caiman.de marzo 2002

Semana Santa en Sevilla: Jueves Santo, Triunfo de la Estética Barroca

I. Mantillas negras y Teatro barroco
28 de marzo 2002, 15.00 : Estamos en el « Rinconcillo », en el bar más antiguo de Sevilla, funcionando desde 1670 y tan concurrido como siempre. Entre barriles viejísimos de jerez y jamones que están colgando del techo, se encuentra una animada multitud tomando copas y tapitas. Pero hay algo distinto en el aire. Casi todas las damas llevan trajes/ vestidos de negro riguroso y la clásica Mantilla negra de blonda o chantilly, todos los caballeros llevan trajes azules o negros. Parece que se trata de un inmenso cortejo fúnebre – no obstante, ninguno parece estar triste. Al contrario: toda Sevilla se viste de gala para su festivo más importante del año. Sin embargo, no es falsa la idea/ la impresión de un cortejo fúnebre. Es que estamos en Semana Santa y originalmente, los trajes oscuros y sobre todo las Mantillas negras sí se ponían para vestirse de luto con motivo de unos funerales muy especiales: el entierro de Cristo. Hoy, Jueves Santo, y Viernes y Sábado Santos, las sevillanas llevan mantillas negras como velos de luto para acompañar a Cristo en su Pasión, Muerte y Entierro, durante las grandiosas procesiones de la Semana Santa que convierten su ciudad en una “Jerusalén celeste”. Pero no están muy tristes, ya que saben que resuscitará dentro de tres días.

De repente, todos tienen mucha prisa, ya no tocan las tapitas tentadoras, terminan las copas de jerez de un trago, algunos echan las monedas en la barra, todos salen con asombrosa rapidez. En los cafés del barrio una imagen similar : ya no tocan ni torrijas ni tartas de trufa, algunos vasos de café con leche se quedan llenos a mitad cuando sus « dueños » salen precipitadamente. ¿Qué pasó ?

15 :45. El portal de la Iglesia mudéjar de Santa Catalina que se encuentra directamente enfrente, se ha abierto y ahora acaba de aparecer con brillo dorado una Cruz de Guía del siglo XVIII. Es una de las más antiguas de Sevilla, finamente tallada, y llaman la atención los atributos pasionistas : la corona de espinas de Cristo, la lanza y la escalera, las tenazas y la esponja de vinagre. El Oro será el color dominante del día – junto al negro de las mantillas y al morado de los antifaces. Detrás de la Cruz, salen los Nazarenos, avanzando en fila doble. Pertenecen a la hermandad aristocrática «La Exaltación» que ya se fundó en el Siglo XVI por miembros de la nobleza sevillana. Llevan estos Nazarenos túnicas blancas, relucientes al sol, y antifaces morados que sólo dejan libres los ojos. Lentamente, se abren paso por el público que llena cada hueco en las estrechas callejas alrededor de la iglesia. Es una tarde soleada de cielo azulísimo y hace unos 30° grados, condiciones ideales para el teatro sacro al aire libre. Hay en el aire un considerable ruido ambiente, o mejor dicho : fondo sonoro, porque el inmenso “cortejo fúnebre” no puede guardar silencio durante mucho tiempo. La impaciencia del gentío está creciendo, cada uno quiere conquistar un sitio para “pescar” la primera mirada al “Paso” que todos estamos esperando. Aparecen por fin los relucientes ciriales, anunciando uno mde los Pasos más pomposos de Sevilla. Allí – un ángel sale del portal, encima dél un candelabro dorado y claveles de color rojo sangre,luego se ve un turbante, una cruz dramáticamente inclinada en el aire, y más figuras, metro por metro, este Paso gigantesco no parece tener fin. De repente, toda la escena se levanta de un golpe y comprendemos: los 54 costaleros de este Paso que pesa más de tres toneladas, lo tenían que sacar de rodillas (!) por el pequeño portal, y ahora lo han leventado. Con las temperaturas de 30° grados a la sombra, estos costaleros ya estarán sudando – y debajo del Paso, detrás del terciopelo que esconde los costaleros de las miradas del público, el calor alcanzará unos grados más.

