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Argentina: Nightlove - Taxi

La noche es tibia cuando salgo afuera. Los primeros trabajadores en la calle dan la bienvenida al día el cual está amaneciendo. Hondo en mi cuerpo siento la energía disminuyendo que está quedándose atrás. El telón se cierra. Estoy tranquilo y miro la calle que solamente está poblada de otros trasnocheros. Inhalo profundamente y sin ningún objetivo me voy hasta la Avenida de Mayo. Todo me parece irreal y como en un juego estoy desplazándome hasta el borde de la vereda. Levanto la mano y subo automáticamente en el coche que para al lado mío. Sin pensar y sin prisa. Cierro la puerta suavemente y vamos por un Buenos Aires que se despierta. Es impresionante y me siento dichoso. Un sentimiento tal que no tenía hace mucho tiempo.

La noche fue estupenda pero el clímax todavía no llegó y yo voy a ser el lo que puede aprovechar. La ciudad es tan linda en esta hora y me acuerdo de la película "Perdidos en Tokio".

Al pasar el obelisco paramos en un semáforo y veo otro taxi adelante. En el fondo hay una chica linda, tan sola como yo, que posiblemente quiera llegar a su cama. Su cara también tiene señales de la noche y sus ojos están cansados. Yo también padezco un poco el cansancio, pero no podría pensar en irme a la cama. Es tan fantástico estar en el taxi; la ventana abierta y el viento secando mi camisa empapada. Los taxistas charlan un segundito hasta que el semáforo cambia la señal y seguimos volando por Buenos Aires. Cruzando la Avenida de Mayo por Córdoba y siempre derecho. Las luces de las farolas quedan encendidas y coloran las calles con una luz amarrilla y dulce. La ciudad que nunca duerme esta despertándose. Los carteles de publicidad con todos sus colores me acompañan casi hasta mi cama la que parece estar esperándome. Azul, amarillo, verde...

Una mezcla rara de impresiones me toca, un sentimiento tan fuerte que no puedo formular en frases. ¿Sería melancolía, desilusión, dicha o cualquier otra cosa?

Mi brazo está fuera de la ventana y el aire fresco peina cada pelo. Solamente veo al chofer por el espejo pero él ya está acostumbrado de la aparación de trasnocheros como yo. El no está interesado en tener una charla y ni lo estoy yo. De vez en cuando sus ojos me miran. Son negros y su mirada es amable, sin prejuicio u otras sentimientos ofensivos. Como la ciudad misma, pienso.

Todo es muy abierto acá. Los cartoneros todavía buscan algo para vender. No sé como funciona este sistema, pero evidentemente hay empresas que pagan por los cartones. Mejor que hacer nada. Yo sé que los cartoneros se agrupan en bandas que tienen un carácter mafioso y a veces hay muertos entre ellos por tomar cartones de un barrio donde ya hay otros cartoneros. Quisiera hablar con ellos un día. Quisiera saber qué piensan de la vida y qué problemas tienen en realidad. Un temblor me saca de mis pensamientos. Estábamos cruzando una callerota. Las árboles todavía tienen su color verde y es hermoso. Aunque todavía hay oscuridad, me doy cuenta de eso. El carácter de la gran ciudad disminuye.

La surrealista ciudad de Buenos Aires finalmente tembló: cinco travestís aparecen en la calle y siguen buscando los clientes. Acá los llaman "Carlos", pero por qué, francamente no sé. Me da igual. Dejo los colores atrás y mi recorrido continúa.

Falta poco para terminar nuestro pequeño viaje y crece mi sentimiento de tristeza. Por supuesto, el chofer no tiene cambio y paramos en un kiosco para buscar monedas.

Yo bajo del taxi y camino los últimos metros a pie. Ya el sol me calienta y me siento bárbaro! La calle está vacía pero este estado va a cambiarse en unos instantes. Encuentro algunos trasnocheros que tienen las huellas de la noche exhausta. Ahora siento el dolor en mi cuerpo después de una noche tremenda. Faltan dos cuadras para llegar a mi casa. El chino enfrente ya abre sus puertas y tropiezo en el pasillo.


La boca seca me obliga a subir las escaleras para ir a la cocina y encuentro otro chico. Empezamos una charla sobre el mundo y el sentido de la vida. Él está destruido como yo, pero puede conversar un poco. Contamos cosas que nos ocurrieran y como siempre en estas situaciones, hablamos sobre el amor. Qué difícil es encontrarlo, atraparlo; luego se pierde sin causas evidentes. También confirmamos que la vida es estupenda como es y que mujeres y hombres son iguales en todo el mundo. Hablamos de la dificultad de encontrar la persona apropiada. Siempre terminamos con una persona que no es cien por ciento deseada. Aquí todo es igual que en los demás lugares de nuestra tierra. Sin embargo siento tantas diferencias entre todos, y eso me alegro mucho!

Texto + Fotos: Andreas Dauerer para imprimir  


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