caiman.de deciembre 2001

Con motivo de la Fiesta del Amor os presentamos un Monumento de la Caridad:
La Iglesia y el Hospital de la Caridad en Sevilla


Aquí yazen los huesos y las cenizas del peor hombre que ha habido en el mundo. Rueguen a Dios por él.

Este pío epitafio no se encuentra en el sepulcro del pecador Don Juan, sino en una austera losa sepulcral en la entrada de la Iglesia de San Jorge del sevillano Hospital de la Caridad. Guarda los despojos mortales de un santo (¡que sigue sin ser canonizado !) Antes de renunciar a todo, fue uno de los hombres más ricos y poderosos del Siglo de Oro de Sevilla y él mismo formuló ese humilde epitafio que iba a ser la única decoración de su losa sepulcral. Hablamos de Don Miguel de Mañara Vicentelo de Leca (1627 – 1679). Después de la muerte de su padre, heredó una inmensa fortuna adquirida por negocios del « comercio de Indias » durante las primeras décadas del Siglo XVII. En el año 1648, Mañara asumió la gerencia de ese imperio comercial y en el mismo año se casó con Doña Jerónima Carillo de Mendoza. Ya antes se había hecho Caballero de la Orden de Calatrava – un privilegio reservado a miembros de la alta nobleza. Así que la dicha de ese aristócrata andaluz parecía perfecta y sin sombra.

Pero de repente, en el año 1661 murió su querida esposa sin dejar hijos. Entonces Miguel de Mañara sólo tenía 34 años. Se inició para él una época de depresiones, profunda tristeza y conversión que le llevó a la santidad. Comenzó a ofrecer su vida a la única obsesión de servir a Dios y al prójimo. Se convirtió en un asceta, viviendo casi como un monje, y se hizo hermano de la Hermandad de la Caridad que se dedicaba al enterramiento de ahogados, ejecutados o víctimas de la peste y a cuidados desinteresados a los enfermos necesitados – lo que todavía actualmente sigue haciendo. En diciembre de 1663, Mañara fue elegido Hermano Mayor de esa organización religiosa y a partir de entonces invirtió toda su energía y su dinero en el proyecto de crear un gran hospital para enfermos necesitados o sin techo. Durante mucho tiempo, coleccionaba dinero para ese edificio y una nueva iglesia, ya que la antigua estaba arruinada. Para vivir su Vita Nova, cambió su precioso palacio principal en la Judería sevillanapor una celda austera y modesta al lado de su hospital para supervisar la construcción y vivió como un monje ascético en medio del bullicioso barrio del Arenal. En el año 1674, se inauguraron solemnemente el hospital y la iglesia. Hasta aquel momento glorioso, Mañara había vendido una docena de palacios y latifundios e invertido su enorme fortuna de unos 800.000 ducados de oro en ese –caritativamente y arquitectónicamente – proyecto gigante. El resultado era – y sigue siendo – tan eficaz como espectacular: una institución para los olvidados de la ciudad dorada y una iglesia magnífica (a pesar de sus reducidas dimensiones). El día 9 de mayo de 1679, Miguel de Mañara murió de una fiebre y miles de sevillanos le acompañaron a la última morada a su « Padre de los Pobres ». Todavía hoy día, muchos habitantes de Sevilla mantienen que Mañara era quizás el hijo más santo de su ciudad. Y afortunadamente, nos queda como su legato ese auténtico Monumento de la Caridad que a la vez es una maravilla del Arte Barroco.
La Iglesia y el Hospital de la Caridad se encuentran casi a misma distancia de los dos edificios más emblemáticos de Sevilla: la Torre del Oro y la Giralda, y es el monumento principal del barrio del Arenal. Viniendo desde el río, ya se ve la fachada de blancura resplandeciente y adornada con azulejos. Resulta excepcional por dos razones: aquí la moda sevillana de imágenes de azulejos de motivos sagrados se extiende por toda la fachada, a modo de retablo, pero al mismo tiempo, ese tipo de azulejos no es muy típico de Sevilla, porque son monocromos, dominados del Azul de Delft. Es que durante el Siglo de Oro de Sevilla, los Países Bajos pertenecieron a España y muchos artistas flamencos y holandeses – tanto pintores como escultores – vinieron a la Tierra de maría Santísima y contribuyeron al auge de las Bellas Artes en la metrópoli andaluza : Pieter Kempeneer (Pedro de la Campaña), Alejo Fernández, José de Arce, Sebastian van der Borcht. Y eran holandeses que trajeron su azul de Delft y lo emplearon en la cerámica. Los azulejos de la fachada y del patio del Hospital de la Caridad son originales del Siglo XVII.
Los motivos sí son esencialmente sevillanos, ya que los diseñó el gran pintor barroco Bartolomé Esteban Murillo (1617 – 1682). La imagen que se ve abajo a la izquierda representa a San Jorge, patrono de la iglesia. La parte de arriba es dominada por representaciones alegóricas de las Tres Virtudes Teologales: la Fe, la Esperanza y la Caridad. Naturalmente, no es por casualidad, sino por deseo explícito de Mañara, que en el centro de ese programa teológico y artístico – flanqueda de la Fe (a la izquierda) y la Esperanza (a la derecha) - se encuentra la Caridad.

