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Argentina: Nuevo presidente argentino
Néstor Kirchner renueva las esperanzas

El 25 de mayo, en el 193° aniversario de la Revolución de Mayo, el país vivió con clima de fiesta y muchas expectativas la puesta en funciones del nuevo presidente Néstor Kirchner. El primero en ser elegido mediante el voto popular 16 meses después del derrumbe de Fernando De la Rúa, que provocó - entre otras muchas cosas - una de las crisis institucionales más severas de la historia de este joven país.

El 27 de abril, Argentina llegó a las elecciones en un clima de tranquilidad insospechado apenas un año atrás. Y es que después de la salida tan traumática del presidente Fernando De la Rúa el 20 de diciembre de 2001 y la sucesión de cinco presidentes en 15 días, hizo su ingreso a la Casa Rosada aquel que había salido segundo en las elecciones de 1999: Eduardo Duhalde.

A pesar del clima de violencia social, protestas permanentes de todos los sectores sociales, cortes de rutas y presiones extrernas por el pago de vencimientos de una deuda externa millonaria con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sin financiamiento y con una gran fuga de capitales que diezmó las reservas monetarias a un tercio en cuestión de meses, Duhalde pudo tomar medidas extremas en materia económica. Entre éstas, el abandono de la convertibilidad y el paso de un tipo de cambio fijo a un sistema de flotación "sucia", es decir con intervención del Banco Central Argentino.

país en crisis
Los efectos de estas nuevas medidas económicas en la sociedad fueron devastadores: El 60 por ciento de la población pasó a vivir en la pobreza, el 30 por ciento a la indigencia; la desocupación trepó al 17,8 por ciento. Sin embargo, estos datos también provocaron la mayor movilización y participación de una sociedad que hasta ese momento miraba como, poco a poco, el país se sumergía en un abismo sin ni siquiera considerar la posibilidad de hacer algo por evitarlo. Así comenzaron a surgir las asambleas barriales y las organizaciones de vecinos comenzaron a participar activamente en la vida política.

Para contrarrestar la dramática situación, el presidente interino puso en marcha el denominado "Plan Jefes y Jefas de familia", un subsidio de algo menos de 45 Euros para los hogares de desocupados, y comenzó a negociar con los empresarios aumentos graduales de sueldo en el sector privado.

Por supuesto, las obli-gaciones externas tu-vieron que ser renegociadas. Lentamente, los argentinos comenzaron a recobrar la calma y si bien continuaron los cortes de rutas y la consigna seguía siendo "que se vayan todos", el llamado a elecciones fue una inyección de optimismo.

Estas últimas elecciones presidenciales quedarán en la historia por las situaciones atípicas que surgieron y por la variedad de propuestas políticas. Pero por encima de todo por la madurez con que el electorado eligió a sus candidatos. Si bien el Partido Justicialista, el más grande del país, llegó a las urnas con tres candidatos y el Partido Radical con la carga de De la Rúa a su espalda, la sociedad, en un 78 por ciento, eligió a conciencia. Los resultados así lo demostraron: ningún candidato obtuvo la mayoría, y si bien el ex presidente Carlos Menem del justicialismo obtuvo el 24, 5 por ciento y el gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, también del peronismo, el 22,4 por ciento, otras tres fórmulas obtuvieron el 17,15 y 14 por ciento respectivamente. Cabe decir que para el ganador es imposible ignorar esta gran fragmentación del padrón a la hora de gobernar y buscar consensos. Por otra parte, este nuevo mapa político brindó la posibilidad de que Argentina estrene el sistema de balotaje. Si bien es cierto que Menem obtuvo el primer puesto el 27 de abril, lo que lo habilitaba para competir en la segunda vuelta el 18 de mayo, no es menos cierto que le esperaba una derrota bochornosa debido al gran rechazo que provoca en la mayoría de la sociedad.

