caiman.de 12/2003

Peru:
Octubre: "mes morado" en Lima

Quién pasea por las calles capitalinas de Lima, en el mes de octubre, notará que el color morado engalana, por doquier, el paisaje de la antigüamente llamada "Ciudad de los Reyes".

Y es que desde el primero de octubre no solamente las calles, edificios públicos, plazas e iglesias son enarboladas con banderas y pancartas de dicho color sino también los mismos habitantes de la capital peruana comienzan a vestirse de morado (mujeres con hábitos y hombres por lo menos con corbatillas moradas) como símbolo y en honor a una de las tradiciones más ancentrales y arraigadas de la ciudad que impregna el ritmo de vida de los limeños en dicho mes; hablamos de "La Procesión del Señor de los Milagros".

Lo cierto es que dicha procesión, es considerada como una de las manifestaciones religiosas más trascendentales del mundo cristiano, y una de las más grandes concentraciones humanas en toda la América Latina, cuando en todos los dias de procesión, millones de limeños forman "el mar morado" siguiendo la imagen del "Cristo moreno".

Haciendo historia, a mediados del siglo XVII, Lima vivía su pleno apogéo, como capital del dominio español en la América del Sur . Por esta razón, la ciudad era también punto de atracción para aventureros e inmigrantes con ansias lucrativas.
Muchos de ellos provenian de la Costa Atlántica del Africa Occidental, que en ese entonces estaba ocupada por colonizadores portugueses. Pertenecían a diferentes grupos étnicos como los Bozales, Carabelíes, Lúcumos, Angolas entre otros, habiendo llegado inicialmente en condición de esclavos a la costa atlántica y caribeña sudamericana.

Una vez libres, muchos se establecieron en la capital virrreinal trayendo consigo sus costumbres y tradiciones. Los de Angola solían formar cofradías, algo así como agrupaciones de tipo religioso y cultural. En sus reuniones se era usual venerar a los santos de su devoción, interpretando canciones nostálgicas que les hacían recordar sus orígenes, sus antepasados, la tierra que habían dejado atráz.

Por el año de 1650, la cofradía de los negros de Angola se acentuó en la zona limeña de Pachacamilla, lugar que antes habia sido ocupado por indios venidos de Pachacamác (antiguo centro de peregrinación Inca al sur de Lima).

La sede de la cofradía estaba construida con muros de adobe, una forma de construcción de barro duro, típica de la costa peruana.

En uno de dichos muros fué pintado al temple por unos de los de Angola un “Cristo moreno” cruxificado. La devoción puesta al hacer la obra, dió mucho que decir entre los miembros de la cofradía.


El 13 de Noviembre de 1655, la ciudad se vio extremecida por un terremoto que destruyó gran parte de ella. Casas, casonas señoriales, iglesias y monasterios quedaron al borde del suelo. Como por milagro, el único muro que quedo intacto y sin resquebrajamientos en toda la zona de Pachacamilla fué precisamente aquel donde estaba plasmada la imagen del Cristo moreno.

La imagen permaneció muchos años en el olvido hasta que fue encontrada por un vecino de la ciudad, Don Antonio León, quién levantó una pequeña hermita con el muro. La tradición cuenta, que él, lleno de devoción, pidió al Señor a travéz de la imagen le sanara de un mal incurable. Desaparecido este mal, se propagó la noticia del milagro a lo largo y ancho de la ciudad.

La imagen en el muro comenzó a ser venerada, primero entre la población de color, expandiendose después el culto entre todos aquellos que hacían de Lima, tierra de todas las sangres.

La influencia de los colonizadores españoles mezclada con la idiosincrasia indígena y africana, se deja sentir en la intensidad con que se vive el fervor y culto religioso, así la devoción a la imagen del "Señor de los Milagros", como se le comenzo a llamar, se fué arraigando profundamente en el sentimento popular de los limeños.

Cabe recordar, que el apogéo de Lima en esa época no solamente era de tipo económico y cultural (sede de la primera universidad y primera imprenta en América). Lima era también centro de religiosidad católica, de aquí, surgió por aquel entonces, la primera Santa del Nuevo Mundo, Rosa de Lima, patrona del Perú, América y las Filipinas.

