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Alli donde surfean los pelícanos

El Perú es un país extraordinario: ruinas espectaculares de culturas antiguas, montañas increíblemente altas que demasiado literalmente te dejan sin aliento, gente morena que mueven sus caderas con y al ritmo de la música caliente. Pero también para los que sólo quieren descansar en la playa, el Perú es un destino de primera.

¿Sorprendido? ¿Nadie va al Perú para un poco de vidilla de playa? Sin embargo se podría sostener con todas las de la ley que el Perú tiene una de las playas más largas del mundo, pues su desierto costal de 2000km de longitud y hasta 180km de anchura se estrecha desde los Andes hasta el mismo Pacífico. Con esto se pueden construir muchos castillos de arena. Quien busca la vida playera más in del momento en el Perú, va hacia el norte, justo cerca de la frontera con Ecuador. Máncora se llama el destino. El antiguo pueblo de pescadores se ha convertido , manteniendo todavía su original encanto, en un verdadero centro de vida de playa.


Máncora
Aquí se pueden escuchar las lenguas de todo el planeta y se encuentra toda la gama de colores de piel y de tamaños de ropa tomando un buen baño de sol. Especialmente los surfistas y los bodybordistas los hay de cien en cien, pues las olas izquierdas son conocidas internacionalmente.

Y para la copa de después hay bares en toda la playa, algunos más grandes que los otros, que preparan no sólo los cócteles internacionales de costumbre sino también el Pisco Sour, una delicia veraniega. La playa de Máncora tiene 20km de arena amarillenta, que sólo es interrumpida por un encantador puerto de pescadores. Para dormir se puede elegir entre una pensión económica en tercera o cuarta fila (US$5-10 por persona y noche) o uno de los hoteles directamente en la orilla del mar. En los últimos hay mucha diferencia en cuanto a precios y confort, porque en Máncora ya se conocen de sobras los estándares europeos y norteamericanos – en todos los sentidos. Así, un pequeño bungalow cuesta entre US $20-40 por persona, mientras una habitación ya se puede alquilar por US$20.

Máncora es internacional, joven y sobre todo guapa. Hay muchos brasileñas y brasileños que dan un aire excitante al pueblo. Estarse en uno de los bares de la playa después de un día caluroso en el sol tropical tomando una copa helada de Pisco Sour delante del mar meciéndose: la felicidad total. Quien va a Máncora quiere más que nada playa y sol.

No obstante, si la piel está quemada y pica demasiado, también hay unas cuantas atracciones cercanas. En la carretera principal se encuentra siempre una agencia que organiza una excursión a un precio razonable.


El inglés un poco sui generis...

Hasta las cercanas pozas de barro van incluso los mototaxis. Los mototaxis son ya una atracción en si mismo, pues la mezcla entre moto y sofá de plástico se balancea tanto que una caída no parece muy improbable. Y para colmo tienen un pitido que mejor ni hablar. El agua es muy agradable y refrescante, aunque no se pueden esperar milagros, pues el Pacífico es un océano. Quien prefiere las temperaturas tipo bañera del mediterráneo tiene que buscarse una de las pozas naturales (preguntar por las pocitas) donde el agua se calienta hasta evaporar. Allí uno puede aguantar hora tras hora, mientras observa el ir y venir de los bañadores y bikinis.

Pero lo mejor de Máncora – dejando de un lado la playa – es la comida. Aquí el pescado es tan fresco que casi todavía respira cuando lo traen en el plato. La especialidad local son los ostiones, una especie grande de ostra. Se sirve a diferencia de su hermana noble mayormente a la plancha. Y naturalmente el ceviche, el Sushi picante peruano que levanta hasta a un muerto.

En Máncora se pueden encontrar restaurantes para todos los bolsillos. Desde el "Espada", uno de los mejores restaurantes de pescado de toda la costa norte hasta un bocadillo cutre en uno de los bares de la carretera, hay de todo en la viña del Señor. Quien pregunte a los nativos encontrará también alguna que otra joya. Los precios empiezan con US$4 y suben hasta US$20 para una comida exuberante con todos los extras. Después uno necesita una siesta en una hamaca con vistas al mar o urgentemente un poco de movimiento. La playa eternamente larga invita a darse un paseo. A quien no le importa el sol puede lucir ahora también el tankini Máncora que ofrece una empresa norteamericana en su web. Aparte de los perros que se cruzan en tu camino, en la playa también una muchedumbre de buitres que con su aire fantasmagórico parecen totalmente fuera del lugar en estas tierras ligeras.


los pelícanos
Si, cansado de tanto caminar, te sientas a la sombra y puedes observar como los pelícanos surfean las olas. Veinte o más de estas aves gris-marrones se dirigen volando en fila india bastante larga hacia una ola recién nacida.

En una perfecta formación sobrevuelan la cresta de la ola a poquísima altura. Justo en el último momento cuando la ola ya rompe los pelícanos suben rápidos de uno en uno como una flecha al cielo. Tan sólo para enseguida volver al juego.

¿Si esta especie de wingsurfing tiene un sentido profundo? Quién lo sabe. Pero nosotros que agujereamos la arena magnífica con nuestros dedos, que nos reímos de los cangrejos huyéndo y que miramos mejilla a mejilla la bajada del sol, ¿quienes somos para juzgarlo?

Más información sobre Máncora

Llegar
A Máncora sólo llegan autobuses. Desde Lima suben la costa diariamente varios buses en dirección Tumbes. Claro que 17 horas de bus no le gusta a todo el mundo. Los aeropuertos más próximos son Tumbes o Piura.

Cuándo
Todo el año. De noviembre hasta marzo puede caer un poco de lluvia de vez en cuando. En los meses de verano aquí, Máncora se llena rápidamente, así que mejor reservar con antelación.

Otros Servicios
Máncora cuenta con todo lo que un turista necesita. Desde un internet café hasta un pequeño hospital hay de todo, incluso un banco. En los hoteles y los restaurantes grandes se puede pagar con tarjeta de crédito, en otros establecimientos sólo al contado (¡billetes pequeños!).

Medidas de seguridad
Antes de emprender un viaje al Perú hacen falta algunas vacunaciones. Fiebre amarilla es obligatoria, tifus, difteria y hepatitis son recomendadas, malaria opcional. En el Perú se aconseja no mostrar abiertamente su riqueza. El rolex y los diamantes se quedan mejor en casita. Sin embargo, Máncora tiene fama de ser bastante seguro. Cuidado también con el sol tropical.

Su fuerza supera con creces todo lo que estamos acostumbrados en Europa. Así más vale no ahorrar con el factor protector de la crema solar. Broncearte, te bronceas en Máncora de todos modos. También hay que ser prudentes con la comida. Es preferible no comer nada que haya podido tocar agua sin hervir. Así que nada de ensaladas verdes y la fruta ¡a pelarla! El ceviche mejor comerlo en un restaurante que parezca bien limpio y que utilice pescado realmente fresco.

Informaciones en la red
www.vivamancora.com
Una web bastante informativa sobre todos los aspectos de Máncora.

www.mancora.com
La web oficial de Máncora. Con informaciones del tiempo allí. Tiene enlaces a algunos hoteles (se puede reservar online).

www.peruazul.com
Web español-inglesa con informaciones para los surfistas.

Texto + Fotos: Nil Thraby


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