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caiman.de junio 2001
españa

El Destino de un Filósofo cordobés:
La Lucha de Averroes por un Islam “razonable” parece más actual que nunca

Córdoba en el año 1195. Aunque para el personaje a quien dedicamos este artículo, el calendario marcó el año 591 después de la hégira (el sistema cronológico del Islam comienza a partir del 16 de julio de 622, la fecha de la huida del profeta Mahoma de Meca a Medina).
Delante de la Gran Mezquita de los Ommíadas amontonaron una gran cantidad de libros que ahora están en llamas. Al lado de la puerta de la Mezquita que hoy se llama Puerta del Perdón, un viejo hombre tiene que presenciar la quema de la obra de su vida.


La Gran Mezquita de Córdoba

Miles de horas de estudios, una radiante ilación de pensamientos, formada durante décadas y apuntada en mil páginas por escribanos diligentes para la eternidad. Ahora se esfuma, convertida en cenizas. Y esto no es todo. El venerable viejo también tiene que soportar la agresión y las burlas de sus adversarios que le escupen en su rostro aristrocrático. Está expuesto a la vergüenza, perseguido por los fanáticos vestidos de verde, seguidores de un Islam mal entendido. Ya no puede reaccionar, no puede huir de sus comentarios vulgares. Pues, cada réplica podría ser ahora su sentencia de muerte. Ha salvado su vida, sí, pero mañana será desterrado. Significa el punto más bajo de su vida tan exitosa durante mucho tiempo.

El viejo sabio se llama Abul Walid Mohammed ibn Ahmad ibn Mohammed Ibn Ruschd. En la Europa cristiana lo llaman Averroes. Había nacido en 1126 – es decir, 69 años antes de ese día del terror – siendo hijo de un teólogo prestigioso de Córdoba. Y durante toda su vida, le acompañaba el problema de la compatibilidad de razón y fe.



La estatua de Ibn Ruschd (Averroes)
delante de la muralla árabe

Llegó a ser el filósofo islámico más importante. Construyó su ideario en el fundamento del que consideró el pensador más grande de la humanidad: Aristóteles, a quien llegó a llamar “la regla de la verdad”. Tenemos que agradecerle a Ibn Ruschd y sus voluminosos comentarios aristotélicos el hecho del «renacimiento» del gran filósofo de la Antigüedad en la Edad Media cristiana. Pues, estos comentarios, difundidos por averroístas, vía Toledo llegaron a la Sorbona de París donde pronto fueron discutidos apasionadamente.

Ibn Ruschd explicó su filosofía aquí, en el patio de la Gran Mezquita de Córdoba. Un ambiente ideal para discursos filosóficos, discusiones teológicas o lectura pacífica, de la que se puede disfrutar, estando sentado entre naranjos y cipreses. Y en ese sitio, él presentó a sus estudiantes y seguidores su obra más famosa : «La contradicción de la contradicción ». Llamó la atención, porque osó contradecir al prestigioso teólogo Al-Gazali, lo que causó enojo considerable entre los musulmanes ortodoxos. De modo simplificado, se puede resumir las ideas de Ibn Ruschd en tres principios:

1. El Mundo no tiene principio, nunca fue creado de la Nada, y Alá es el “motor del universo”

2. Sólo existe un intelecto del que participan todos los seres humanos, no hay intelecto individual

3. Por ello, no puede haber inmortalidad del alma individual
Sobre todo este último pensamiento provocó la ira de los fanáticos que le acusaron (falsamente) de ateísmo. Pero Averroes luchó por una reconciliación entre religión y filosofía. Para él, la religión era «filosofía en metáforas», así que creó la expresión de la «doble verdad»: el filósofo la descubre directamente, y al pueblo se la descubre mediante la religión, por parábolas.


El Campanario barroco
en el Patio de la Mezquita
Sus alumnos dijeron que en la vida de Ibn Ruschd sólo había habido dos días, en los que no se dedicó incansablemente a sus estudios : el día de su boda y el día de su muerte. Dando así un ejemplo ideal a sus estudiantes, al mismo tiempo los teólogos ortodoxos no le podían ver ni pintado. Pero durante mucho tiempo no podían hacer nada, porque el califa le amparó y le concedió favores cada vez más grandes. En el año 1169, le nombró cadí de la Mezquita de Sevilla, en 1171 cadí de Córdoba, y en 1182 llegó a ser médico de cámara del califa en la corte de Marrakesch.



Un rápido ascenso en la jerarquía de los almohades que provocó la envidia de muchos en la corte. Como más tarde en muchos casos de la Inquisición – la religión sirvió de pretexto para descartar la influencia de Averroes y llevarle a la prisión. Sus enemigos crearon un ambiente de odio y terror, buscando el apoyo de las masas fanatizadas por sermones. Al final, en aquel funesto año de 1195, el califa Ya`kub Al-Mansur se vió obligado a desterrar al sabio filósofo al pueblo Lucena. Allí pasó dos años y medio de destierro y reclusión domiciliaria. No debía publicar nada después de la quema de sus libros. Muy acertadamente, los teólogos islámicos llaman la interpretación dogmática del Islam que prohibe la búsqueda individual de cognición (como la había propagado Ibn Ruschd) “el cierre de la puerta”.