Entre 1681 y1689, gobernaba el Virreinato del Perú, el vigésimosegundo Virrey, el Duque de la Palata, Melchor de Navarra y Rocafull. En su tiempo se construyeron las murallas de las ciudades de Lima y Trujillo para ponerlas a cubierto de cualquier ataque de los filibusteros.

El 20 de octubre de 1687, otro terremoto arruinó Lima y Callao. Perecieron cerca de 1,300 personas de las más de 35,000 que conformaban la ciudad. Desde entonces las tierras inmediatas a Lima en las que se producía excelente y abundante trigo quedaron inservibles para este cultivo. Nuevamente el muro con la venerada imagen quedó en pié, confirmandose así el designio milagroso de ella.

Las concecuencias desvastadoras fueron tan exhaustas para la ciudad que se acordo por petición del pueblo en general, confeccionar una copia al oléo de la imagen para que recorra las calles de la ciudad en símbolo de protección. A partir de ese mismo año se dió lugar por primera vez, la tradicional procesión, recorriendo la imagen en andas por las calles limeñas.

Hoy en día, este mismo oleo recorre octubre tras octubre ya no la Lima virreinal, sino una Lima republicana con más de 7 millones de habitantes.

La Hermandad de "el Señor de los Milagros" es la institución que se encarga de la organización general de las festividades octubrinas, sus miembros masculinos son los que tienen el honor de cargar las andas de madera caoba durante los días de procesión.

Sobre ellas se encuentra la imagen actualmente encuadrada en un enorme marco (1,99 x 1,37 metros) de oro y plata engastada en fina pedrería, con alegorías religiosas y coronada por el escudo de la ciudad.

El peso total cargado por los 32 hermanos morados" que conforman cada una de las 20 cuadrillas turnantes se calcula en 1,500 kilos a lo largo de 6 kilómetros en 20 horas por día de procesión. Delante del cortejo, el primer grupo de los miembros femeninos de la hermandad, las Sahumadoras, van preparando la vía procesional echando incenso al cielo, dando con ello un ambiente sacral. El número de ellas llega a 75 “hermanas moradas"por cada uno de los 5 grupos con un tiempo promedio de cuatro horas de recorrido. Seguidas por el grupo des las Cantoras quienes entonan himnos y canciones que toda la filigresía en general va siguiendo a lo largo del cortejo.

Y la música no ha faltar, pues así como los peruanos esmaltan su fé con sentimiento, le ponen también conciencia del ritmo y melodía, por ello diferentes grupos de músicos populares acompanan el "andar"del Cristo moreno, desde y hasta la iglesia de las Nazarenas donde permanece la imagen original, custodiada por las beatas Nazarenas siempre ataviadas con el hábito morado que simboloza la fé y devoción absoluta al Señor de los Milagros.

Y es que esta procesión es todo un acontecimiento popular, es uno de los pocos momentos, o quizás el único, donde las diferentes clases sociales que conforman la sociedad limeña se ve reunida trás una sola fé. Desde el Presidente de la República hasta el más joven de los lustrabotas se arrodillan llenos de devoción al paso de la imagen por lugares públicos, hospitales e iglesias siempre bajo lluvia de flores caidas desde los ventanales.

La fabricación de alegorías que la gente va usar en octubre son realizadas con meses de anticipación. Cirios, detentes, rosarios, medallas, figuras de yeso son infaltables en los estos dias y los hábitos morados, proliferan entre limeños y limeñas. Hasta el équipo de futbol más popular de la ciudad no deja de llevar ese color en dicho mes.

Naturalmente, el paladar tiene también que sentir que esta de fiesta, y es que el mes morado se "endulza" con el " Turrón de Doña Pepa" , manjar de limeñisima tradición colonial elaborado con almíbar de jugo de frutas, yemas de huevo, manteca, harina y anís, cubierto con vistosos caramelos de elaboración cácera que no falta en cada mesa limeña durante octubre.

Finalmente, podríamos decir que para un Limeño, el hecho de asistir a la procesión, va unido tambíen a una manera de afirmar su amor por su ciudad.

Texto: Juan Castro Díaz