[art_2] España: La construcción de una pesadilla

Érase una vez una ciudad muy antigua, muy orgullosa y vanidosa que se miraba cada día en el espejo de su río Guadalquivir preguntándo "¿quién es la más bella?" Y la respuesta siempre era la misma: "Soy yo, claro que sí."Y con razón, porque miles de poetas, escritores y compositores de música han dado la misma respuesta desde tiempos remotos.

Durante siglos, califas y reyes, duques y alcaldes mandaban construir maravillas arquitectónicas desde la mezquita almohade y la mayor catedral gótica del mundo hasta espectaculares iglesias barrocas y plazas nostálgicas.

Patio en el Alcázar

Arquitectos geniales como Ahmad Ibn Baso, Hernán Ruiz II., Leonardo de Figueroa o Aníbal González Osorio realizaron sus planes ambiciosos, convirtiendo la capital de Andalucía en un escapárate de la arquitectura europea. Hasta finales del Siglo XX, Sevilla ha tenido el casco antiguo de mayor extensión de toda Europa e incluso la Expo `92 significaba una feliz coincidencia, porque se restauraban tantos monumentos que habían estado en deterioro dramático. Además, la modernización traída por la Expo respetaba el centro histórico, los edificios futuristas están en el recinto de La Cartuja y no dominan ninguna plaza "intramuros".

Todo iba bien, hasta que viniera al poder y entró en el escenario el gobierno municipal de peor gusto que jamás ha gobernado nuestra bella ciudad: la administración del Alcalde Monteseirín. (Para contrariar cada sospecha: claro que no soy del PP, esa pandilla deplorable, dominada por retro-fascistas del Opus no es ninguna alternativa...)

También es claro que la Plaza de la Encarnación necesitaba urgentemente convertirse de nuevo en un espacio público, en una plaza de verdad, ya que durante décadas había sido un espacio sin función, vacío y esperando su renacimiento. Pero la decisión en favor del proyecto del arquitecto berlinés Jürgen Mayer está marcada por una falta total de sensibilidad urbanística y respeto por el patrimonio de Sevilla.

Ese patrimonio riquísimo no no consiste sólo de la pareja Alcázar-Catedral, sino de un gran mosaico de iglesias y conventos mudéjares y barrocos, palacios renacentistas y patios silenciosos.

Plaza al lado de la iglesia Santa Catalina

Parece que cada década siguen destruyendo un trozo más de ese mosaico, hasta que al final sólo queden los dos monumentos magnos rodeados de hormigón y grandes almacenes estilo "Corte Inglés" (qué lástima que no se haya quemado del todo...), con los que había comenzado la lenta pero contínua destrucción del paisaje urbanístico del casco antiguo.

Pero ahora, con la realización de las "setas"desproporcionadas que llegarán a tener una altura de más de 30 metros, superando la magnífica Iglesia renacentista de la Anunciación, la contaminación visual que de esta manera rompe la armonía arquitectónica de Sevilla, ha llegado a dimensiones dramáticas.



Iglesia renacentista pronto
semi-enterrada por las setas

Pero ahora, con la realización de las "setas"desproporcionadas que llegarán a tener una altura de más de 30 metros, superando la magnífica Iglesia renacentista de la Anunciación, la contaminación visual que de esta manera rompe la armonía arquitectónica de Sevilla, ha llegado a dimensiones dramáticas. Un cartel que muestra un modelo de la obra lleva el lema eufemístico "Sevilla - la construcción de un sueño". Sería más adecuado llamarlo todo: "Sevilla - la construcción de una pesadilla."

Si el conjunto de las "setas venenosas"del Sr. Mayer por lo menos fuera arquitectura moderna de verdad, sólida y esbelta a la vez, como las obras de Santiago Calatrava.

Proyeto "Metropol Parasol"

Pero el Ayuntamiento de Sevilla ha optado por una pseudo-modernidad más bien infantil tipo Disneylandia - en el sitio menos adecuado: la plaza más céntrica de Sevilla. Así destruirá de un puñetazo brutal el panorama del centro hispalense.

Cabe preguntarse por qué no han construído el proyecto de las setas al lado del recinto de la Expo `92, donde no habría destruído el ambiente de todo un barrio, o en las Tres Mil Viviendas, donde nunca hacen nada y allí esa construcción podría haber dado más vida a un barrio marginado...

Cabe preguntarse por qué los responsables de la Junta de Andalucía (sección patrimonio), de la UNESCO e Icomos no hicieron su trabajo, protestando e impidiendo esa contaminación visual, ese ataque contra el centro histórico, por vías jurídicas. Y cabe preguntarse si el Sr. Monteseirín o algún otro responsable del Ayuntamiento tiene acciones de la empresa Sacyr que está construyendo tantas obras por toda Sevilla - y casi todos de un estilo espantoso y no exactamente neobarroco...

Como casi siempre, las reacciones de los ciudadanos sevillanos en contra de ese proyecto han llegado demasiado tarde. Es que las manifestaciones no son lo nuestro (mientras que no se trate de llevar imágenes sagradas por las calles).

Pero si queremos impedir el despedazamiento interminable del corazón de nuestra ciudad por especulación (¿y corrupción?), tendrémos que expresar nuestra voluntad de proteger el patrimonio que las autoridades no saben proteger más decididamente y más masivamente.

Parece una tarea ciudadana urgente, ya que en menos de una década, el gobierno del Sr. Monteseirín ha logrado destruir para siempre el único paisaje urbanístico de Sevilla. Las setas sólo son el ejemplo más monstruoso, pero hay muchos crímenes estéticos más: la gasolinera en un punto emblemático del Paseo de Colón, las catenarias del metrocentro delante de la catedral (¡como si no hubiera ya técnicas avanzadas que funcionan sin ellas!), el horrible cubo del restaurante en la orilla de Triana frente a la Torre del Oro (¿quién ha firmado una licencia para ese escándalo?), el diseño también estilo Disneylandia de las farolas y bancos en las Plazas del Pan y Pescadería (¿se puede imaginar tal ruptura de estilos y de tan mal gusto al lado de una iglesia barroca emblemática en Venecia o Florencia?) - y ya me da miedo preguntarme qué estilo arquitectónico tendrá el nuevo polideportivo al lado de la cúpula imponente de San Luis, si es que tendrá algún estilo...

Quizás lo único que podría salvar los restos del conjunto histórico de Sevilla de más contaminación visual es mandar a todos los responsables del Ayuntamiento asistir a clases obligatorias de estética, para que no siga sin frenar la construcción de grandes o pequeñas pesadillas...

Jardines del Alcázar

Texto + Fotos: Berthold Volberg