Por la entrada se llega primeramente al patio. Se trata de un ejemplo excepcional de “Patio Doble”, dividido por arcadas de belleza clásica y dominado por los dos colores típicos del Barroco sevillano: rojo oscuro y amarillo. Desde el patio, se puede entrar en la iglesia – y casi uno retrocede asustado. Pues, lo primero que se ve son las espantosas “Postrimerías del genial Juan de Valdés Leal (1622 – 1690): Finis Gloriae Mundi e In Ictu Oculi. En el primer cuadro, nos presenta, como alegoría de la transitoriedad de toda gloria y riqueza del mundo, los cadáveres semidescompuestos de un arzobispo y un caballero de Calatrava - ¿una alusión a Mañara mismo? Dicen que al mirar esa visión apocalíptica, su rival Murillo exclamó: “¡Hay que taparse la nariz!“ Ya no se sabe con certeza si Murillo quería criticar la “atmósfera podrida” del cuadro o si expresó indirectamente su admiración del crudo realismo de Valdés Leal.
No mucho menos terrible se presenta – directamente enfrente - „In Ictu Oculi“: la Muerte entra, en forma de un esqueleto que sonríe cruelmente, debajo del brazo lleva una guadañay un ataúd. Tiene el pie derecho en un globo terrestre y la con la mano izquierda apaga una vela – la luz de la vida.
Pero las visiones apaciguantes de Murillo que se encuentran al lado ya evocan un estao de ánimo más luminoso. En la más bella pintura de la iglesia aparece una mensajera de la luz. Santa Isabel trae esperanza a ese mundo de visiones oscuras. Por el contraste y el chiaroscuro, la belleza de Isabel resalta aún más. Pero el tema verdadero de ese cuadro es la belleza de la obra santa. Mediante ese mensaje, Caridad = Belleza, Murillo consigue ilustrar perfectamente la idea fundamental en la que se ha construido esa Iglesia de la Caridad, para la que fue creado el cuadro. Aquí se enfrentan en un diálogo cautivador las promesas lucientes de Murillo y las lúgubres amenazas de Valdés Leal, opuestas a la primera vista, pero propagando conjuntamente las virtudes cristianas.
Pero lo más sobrecogedor de la Caridad es el grandioso Retablo Mayor, uno de los ejemplos más representativos y logrados del Barroco español. En el centro se puede admirar el famoso Santo Entierro, la obra cumbre del escultor sevillano Pedro Roldán (1624 – 1699) del año 1674. Muestra una escena de equilibrada majestuosidad. Y en la parte alta del retablo se repite de manera muy lograda la iconografía de la fachada, porque de nuevo nos aparecen las figuras alegóricas de la Fe (a la izquierda, llevando los símbolos de la cruz y del cáliz), la Esperanza (a la derecha, con los símbolos áncora y ramo de olivo) – y en el centro la Caridad como Madre con ángeles en sus brazos.
Por sus obras de arte de primerísima categoría y su iconografía inspirada por la idea de Charitas, ésa es probablemente la iglesia más bonita de Sevilla. Dominan dos colores en esa « Pinoteca sacra »: el blanco de las yeserías y mármoles y el oro del Retablo Mayor y de los marcos de los cuadros - tan numerosos que apenas dejan hueco en las paredes. Será difícil encontrar aquí un centímetro sin adorno o voluta. El típico Horror Vacui del Barroco andaluz lo ha cubierto todo, pero sin que parezca recargado. Cada elemento se encuentra dentro de un marco invisible, forma parte de un principio superior. El Retablo Mayor no es muy grande comparado con otros en Sevilla, pero sí es el más precioso y transmite de manera maravillosa el mensaje de Mañara Caridad=Belleza, es decir: las obras y pensamientos de caridad son bellos y así deben ser presentados. Por ello, la Iglesia y el Hospital de la Caridad constituyen un magnífico monumento barroco y quizás el más bonito asilo de ancianos de España.
Además, el fundador Miguel de Mañara logró una „acción concertada“ de los tres artistas andaluces más importantes de su época (Murillo, Pedro Roldán, Valdés Leal), inspirándoles en la creación de sus obras maestras que siguen fascinándonos.


Horario: Lunes – Sábado. 10.00 – 13.30 y 15.30 – 19.30 horas
(Domingo sólo misas)
Dirección: C. Temprado N°. 3, Sevilla
Tel.: (0034)-954-223232

texto y fotos: berthold volberg