Uno necesita un par de minutos para “desenmarañar” con miradas la aglomeración barroca de esculturas encima de este escenario sagrado: cuatro ángeles con atributos pasionistas, los dos caballos majestuosos con los romanos que llevan yelmos dorados, los ladrones maniatados que van a ser crucificados con Cristo, los cuatro sayones, y en el centro el Cristo de Pedro Roldán, ya clavado a la Cruz, dirigiendo su mirada perdida al Cielo, como si pudiera encontrar allí las respuestas a sus preguntas y torturas.

Este grandioso Paso es posiblemente el más grande de la Semana Santa sevillana y en parte, sus esculturas son el resultado de un “proyecto familiar” de la dinastía de artistas de los Roldán : el padre Pedro talló el Cristo en 1687, la hija Luisa (“La Roldana”) es autora de los ladrones y los ángeles (1683).

Moviéndose al ritmo de la marcha que tocan trompetas y tambores, se aleja esta escena de la Pasión, un último brillo de oro, antes de que la sombra de la próxima calleja, como una garganta de tinieblas, tragará el Paso.

Como el Palio de la Virgen de las Lágrimas está tardando en salir, queda tiempo para observar el público. Casi todos los espectadores en la calle y en los balcones adornados, damas y señoritos, son de apariencia suntuosa e impecable – del calzado hasta el peinado. Es raro como a veces incluso los rasgos de una manifestación sagrada como es la Semana Santa de Sevilla no sólo nacen de la devoción, sino también de un pecado. El “pecado capital” de Sevilla y de nosotros que somos sevillanos es, sin duda, la vanidad. Aparte de la fe y devoción religiosas, el vicio de la vanidad de querer conseguir un máximo posible de belleza, no sólo en las imágenes sagradas mismas, sino cuidando cada detalle de todo el conjunto – hasta los « estrenos » de las vestiduras de las Vírgenes y los de la propia apariencia – ha contribuído considerablemente al diseño semanasantero.

Lamentablemente, algunos de los personajes de traje azul o mantilla parecen reducir la Semana Santa a una vacía imagen exterior, hasta que a veces miran con desprecio a algún pobre o algún recién llegado forastero despistado que no lleva ropa elegante. Entonces entran ganas a preguntar a esos arrogantes si Cristo acaso haya sido crucificado en un traje azul. No hay que olvidar, pues, la idea esencial, cristiana y humanística, de la Semana Santa y especialmente del Jueves Santo que no en vano fue declarado Día del Amor Fraterno, para que el esplendor exterior vaya acompañado de la adecuada actitud interior.

II. La Hermandad de los Negros Sevillanos
17.00 en la C. Javierlasso de la Vega. Nazarenos con túnicas de blancura reluciente y capirotes cónicos. Unos turistas desorientados pensarán en el « Ku-Klux-Klan », pero ninguna evocación sería menos adecuada aquí, ya que se trata de la Hermandad de « Los Negritos ». Hasta mediados del siglo XIX sólo hermanos de raza negra pertencían a esta cofradía. Como hermandad, es incluso la segunda más antigua de Sevilla, fundada ya en el añ1393 por el arzobispo Gonzalo de Mena. (Aunque como cofradía de penitencia no se constituyó antes de 1554.) ¿Por qué se fundó una hermandad de raza negra en Sevilla?

