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caiman.de noviembre 2000
españa: tenerife

Tenerife: La Conquista del Teide

En cada buen guía de Canarias se puede leer: quien quisiera subir al Pico del Teide (con sus 3718 metros el monte más alto de España y el tercero más alto del Norte de África), necesita un permiso oficial del Patronato del Parque Nacional de las Cañadas del Teide.
Pues, el impresionante paisaje lunar donde se alza ese volcán gigantesco se ha declarado parque nacional para protegerlo de invasiones turísticas descontroladas.

Lamentablemente, la administración del parque que otorga el permiso para subir al Teide, se encuentra en Santa Cruz (y no en la bella ciudad de La Laguna), como si se quisiera obligar a los "anacoretas" que buscan las altas soledades a bajar a la no efectivamente bella capital de Tenerife y a las llanuras de la civilización. Por fin también nosotros, dos resueltos conquistadores del Teide, procedentes de Alemania, fuimos a Santa Cruz para obtener el permiso oficial.

El ascensor estaba fuera de servicio, así que había que subir las escaleras de cuatro pisos, ya un pequeño esfuerzo con el calor que hacía.

El ascensor estaba fuera de servicio, así que había que subir las escaleras de cuatro pisos, ya un pequeño esfuerzo con el calor que hacía.Mientras que estábamos subiendo, se nos impuso la idea de que las oficinas del patronato del parque nacional

esperando
hasta que nos llame

se habían instalado con plena intención en esta altura – ya que de esta manera podrán "eliminar" los turistas que lleguen ya con la lengua fuera al cuarto piso, negandoles el permiso por no ser aptos para subir al Teide.

Nosotros teníamos que bajar y subir de nuevo porque es imprescindible presentar una copia del pasaporte, pero la sonrisa encantadora de la secretaria de la administración del parque recompensaba el doble esfuerzo. Finalmente, nos entregó el deseado documento amarrillo, en el que antes tuvimos que marcar la hora exacta de nuestra llegada al Pico del Teide - ¡como si eso se pudiera pronosticar tan exactamente! Bueno, bajamos ya de esta "cumbre de la burocracia" para subir a la cumbre del Teide.


del balcón - la vista
al indomable
Dos días más tarde, a las 4 de la madrugada. Después de colocar 7 botellas de agua mineral, un montón de bocadillos y bastante crema antisolar con factor 20 de protección dentro de las mochilas, podíamos partir.
Nuestro pequeño coche alquilado sube lentamente las curvas y cuestas de la carretera de La Orotava a las Cañadas del Teide.



Ahora queremos realizar la conquista de la cumbre gris y majestuosa que durante dos semanas se podía ver desde el balcón.

Cuando a las 6 de la mañana llegamos a la parada "Montaña Blanca", ya dentro del recinto del parque nacional, el cielo todavía está oscuro y su enorme bóveda estrellada resplandece encima del paisaje fantástico, ultramundano de las Cañadas.

Pero el viento muy frío en esta altura de 2400 metros impide sentimientos demasiado románticos y nos obliga a movernos. Empezamos a caminar por la ruta roja (8 km, dificultad "alta"), calculando unas 6 horas para la subida, mientras que la bajada la queríamos realizar cómodamente con el teleférico.

En el primer tramo, ese camino es aún relativamente llano y parece fácil, incluso para ir a oscuras. Pero hay que apreciar bien las dificultades que aumentan cada vez más a lo largo del camino, aunque no aparezca ninguna pared a pico.

Cuando poco después de las 7 horas, el sol sube rápidamente, ya hemos caminado más de un kilómetro, dejando atrás unos "colegas" todavía algo cansados. Nuestras sombras, inmensas a la luz del sol aún saliente, parecen fantasmas en este yermo volcánico de color rojizo. Rodeado de esa luz irreal y de un silencio absoluto, uno puede sentirse verdaderamente como en otro planeta.


son las mísmas sombras
que levantan el estado de ánimo

Cuando a las 8 y media llegamos a los llamados "Huevos del Teide", unas rocas redondas de lava negra que parecen pitas gigantes, paramos para desayunar. De repente, como saliendo de la nada, como un relámpago de color morado, se acerca una aparición extraterrestre. Se trata de un corredor que practica un Jogging muy acelerado y lleva un traje de Neopren morado brillante que cubre el cuerpo entero. ¿Pero a quien quisiera impresionar este héroe en medio de esta soledad desierta? ¿Acaso a uno de los lagartos endémicos?

Bueno, seguimos avanzando por el camino, aunque bastante más lentamente que el deportista que ya ha desaparecido entre las rocas. El sol comienza a quemar y a pesar del viento helado estamos sudando. Con cada paso, la ruta parece más difícil por las rocallas y la cuesta. Nuestra motivación disminuye considerablemente. Aún menos motivados nos parecen dos ingleses que ahora dejamos atrás.

Enojados, están discutiendo sobre la protección antisolar que hay que aplicar – si tomar una crema de 12 o una de 15. Bueno, al mirar su blancura impecable, no manchada ni por el más leve tinte de bronceado, les habría recomendado un 30 de protección.

Finalmente, llegamos a la última isla de la civilización: el Refugio de Altavista, situado a una altura de 3200 metros. Aquí se ofrece una posibilidad de alojamiento a los montañeros madrugones que lo han reservado con anticipación. Pero durante el día, este refugio queda normalmente cerrado. Como ya son las 10 de la mañana, y aún teniendo presente la viva imagen del corredor extraterrestre, nos permitimos sólo un breve descanso.


energicamente
por la arena del volcán
Ahora se acabó el juego. El aire se enrarece cada vez más, el corazón está palpitando más intensamente, aunque sólo avanzamos lentamente. Perdemos el interés por el paisaje y las vistas espectaculares, ya nada de tomar fotos. El viento crece y llega a ser una tempestad permanente, nos tenemos que concentrar en la ruta que a veces hay que buscar y que aquí nos ofrece unas particularidades "alevosas".