Pocos meses antes de su muerte, cuando él mismo ya había perdido la esperanza que su triste y humillante situación podría cambiar, una petición de letrados de Sevilla logró su rehabilitación. Ibn Ruschd pudo volver a la corte de Marrakesch, donde murió el día 10 de diciembre de 1198.




Bab Al-Wuzara (787), la puerta
más antigua de la Mezquita

La Puerta de San Miguel, la más bella
El año siguiente, un grupo de sus seguidoresllevó sus despojos mortales a su querida ciudad natal Córdoba. De ese modo, regresó a aquel lugar donde celebró sus triunfos. Córdoba, la antigua capital islámica del oeste, ha regalado al mundo dos ejemplos luminososde un Islam tolerante.

Especialmente en nuestra época, tan marcada por noticias de “talibanes” y prejuicios negativos con respecto al Islam, no debemos olvidarlos: las ideas de Ibn Ruschd y el incomparable “Templo de la Tolerancia” que es la Gran Mezquita cordobesa. Este inmenso edificio, cuyo patio fue escenario de los discursos de Averroes, sigue siendo la segunda mezquita mayor del mundo (180 x 130 metros). En ella, elementos sublimes de diferentes religiones y épocas componen un portento de la arquitectura mundial, del que pueden gozar igualmente «moros y cristianos».

Cada árabe y cada europeo debería peregrinar una vez en su vida a Córdoba para mirar con asombro ese bosque de columnas que parece infinito. Cuando comenzaron las obras por orden del emir Abderrahman I. en el año 785, integraron numerosas columnas y capiteles de templos romanos e iglesias visigodas en la construcción. Para la decoración del Mihrab con mosaicos dorados, el califa Al-Hakam II. contrató expertos bizantinos de la – irónicamente en aquel tiempo aún cristiana – Constantinopla.

En 1523, casi tres siglos después de la Reconquista, construyeron la catedral renacentista en el centro de la mezquita, lo que luego se ha lamentado tantas veces. Incluso el Emperador Carlos V., no efectivamente muy inclinado a la tolerancia “desmesurada”, dijo perplejo: “Habéis construído algo que se puede ver en cualquier parte, para destruir algo que era único”.


Vidriera de la Catedral renacentista

Pero no es tan grave. La alta y luminosa cúpula catedralicia interrumpe de manera algo violenta el bosque de columnas de la mezquita y su penumbra, mas abriendo a la vez un diálogo arquitectónico interesante.

Además, los cristianos respetaron absolutamente el sanctasanctórum del templo islámico, el grandioso mihrab y sus alrededores. Y la catedral de Hernán Ruiz es también imponente. Así que Córdoba tiene la única Mezquita-Catedral, que se puede convertir hoy día en el más bello símbolo de tolerancia entre las dos religiones más importantes del mundo. Aquí cada uno – según su fe y gusto – puede rezar delante del mihrab o delante del retablo mayor (o simplemente contemplarlos ). Estoy seguro que a Ibn Ruschd le hubiera gustado ese edificio abierto a todos.
Pero también su obra fue salvada. Sus seguidores conseguieron llevar “clandestinamente” libros suyos que habían escondidos a la Europa cristiana. La puerta de la libertad del pensamiento estaba abierta de nuevo. El filósofo islámico más grande no fue olvidado, sino obtuvo cada vez más lectores. Con motivo del 800. aniversario de su muerte, en el año 1998, el director egipcio Youssef Chahine honró a Averroes en su magnífica película “El Destino”. Y el lema de su cine es como una advertencia divina dirigida a todos los fanáticos fundamentalistas del mundo:

“¡Los pensamientos tienen alas, nadie los puede encerrar!”
¡Inschallah!


Enlaces:
Informaciones sobre los monumentos y museos de Córdoba,
incluyendo fotos
http://www.red2000.com/spain/cordoba/sight.html

Ofrece los horarios de todos los museos de Córdoba
http://www.uco.es/informa/local/cordoba/prologo.html

Después de la Mezquita y Averroes, el Caiman recomienda:
Restaurante San Basilio
(C. San Basilio N° 19 y 29, cerca del Alcázar y de la muralla árabe)
Tel.: 957-297007
Platos típicos de Córdoba, un excelente salmorejo, pescados a la plancha.



Edificio de una Heladería en Córdoba

Vinos: buen blanco de Montilla, y para terminar de postre hay que pedir el magnífico Moscatel
"Lagrimas de la Purísima"

Texto + Fotos: Berthold Volberg

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