Ya en el año 711, con la invasión árabe, llegaron los primeros esclavos negros a Andalucía y durante toda la época árabe, su número creció considerablemente. Durante mucho tiempo, era costumbre en la clase alta de los árabes ofrecer niños negritos como “regalo”. Estos niños esclavos a veces fueron comprados como “recuerdo” durante una peregrinación a La Meca o viajes por el norte de África. A partir de 1095, cuando los Almoravides conquistaron Sevilla, también vinieron en su ejército muchos negros y mulatos libres a Andalucía. Después de la Reconquista de 1248, los conquistadores cristianos hicieron esclavos o sirvientes muchos de la gente de color. Así que ya antes del Siglo XV, cuando los portugueses manejaron el comercio masivo de esclavos, el porcentaje de los hombres de raza negra y mulatos en Sevilla era considerable : unos 10% - 15% en el año 1400. Casi cada familia aristocrática de la ciudad tuvo sirvientes negros en sus casas o esclavos negros en sus latifundios. Con el paso del tiempo, había cada vez más negros “libres” que poblaron como mendigos sin techo las calles de Sevilla, porque en muchos casos, los amos sólo dieron libertad a los esclavos viejos o enfermos para liberarse ellos mismos del deber de mantenerlos. Para ayudar a esos olvidados, el arzobispo Gonzalo de Mena fundó la Hermandad de los Negritos y también hizo construir un hospital especialmente para ellos. Ese cardenal piadoso defendió en muchos casos los intereses de los esclavos contra sus amos. Durante los siglos siguientes, después de constituirse, la Cofradía de los Negritos recibió donativos de la Iglesia y de la nobleza e iba adquiriendo gran prestigio. (Para más información sobre la historia de los esclavos en Sevilla y la Cofradía de los « Negritos », recomiendo el libro de José María de Mena que para mí ha sido una fuente de información: « Tradiciones y Leyendas Sevillanas », Plaza & Janes, Barcelona 1989, 7. edición)

Allí traen a su « Cristo de la Fundación » los descendientes de los esclavos. Aunque hoy día, quedan pocas caras negras detrás de estos antifaces blancos, « Los Negritos » en su mayoría son blancos o « mulatos claros ». Pues, ante el peligro de que se extinguiera la cofradía por falta de hermanos, a mediados del Siglo XIX muchos blancos ingresaron en la hermandad.

Comparado con la pompa barroca del Paso de « Los Caballos » de la Exaltación, este Paso resulta pequeño y austero – sin dorar, pero es de noble madera de caoba y llaman la atención los cuatro faroles de madera bellísimamente talladas. En el centro de la colina de lirios se encuentra el Cristo crucificado de Andrés de Ocampo (1622), imponiendo silencio. Lamentablemente, el Paso no se para delante nuestra, sino pasa con rapidez.

Pero pronto ya se acerca el Palio de la “Virgen de los Ángeles”. Con su cara de niña, esta Virgen es un buen ejemplo de la peculiaridad sevillana de presentar la Dolorosa (que debía tener unos 50 años cuando Cristo murió) como reina adolescente de la belleza. El diseño de su Palio es muy singular y original, domina el estilo neo-bizantino. Se pueden descubrir elementos “exóticos“ y en su « cielo » de seda celeste vuelan jugando ángelitos negros y blancos en armonía multicultural.

III. Ofrenda para una Reina del Cielo
17.30 delante de la blanca fachada del Hospital de la Caridad, a la luz deslumbrante de la tarde, se encuentra parado otro Palio totalmente distinto. Se trata de un diseño clásico y puro, de estilo neorenacentista. Esta bóveda de terciopelo burdeos ampara la Virgen de la Victoria, una de las más famosas de Sevilla. Fue creada en la primera mitad del Siglo XVII, posiblemente por Juan de Mesa. En este momento, la Dolorosa recibe una ofrenda de flores de los ancianos del Hospital y un “coro” de voces grandevas le rezan el “Salve Regina”. Esta Reina del Cielo de Los Remedios es la patrona de la Cofradía de “Las Cigarreras”, fundada en 1563. No se sabe con certeza si de verdad fue fundada por comerciantes del tabaco. Es más probable que su nombre popular se debe a su relación con la Antigua Fábrica de Tabacos : durante mucho tiempo, la hermandad residió en la Capilla de la fábrica. Y cuando en 1965 la Universidad hispalense se instaló en el inmenso edificio de la fábrica, « Las Cigarreras » pasaron a la Capilla de la Nueva Fábrica de Tabacos al otro lado del río.

Ahora, los costaleros levantan de nuevo el Paso, moviéndolo al ritmo de una marcha no tan triste. Los colores del Palio están bailando delante de los ojos del público. La Semana Santa de Sevilla no sólo es manifestación de la fe, también es teatro barroco y un vértigo de colores. Los rayos del sol hacen brillar el terciopelo burdeos y los bordados dorados del Manto y Palio de la Virgen, están luciendo los claveles blancos y el azahar, acompaños del resplandor argénteo de los varales, misterioso el morado purpúreo de los capirotes. A veces incluso da la impresión, como si el entorno armonizara sus colores con los de la procesión.

