las paredes del Convento. También parece simbólico de la paz y tranquilidad de la vida en esta pequeña ciudad del Alentejo. Pues, seguramente, los policías no tendrán mucho trabajo en un lugar tan pacífico e idílico (además, tampoco parecen como si tuvieran ganas de aclarar muchos delitos...).

Antes de seguir nuestro camino a Évora, echamos una última mirada a la fortaleza de Estremoz, donde la torre principal del castillo domina todas las pequeñas casas blancas, siendo un testigo melancólico de la Edad Media.

Texto + Fotos: Berthold Volberg para imprimir  

Recomendaciones y Enlaces:

Hay pocos hoteles y hostales en Estremoz, es más recomendable pasar la noche en la cercana Évora o eligir la alternativa de lujo en el antiguo palacio real de Estremoz (Parador):

Pousada Rainha Santa Isabel
Largo de Dom Dinis
7100-509 Estremoz
Tel.: 00351-268332-075
Fax: 00351-268332-079
www.alentejo.no.sapo.pt/pousrainha.html
Precio: 126 – 293 € por noche
En la Pousada también hay un restaurante de lujo que ofrece menús recomendables a partir de 25,- 35,- € por persona.

Pastelaria Formosa
Rossio Marques Pombal N° 93 (Plaza Mayor)
Pastelería muy recomendable
www.alentejodigital.pt/estremoz/
Esta web ofrece información sobre la historia y monumentos de Estremoz, así como Fotos (todo en portugués)


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