la gobernabilidad en duda
Asimismo, el gobernador de Santa Cruz, quien contaba en un principio con el 6 por ciento de intención de voto, llegó a ocupar el segundo puesto para la candidatura gracias al respaldo explícito del archi-enemigo político de Menem, Eduardo Duhalde, quien le dio el apoyo del aparato más importante del país: el conurbano bonaerense. Con este panorama, todos los sondeos marcaban una clara decisión del electorado de volver masivamente a las urnas para decirle "No a Menem" más que "Sí a Kirchner". Con este marco y a pocos meses de las elecciones provinciales y comunales, el ex presidente cedió ante las presiones del entorno de no presentarse para así conservar la victoria obtenida en 13 de los 24 distritos electorales y en un tercio de los municipios del país, a pesar de que con esta decisión sepultó toda ambición de seguir haciendo política.

retira su candidatura
Sin duda alguna la renuncia de Menem a la competencia electoral fue un duro golpe a la lenta recuperación institucional del país y un intento de desestabilizar al gobierno de Néstor Kirchner, que estaba a punto de lograr el resultado más alto de la historia: alrededor del 65 por ciento de los votos, más que los obtenidos por Juan D. Perón (1946–55, 1973-74) o Ricardo Balbín (1973). Por el contrario llega a la presidencia con el resultado más bajo de todos los tiempos: 22,4 por ciento del padrón electoral.

El analista Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría constata: "Esta contraposición entre la primera y la segunda vuelta, debe llevar a la reflexión sobre el hecho de que la política argentina hoy requiere más valores como el acuerdo, el consenso, la negociación e instrumentos como los pactos y las coaliciones, antes que pensar en liderazgo hegemónico como en el pasado."

En esta dirección, al parecer, van encaminadas las nuevas directrices del flamante presidente consciente de la oportunidad que tiene frente a él: la construcción diaria del poder presidencial y a su vez el gran desafío de crear un gobierno de unidad nacional. Lejos de las presiones de los grupos influyentes de Buenos Aires y rodeado de sus más estrechos colaboradores, el entonces Gobernador de Santa Cruz anunció una semana antes de asumir el poder desde esta ciudad el gabinete de ministros que lo secundará. El mismo tiene como característica principal la integración de técnicos reconocidos en la función designada.

posturas extremas
Si bien Menem y Kirchner pertenecen al mismo partido político, ideológicamente se ubican en extremos opuestos. Mientras que durante sus diez años de mandato, Menem mantuvo una alineación automática con EE.UU el santacruceño Néstor Kirchner - crítico desde el comienzo de estas políticas - mostró claros signos de acercamiento hacia los países de la región y se encaminó al mejoramiento de las relaciones con los socios del Mercosur, en especial con Chile y Brasil. Y es que ya desde el gobierno de Duhalde las relaciones entre estos países (en especial entre Brasil y Argentina) marcan un acercamiento profundo y muchos puntos coincidentes en cuestiones de política internacional. La decisión de cambiar el voto de condena a Cuba en las Naciones Unidas y los primeros borradores para la creación de una moneda única para el Mercosur aplicada al Comercio y al Turismo son el comienzo de la consolidación del bloque y su fortalecimiento para poder negociar mejores condiciones al ingreso del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

La asunción de Kirchner fue además elogiada por el resto de los mandatarios de los países latinoamericanos, quienes se hicieron presentes para la ceremonia de puesta en funciones y escucharon con atención el discurso donde además de prometer "traje a rayas para los evasores", garantizar calidad en la educación a lo largo de todo el país, el comienzo de importantes obras públicas y el compromiso del Estado a "poner igualdad allí donde el mercado excluye y abandona".

El presidente Kirchner marcó que de la Nación "no debe esperarse alineamientos automáticos sino relaciones serias, maduras y racionales". Durante su discurso el flamante mandatario remarcó claramente el fin de la etapa neoliberal y delineó la intención de la construcción de un nuevo proyecto nacional basado en un "capitalismo nacional con movilidad social ascendente" con una fuerte asociación con Latinoamérica.

Texto: Marcela D´Esposito
Fotos: Kathrin Megerle
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