IV. El Huerto de Getsemaní camina
18.30 en la C. Doctor Letamendi. El sol de la tarde ya sólo ilumina los pisos superiores, el resto de la calle lo ha conquistado la sombra. Nazarenos de blanco y negro se encuadran en el contraste entre luz y sombra. Se abren paso, avanzando lentamente en su camino hacia la Alameda de Hercules. Es la procesión de “Monte-Sión”. Esta hermandad la fundó probablemente un gremio de patronos de barcos en el año 1560. Es una cofradía muy popular en la zona de la Calle de la Feria y para conquistar las simpatías del público, sale con un Paso verdaderamente monumental y generosamente dorado. Pero a la vez este Paso presenta una escena muy poética: Cristo meditando en el Huerto de Getsemaní. Como símbolo de aquel huerto cerca de la muralla de Jerusalén, los hermanos de Monte-Sión adornan su Paso cada año con un auténtico olivo e innumerables lirios. Debajo de este olivo, están durmiendo los apóstoles y a su lado se encuentra Jesús, rezando de rodillas y mirando a un bello ángel que le ofrece el cáliz de la Pasión. El Cristo es obra del escultor renacentista Jerónimo Hernández (1578), la cara del ángel se atribuye a La Roldana, la gran escultora barroca. Al contemplar este escenario sagrado, arreglado con el mayor esmero, se puede sentir el poder de la tradición que caracteriza el Jueves Santo – más que cada otro día de la Semana Santa. Es el único día, en el que participan sólo cofradías muy antiguas, todas fundadas antes de 1570, y en la mayoría de las procesiones domina un comportamiento aristocrático. Los participantes de este teatro barroco están conscientes de ser los custodios elegidos para conservar un ritual que ya cumple más que medio milenio. Especialmente solemnes se presentan las tres últimas procesiones del día, que hay que ver después del anochecer, porque sólo de noche se revela plenamente su encanto mágico.

V. Un Cristo entre Tierra y Cielo
22.30 en la Plaza de Molviedro, enfrente de la Capilla del Mayor Dolor. El público se ha puesto serio, en el aire está flotando expectación inquieta, mas llena de esperanzas. Sentimos que se está acercando el momento culminante de la Semana Santa. De noche, las procesiones siempre parecen más misteriosas que de día, la ilusión que están sugeriendo, más perfecta. Mientras que de día se puede ver más claramente cómo funciona todo (p. ej. el « relevo » de los costaleros), de noche, en una calleja de luces apagadas, todo parece magia. Sobre todo la cofradía que ahora estamos esperando consigue evocar siglos pasados, con su Barroco suntuoso y a la vez “tenebroso”.

Una ola de susurros pasa ahora por la multitud. Todavía no se ve nada. De repente, desde la Calle Castelar, una Cruz dorada, reluciente, parece flotar por la noche por sí sola. Momentos después descubrimos en las tinieblas los Nazarenos con túnicas y antifaces de morado oscuro. El canto de salmos en latín se acerca. Una nube de incienso se extiende por el aire, envolviendo todo. Por la niebla de incienso nos llegan armonías mágicas de oboes, y cuando se está aclarando la niebla, descubrimos mirada por mirada una montaña de esculturas. Una atmósfera mística rodea este Paso de los superlativos: “La Quinta Angustia”. Si se pudiera ver tan sólo un Paso en Sevilla, tendría que ser éste. El más alto, el más impresionante de todos los Pasos de la Semana Santa sevillana nos muestra una escena inigualable en su dramatismo barroco por excelencia: el descendimiento de Cristo. En dos escaleras están José de Arimatea y Nicodemus, descendiendo el cuerpo de Cristo muerto de la Cruz. La sombra del cadáver torcido pinta un interrogante en la blanca pared de la Capilla. La escultura del Cristo muerto es la obra cumbre de Pedro Roldán (1659) y se mueve en el aire, colgando de una sábana blanca fijada en la Cruz. El realismo y la dinámica de esta escena son asombrosos, casi causan miedo, porque con cada movimiento del Paso, el cuerpo de Cristo oscila de un lado al otro.