Durante más de un kilómetro, cada tres pasos adelante son uno atrás. Ya estamos a punto de maldecir la cumbre del Teide que no parece acercarse nada. Al contrario, parece burlarse de nosotros y susurrar:


"Nunca me vváis a alcanzar..." Nuestro ánimo se esfuma totalmente, cuando se nos adelanta un abuelito de por lo menos 80 años, equipado de bastones de esquí y sonriendo relajadamente - ¡qué humillante!

Nuestra acometividad despierta de nuevo y finalmente llegamos al pie del volcán. Ahora la ruta nos lleva a la parada final del teleférico que se encuentra a una altura de 3500 metros. Queríamos bajar luego cómodamente con el mismo teleférico. ¡ Pero qué horror ! Nos espera un silencio sospechoso. Nada de las temidas masas de turistas pálidos y ruidosos que esa máquina normalmente trae de las cañadas. Nada de nada.

Luego nos llega la noticia funesta, totalmente inesperada. Dos colegas montañeros alemanes con accento inconfundible de Sajonia nos anuncian con la mirada inclemente: "El teleférico no circula hoy a causa del fuerte viento..." En este momento, el barómetro de nuestro estado de ánimo baja a depresión atmosférica, porque pensando en la bajada, para la que hay que calcular unas 6 horas, ya se nos quitan las ganas de subir los últimos 300 metros que nos separan de la cumbre del Teide. Así que buscamos un poco de sombra para comer un bocadillo y recobrar ánimo.

los huevos
del teide

Poco a poco, allí se reúnen todos: el corredor "morado" (un español, y naturalmente ya había conquistado la cumbre), la pálida pareja inglesa, el abuelito austriaco, el que nos cuenta que vive en la montaña y por eso no le importa el aire enrarecido. De esta manera, todos los compañeros de infortunio participan en un gabinete multicultural de crisis.

Cada uno de nosotros maldice el teleférico que pacíficamente se mece en el viento, en cada cara se puede notar un leve pánico, evocado por el pensamiento en el "maratón" de la bajada (salvo en la del valiente corredor español, claro); y cada uno está calculando sus recursos de agua. Siempre resulta un placer observar cómo los seres humanos se ayudan el uno al otro en situaciones extremas. Compartimos las reservas de agua potable, incluso los bocadillos, hay un intercambio de recomendaciones y experiencias. El corredor "fantasma", p.ej., nos advietre que encima, al borde del cráter del Teide, el viento resulta realmente peligroso.


por fin: nuestros caimanes
conquistaron la cumbre
Y nosotros regalamos un poco de crema antisolar (protección 20) a los ingleses, aunque obviamente ya era tarde... Después de conversar en cuatro idiomas (español, inglés, alemán, sajón), vuelve el ánimo para el último tramo de la conquista del Teide. Un cartel anuncia: 0,7 km, 45 minutos.

pa`rriba


Sí, tanto tiempo se necesita, ya que cada 20 metros hay que detenerse para respirar con dificultad las poquitas moléculas de oxígeno que quedan en esta altura. Después de una eternidad, alcanzamos el cráter, el viento inclemente sólo permite movimientos cautelosos.

La ansiada cumbre misma del Teide, hay que decirlo, es una decepción. Parece sólo un montón de piedras que huelen a azufre y el cráter no es exactamente fotogénico, sino irregular. Además, tenemos mala suerte con la vista. Sólo se puede ver borrosamente la bahía del Puerto de la Cruz y por unos agujeros en el celaje podemos adivinar Gomera.

No hay cruz que marque la cima, no posamos con señal de victoria para las fotos. Demasiadamente agotados, sólo aguantamos unos minutos las ráfagas de viento y el olor apestante a azufre.

Cuando ya empezamos a bajar, vamos comprendiendo lentamente que el Teide tiene tres caras: mirado desde lejos, parece bello, majestuoso y tentador; durante la subida impone respeto y admiración, pero arriba, mirando a su cráter, sólo parece la garganta de una sonrisa maliciosa que pregunta "¿...tanto esfuerzo para ver unas piedras de azufre...?"

Mas al final de la bajada, después de casi 12 horas y 20 kilómetros, sí sentimos el triunfo de haber conquistado la cumbre más alta de España. Y cuanto más lejos la vemos, tanto más majestuosa y misteriosa parece de nuevo – hasta la próxima subida...

Texto: Berthold Volberg
Fotos: Berthold Volberg y Benny Scharnagel


Recomendaciones:
Llevar calzado muy robusto y abrigarse del viento y del sol
Llevar mucha agua (por lo menos 3 litros por persona)
Crema antisolar de por lo menos un 20 de protección

Refugio de Altavista:
Aquí se puede pernoctar antes de subir al Teide
Imprescindible reservar con anticipación
Precio: 1600 Ptas
Tel.: 922-239811

Patronato del Parque Nacional de las Cañadas del Teide
Abierto: lunes – viernes, 10.00 – 13.30 horas
Hay que entregar copia del pasaporte
Dirección:
C. Emilio Calzadilla N° 5; 4° (cerca de la Avenida Marítima)
38004 Santa Cruz
Tel.: 922-290129
Fax: 922-244788

Teleférico (si circula...)
Precioi: 2500 Ptas
Abierto: 9.00 – 18.00 horas
Tel.: 922-533720

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