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caiman.de junio 2001
españa

Pablo Casals: El maestro español del violoncelo

El 2001 es también el año de Pablo Casals: es el 125. aniversario de uno de los más significativos músicos del siglo 20. ¿Deconocido para ustedes? No son los únicos. Sólo a cierta especie de la raza humana le es familiar este nombre. Esa gente se denominan “oyentes de música de cámara” y todavía juegan un papel a la sombra.

Casals es tan importante en la historia del celo como lo es Paganini para el violín. Sin embargo, Pablo tuvo primero que abrirle el camino a su instrumento, ya que hasta 1900 casi nadie quería oír recitales para celo. De hecho sólo existían pocas de estas obras. Casals por lo tanto caminaba por senderos nuevos. Casi no se habría hecho verdad, si su madre no se hubiera salido con la suya, él no sería el celista más grande del mundo sino un carpintero!

Debido a su talento, el celo fue redescubierto por compositores como Schönberg, Prokofieff, Schostakovich y Hindemith. Naturalmente ya antes de sus interpretaciones innovativas existían composiciones para celos pero, por ejemplo en los trabajos de Beethoven o Haydn, las posibilidades del instrumento nunca se llevaron al límite. Ésto conseguirían por primera vez Casals y sus alumnos.

EL MAESTRO EN PERSONA:
GENIO Y ZUMBADOR

Hoy en día es difícil de entender lo revolucionario que fueron sus innovaciones ya que ahora son parte medular de cualquier intérprete del instrumento.
A fines de siglo por ejemplo era bastante usual dejar deslizar los dedos sobre las cuerdas. Casals introdujo el golpeteo de los dedos, la percusión, lo cual produce un tono más fuerte y expresivo.

El uso del arco en toda su longitud le parecía musicalmente poco elegante, feo e incorrecto. Quebró con la tradición de mantener el arco todo el tiempo sobre la cuerda. Ninguna de esas novedades impuso sin razón. El motivo de esto era darle vida musical a las intenciones de los compositores. Para él se trataba de nada menos que la verdad y la realización de las composiciones. El resultado de esas técnicas llevadas a cabo sin compromiso alguno (“la técnica es absoluta cuando ya no se percibe”) son las más expresivas y conmovedoras de todas las interpretaciones jamás creadas para violoncelo.

Pablo Casals nació en 1878 en el pueblito catalán Vendrell. Al mismo tiempo, Johannes Brahms recién había terminado su primera sinfonía y en Bayreuth se llevaban a cabo por primera vez los festivales Wagner; Gustav Mahler cumplía 16 años y Claude Debussy apenas 14. Con excepción de Arnold Schönberg todavía no había nacido ninguno de los clásicos de la época moderna – y Casals los sobreviviría a todos.


EL CELO MÁGICO:
SU MEDIO ARTÍSTICO l
Al descubrir a los 13 años una edición con “Sechs Solosuiten für Violincello” de Johann Sebastian Bach en una tienda de antigüedades en Barcelona vivió un histórico momento de suerte personal. Los siguientes 12 años estudiaría estos por entonces casi desconocidos y luego olvidados “tesoros” antes de atreverse a tocar en 1901 sólo uno de ellos públicamente. La música correspondía exactamente a su percepción del mundo y él temía dar a conocer en cada presentación demasiados pensamientos y sentimientos íntimos. Sólo por veneración a la música se dejó convencer a grabarlos.

Frecuentemente, estaba tan absorto en su música que devotamente la acompañaba con su voz sin importarle estar tocando en la Casa Blanca ante Kennedy o que su tarareo quedara grabado en un disco. Este hecho llegó a ser su marca de referencia y naturalmente todavía se reconoce en sus CD o discos.

Su credo era la unidad del arte y la humanidad: “Más importante que la relación del músico hacia la música es su actitud ante la vida.”

En cuanto a su actitud hacia la vida, la suya era sin compromiso, intransigente e incorruptible: en 1938 se exilió al sur de Francia elevando una protesta contra Franco. Durante la ocupación nazi en Francia se negó a tocar ante Hitler, actitud que le costó arresto domiciliario por años. Pasada la Segunda Guerra Mundial, Casals levantó una ya iniciada gira de conciertos para enfatizar su indignación que la dictadura española continuara. Ya no ofrecía ningún concierto más. En este tiempo era ya el celebrado y famoso rey de los celistas y en consecuencia el mundo se irritaba ante la imposibilidad de disfrutar de sus conciertos.

Después de largos años de boicot, el virtuoso dejó entonar su instrumento enmudecido en 1950 con motivo del 200. aniversario de muerte de su muy adorado J.S.Bach. En la ciudad Prades en el sur de Francia en los Pirineos, juntó a músicos de todo el mundo fundando al mismo tiempo un festival que hoy en día todavía lleva el nombre del maestro.

En su tiempo, Casals ponía mano a la batuta tantas veces como al celo. Con su orquesta fundado (Orquesta Pau Casals) la había llevado dando conciertos para los obreros desde ya 1928, todavía en España. Ésto lo podía financiar únicamente con los rendimientos de su éxito internacional. Casals quería que todos tengan acceso a la música de su orquesta: pagando el precio simbólico de seis pesetas al año, cada persona se podía inscribir en la Associació Obrera de Concerts e ir a escuchar los conciertos clásicos dirigido por Casals. Hasta 1937, cuando tuvo lugar el último concierto del orquesta, se habían inscripto 300 000 apasionados oyentes.

En su “cruzada para la paz”, como él la llamaba, también dirigía delante del atril su oratorio “El pesebre”. Durante los últimos 25 años de su vida, el artista se interesaba en escena más que nada por un llamamiento a la moral.

De su arte no se perdió nada aunque llevaba 90 años tocando. Según testigos, su manera de tocar era todavía colorida y de una vitalidad arrebatadora. Nunca se dejó intimidar por la presencia del inhalador de oxígeno disponible a su lado.

Bach-Solosuiten
von Casals

El virtuoso celista pasó sus últimos años con su esposa Marta –quien era 59 años más joven que él- en el país de su madre, Puerto Rico.

También en esta isla dejó sus huellas musicales: fundó otro festival que todavía lleva su nombre, el conservatorio de música y una orquesta sinfónica que dirigía él mismo en muchas ocasiones.

En septiembre de 1973, Casals sufrió un infarto mientras jugaba domino, muriendo unos días más tarde.
Cientos de personas participaron en el funeral en el Puerto Rico Memorial Cementery, porque el maestro siempre se negó regresar a una España bajo Franco. Años más tarde, en 1979, su cuerpo fue trasladado a su pueblo natal en Catalunya.

Text: Alexandra Geiser

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Más informaciones:
El Cant dels Ocells
A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, Pablo usaba tocar esta cancion tradicional en los finales de sus conciertos. Para él fue un símbolo para la esperanza y la paz como un espejo de la pena y el anhelo de los catalanes.

En formato MP3: www.casals.da.ru

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