Ahora queda inmóvil, los costaleros han parado el Paso al lado de la Capilla. Desde la oscuridad, miradas iluminadas de conmoción se dirigen al Salvador que está colgando entre Tierra y Cielo, conmovedora la mirada sin lágrimas que dirige la Virgen de la Quinta Angustia a su hijo muerto. El silencio absoluto del público se hace inaguantable – ahora, que se levanta el Paso “en cámara lenta”. En este momento, como una liberación, alguien canta una Saeta desde algún balcón y la escena sobrecogedora del Cristo colgante desaparece lentamente entre nieblas de incienso.

VI. Silencio morado para la Verónica
23.00 delante del Ayuntamiento de Sevilla. De nuevo desfilan Nazarenos de color morado y gran solemnidad delante de nuestros ojos. Pertenecen a otra hermandad aristocrática que ya se fundó en el año 1450: “El Valle”. Esta cofradía lleva muchas insignias de gran valor en su procesión. Cuatro acólitos vestidos de dalmáticas moradas, llevan un relicario de plata dorada con una reliquia de la Santa Espina. Detrás anda el magnífico Paso de la Coronación: el Cristo, una estatua de madera de cedro magistralmente tallada por Agustín Perea (1687), está maniatado y sentado en un trono improvisado, entregado a los atormentadores que le han puesto la corona de espinas. Otro ejemplo de realismo del Barroco sevillano. Entre la fila doble de Nazarenos morados aparece de repente una joven mujer sin antifaz y con una cara como una virgen de Murillo. A la luz de las velas presenta con postura solemne una pintura borrosa del rostro de Jesús. Es la figura alegórica de la Verónica y la pintura simboliza el Santo Sudario. El siguiente Paso nos muestra esta escena de la Pasión: Verónica entrega el sudario a Cristo. Silencio morado. Es el primer Paso del día que va sin música ninguna. En el centro del “escenario”o dorado y adornado con magnolias y alhelís se encuentran el Señor con la Cruz a cuestas y la Verónica. Este Cristo tiene un bello rostro, muy oscuro, que expresa los esfuerzos y tormentos de la Pasión. Lleva las tres potencias de oro que simbolizan majestad y poder divino – incluso en una Vía Dolorosa. Tiende la mano derecha al vacío, como contra la oscuridad, y en silencio sigue soportando el peso de la Cruz del sacrificio.

Pero ya se escuchan las trompetas de la marcha fúnebre que acompaña el Palio de la Virgen del Valle. Tenemos que buscarla, porque el tiempo urge, si no queremos perder la última cofradía del día. Estamos delante del Palio más antiguo de Sevilla, de terciopelo granate con bordados que en parte son de finales del Siglo XVII. Y en este “cielo” color granate están brillando cientos de estrellas de oro para consolar la Virgen y guiarla en su camino por la noche.

VII. La obra maestra del “Dios de la Madera”
23.30 en la esquina de los calles Francos/ Chapineros. Después de haber visto Nazarenos con túnicas de bonitos colores durante la tarde, nos sorprende aquí una imagen que casi da miedo. Por primera vez en este Jueves Santo, se están acercando, en un silencio absoluto, Nazarenos vestidos totalmente de negro. Parecen funestas sombras de sonámbulos. El cíngulo de esparto subraya su actitud ascética. Esta hermandad de reglas rigurosas fue fundada por un grupo de juristas y escribanos procedentes de Castillaen 1531 con el nombre de “Pasión“. Sus Nazarenos se caracterizan por su gran disciplina y su promesa de silencio que cumplen durante tosa la procesión – sólo se comunican por señas entre sí. A la pálida luz de la luna avanzan estas mudas sombras en fila doble. Ahora se nota un murmullo entre los espectadores. En este momento, aparecen los ciriales y una inmensa sombra de una figura con la Cruz en cuestas. Lentamente, una montaña de plata dobla la esquina y se abre paso. Es un “Paso” grandioso, neobarroco, en cuyo diseño artístico se han gastado más de 300 kilos de plata. Parece mentira que esta maravilla del platero sevillano Cayetano González haya sido creada en el Siglo XX – y no en el XVII.

