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Argentina: Una economía con rostro humano para Amércia Latina

El autor, del Instituto Interamericano para el Desarollo Social del Banco Interamericano de Desarollo, elabora sobra las oportunidades y bases respectivas de las economías latinoamericanas de alcanzar un nivel de prosperidad y social igual a las economías europeas y norteamericanas.

Algo muy importante no cierra en las principales economías de América Latina. Argentina es el quinto país productor de alimentos del mundo, sus exportaciones anuales de alimentos permitirían satisfacer a 330 millones de personas, sin embargo cerca de un 25% de los niños están en situación de a alto riesgo alimentario y se suceden las muertes de niños por hambre en diversas provincias. Brasil es la novena economía mundial con una excepcional capacidad de producción industrial, pero los estimados hablan de más de 40 millones que tienen hambre y una tercera parte de sus 170 millones de habitantes está en pobreza extrema. México es una vigorosa economía, pero según los analistas del 40% al 60% de sus 100 millones de habitantes está por debajo de la línea de pobreza. La pobreza mata. Reduce la esperanza de vida, y deteriora gravemente la calidad de vida.

Indicadores indiscutibles de si una economía funciona son la situación de los niños y de la familia. En América Latina los mas afectados por la pobreza son los niños. El 58% de los menores de 14 años son pobres. 22 millones de niños según la OIT se ven obligados a trabajar, lo llama "esclavitud forzada".


Uno de cada tres niños latinoamericanos menores de dos años padece de desnutrición. Crecen los niños de la calle, expresión extrema de desamparo. En cuanto a la familia el aluvión de pobreza está destruyendo familias a diario.

¿Por qué no cierra la economía en este Continente?
Será porque - como se acostumbra a decir - simplemente son países sin recursos y no hay otra alternativa. El argumento resulta muy débil. El Nóbel de Economía Amartya Sen plantea: ¿Cómo se explica que países más pobres dan a su gente una esperanza de vida y niveles educativos y de salud, mucho mejores que otros más ricos? Compara así a Sri Lanka, el Estado de Kerala en la India, y Costa Rica, con países que tienen un producto bruto per capita muchas veces mayor como Brasil, Sudáfrica y Gabón. ¿Por qué la gente vive bastante más años en los tres primeros? Se muestra que inciden en ello los mejores niveles de equidad, y la existencia de publicas activas en lo social. El tema no es solo los recursos que una sociedad tiene, sino sus prioridades. Cuanto más recursos haya mejor, pero siempre habrá una cuestión de a que los asigna. El Banco mundial se interroga en una obra reciente "La calidad del crecimiento". Sobre por qué teniendo igual tasa de crecimiento del producto bruto, en unas economías la situación de la gente mejora, y la pobreza se reduce y en otras empeora. No basta con crecer dice, ello es imprescindible pero no suficiente, hay una cuestión de calidad del crecimiento. ¿Se irradia a todo el país, o solo a las zonas urbanas, llega realmente a sectores masivos de la Población o se concentra, ayuda a superar las discriminaciones o las agudiza?

Un tema central en el nuevo pensamiento económico es la desigualdad. Si es baja, ello favorece el crecimiento, y posibilita que una vez generado llegue a los pobres. Si es alta se constituye en una traba feroz para el crecimiento y bloquea llegar a los pobres. Parece ser una de las causas de por qué Argentina en los 90´s a pesar de altas tasas de crecimiento en los primeros años de la década, multiplicó el desempleo y la pobreza. Las políticas adoptadas profundizaron la brecha de desigualdad. La distancia entre el 10% más rico y el 10% más pobre de la Población ascendió en toda la década.

Era en 1993 de doce veces, en 1998, 24 veces, y en el 2000, 28 veces. La desigualdad generó múltiples efectos regresivos como entre ellos redujo el mercado interno, debilitó la formación de ahorro nacional, aumentó las tasas de deserción y repetición escolar de los pobres y pauperizó a los estratos medios.

Corresponde mejorar la calidad del debate sobre la economía en el pais, integrando dimensiones como las mencionadas y colocar en el centro del mismo. La visión de que debe construirse una economía eficiente, pero con rostro humano que cierre en lo que es más importante.

¿Utopia? ¿Por qué?
Hay en el mundo economías con rostro humano muy exitosas. Ejemplos: Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia y Canadá. Están entre los primeros del mundo en las tablas de desarrollo humano, competitividad, y ausencia de corrupción. Noruega es el No.1 en Desarrollo Humano, Suecia el No.2, Canadá el No.3, son los lugares del mundo donde la gente vive más años y tiene mejores niveles de educación, salud, acceso a la cultura, libertad, y otros índices similares. Al mismo tiempo, están en los 10 primeros puestos del mundo en competitividad. También son líderes mundiales en no-corrupción. Muestran que esas metas no son excluyentes, como se plantea a diario en el país sino al revés causas de su éxito. Han hecho grandes inversiones en educación y salud, tienen algunos de los mejores niveles de equidad del mundo y esa población muy bien nutrida, saludable y calificada ha sido la base de su competitividad en la economía globalizada.