Cada uno espera que este barco argénteo se pare a su lado. Pues, su “carga sagrada” merece aún más atención. Tenemos suerte, porque el “Jesús de la Pasión”hay que mirarlo de muy cerca. Es una obra maestra (1615) de increíble realismo, tallada por el gran Juan Martínez Montañés (1568 – 1649), a quien sus contemporáneos bautizaron “Dios de la Madera”. Con razón. Los rasgos del rostro, cada vena y toda la postura de esta escultura inigualable parecen tan auténticos, como si fuera un encuentro con Jesús mismo. Nadie osa hablar, nadie se mueve. Por momentos, toda la multitud está como petrificada, cuando el Paso se levanta con una lentitud casi inaguantable. Espontáneamente, muchos le siguen al Cristo para acompañarla a su cercana iglesia. El Maestro Martínez Montañés mismo también le siguió en su primera procesión, asombrado él mismo de haber creado una imagen tan realista. Si su contemporáneo Velázquez, el mayor de los pintores, es el “Pintor de la Verdad”, al mayor escultor español, Juan Martínez Montañés habrá que llamarlo “Escultor de la Verdad”.

Poco después de la medianoche. Estamos al pie de la escalera en la Plaza del Salvador. La Plaza es un mar de cuerpos humanos y todas las miradas dirigidas hacia ÉL. El Paso de Jesús de la Pasión empieza a subir la rampa a su Iglesia del Divino Salvador (¡esperamos que siempre salga de este templo!). Sólo se escucha el ritmo de los costaleros en la madera. Encima de nosotros, contra la luz de la luna llena, la negra sombra de la Cruz y – despidiéndose – el bello rostro de Cristo. Lo inevitable está escrito fatalmente en su cara: la subida a Gólgota. Sin embargo, también se descubre una expresión enigmática de paz interior en este rostro que evoca la paradoja de humildad majestuosa. Las velas rojas de los últimos faroles del Paso se pierden en la oscuridad del templo. Está cumplido...

Cientos de penitentes, con túnicas negras y cruz a cuestas, le siguen durante toda la procesión. Ahora, sus sombras también desaparecen en el templo barroco. Todavía lejos, entrando en la Plaza, ya se ve, como una isla de luz y esperanza en la noche, el inmenso Palio de la « Virgen de la Merced ». Es uno de los muy pocos Palios en Sevilla que van sin música.

0 :30. Delante de la rampa lo paran para que los costaleros puedan reponerse antes de la difícil subida. Desde lejos, una Saeta, pero apenas llega a nuestros oídos. Se levanta el Paso, de nuevo el rítmico golpear en la madera de la rampa, están vibrando los varales. En un momento mágico, por segundos, conseguimos mirar la bellísima cara de esta Dolorosa, antes de que las puertas de la noche se cierren detrás de su magnífico manto de azul turquesa. Pero se abrirán de nuevo con lejanos tambores y trompetas cuyos sonidos nos llegan pronto desde la antigua muralla almohade y desde la otra orilla del río. La “Jerusalén celeste” no dormirá esta noche, sino soñará despierta con la eternidad…


http://www.arrakis.es/~nautylus/
La web de Francisco Rodríguez Bergalí ofrece mucha información sobre la historia y actualidad de la Semana Santa sevillana, artículos personales y sobre todo consejos muy útiles para visitantes.

http://www.elcapillita.com
Esta web contiene un Boletín de novedades de la Semana Santa, noticias actuales y encuestas, artículos y galería de fotos de la Semana Santa.


http://www.costalero.com
La web de los Costaleros con un Paso de Palio que anda de un lado al otro. Aparte de información general y galería de fotos, ofrece descripción del trabajo y arte de llevar los pasos.

http://www.hermandad-de-la-quinta-angustia.org
La web oficial de « La Quinta Angustia » se caracteriza por el diseño elegante que se espera de una cofradía de tal solemnidad y ofrece información sobre la historia, el templo y las imágenes de la hermandad.

http://www.hermandad-de-monte-sion.org/
La web oficial de «Monte-Sión » ofrece información sobre la historia y las imágenes de la hermandad. (Para mi gusto personal, algo demasiado multicolor y « movida »)

Texto: Berthold Volberg