Por otra parte, su visión de que la gente es lo más importante, es decir su ética del desarrollo y su inversión en educación han generado valores éticos fuertes que son el mejor preventivo anticorrupción. Todo ello se ha basado políticamente en grandes concertaciones nacionales de los politicos, los empresarios, los sindicatos, y la sociedad civil que han dado firme piso a estos proyectos nacionales de crecimiento compartido.

¿Son referencias lejanas?
En primer lugar, con sus imperfecciones y búsquedas muestran que una economía con rostro humano es viable, pero además, también en América Latina experiencias en la misma dirección tienen resultados estimulantes. Así por ejemplo la de la pequeña Costa Rica, sin materias primas estratégicas y de reducido producto bruto per capita, que sin embargo presenta indicadores sociales muy superiores a los de los grandes países de la región. La pobreza es menor al 20%, casi la mitad o la tercera parte de las de Brasil, México o Argentina, la esperanza de vida es mayor, la tasa de mortalidad infantil entre las más bajas a nivel internacional, el nivel de escolaridad muy superior al promedio latinoamericano. La economía tiene un perfil humano, que ha sido mantenido durante décadas en una especie de pacto nacional subyacente. Entre sus secretos están que tiene uno de los mejores coeficientes de equidad de la región, y una alta inversión en salud y educación protegida a pesar de las dificultades económicas.

Estas bases sanas le han permitido ser elegida en años recientes como lugar de radicación de multimillonarias inversiones de alta tecnología que han visto en el nivel de su sistema educativo, y en su paz social, ventajas comparativas muy importantes. Con sus problemas por ser un país débil y pequeño, ha obtenido logros económicos y sociales de gran significación Por una parte se necesita recuperar una dimensión perdida, volver a revincular ética con economía. Una economía debe crecer, ser estable, competitiva, propiciar el progreso tecnológico, pero al mismo tiempo debe estar orientada por parámetros éticos, qué impactos está teniendo sobre la población, la ampliación de oportunidades, la salud, la educación. Se necesitan políticas públicas que agresivamente creen condiciones favorables en estos planos básicos, que se hagan responsables de las necesidades esenciales, y que tengan gerencia social de primera calidad y erradiquen toda corrupción. Debe haber inversiones sistemáticas en la gente.

Lula atrajo un consenso nacional e internacional unánime cuando proclamó iniciando su Presidencia que la primera obligación del Estado brasileño era terminar con el hambre. Se percibió que era la prioridad correcta. Junto a la acción estatal es preciso movilizar a fondo el capital social de la comunidad. La sociedad a través de actores como la responsabilidad social empresarial, el voluntariado, la articulación productiva de los mismos pobres, y la participación ciudadana puede aportar mucho a la lucha contra la pobreza.


Así en el mundo desarrollado es cada vez mayor el compromiso social que la ciudadanía exige de la empresa privada. En Francia y EEUU se multiplican los llamados a invertir solo en empresas que asumen responsabilidad social, y el municipio italiano de Umbria termina de aprobar que dada preferencia en las licitaciones a las empresas con mejor índice de responsabilidad social. El voluntariado es otro actor clave. En Argentina sin esa explosión fenomenal de trabajo voluntario, todos los indicadores de pobreza serían aún mucho peores. Ha contribuido a reducirlos el gran trabajo solidario desplegado por organizaciones como Caritas que da ayuda a 4 millones de personas. Los pobres organizados son otra expresión muy importante de capital social en acción. Muchas de las mejores experiencias sociales de América Latina son de comunidades pobres que se han articulado para la acción como las de los indígenas ecuatorianos, Villa El Salvador en el Perú, las escuelas Educo de campesino pobres en El Salvador, o las nuevas experiencias de gestión de empresas quebradas por su personal en el país. La articulación entre políticas publicas responsables y una sociedad civil movilizada puede desatar círculos virtuosos de gran impacto.

¿Pueden levantarse nuevas economías con rostro humano?
Hoy el Continente a pesar de sus graves problemas económicos y sociales presenta condiciones que favorecen marchar en esta dirección. El ejemplo de la Argentina donde a pesar de la crisis está aumentando continuamente la solidaridad, y donde más del 40% de la población está ayudando a los otros, indica que los valores éticos raigales de amor y responsabilidad por el otro proclamados por la Biblia, están plenamente vivos en la ciudadanía, y esto es un formidable potencial para una economía con rostro humano. Por otra parte, el avance de la democratización, de una ciudadanía cada vez más activa, que está reclamando ética en las conductas públicas, en los liderazgos de todo orden, y una economía que democratice las oportunidades, las amplíe, y garantice los derechos mínimos inherentes a la dignidad humana, impulsará cada vez más este camino. Un debate público de una calidad mayor puede ayudar mucho a desmontar los mitos y fallacias en los que suele estar atrapado la discusión actual sobre lo económico y mostrar que hay alternativas y esperanza. Ayudará a cada ciudadano a participar desde nuevos parámetros de que es lo que se debe hacer como aquello que sugirió en la Conferencia de Obispos Católicos de EEUU: "las políticas económicas deben ser juzgadas a la luz de que hacen para los pobres, que les hacen a los pobres y que les posibilitan a los pobres hacer por ellos mismos".

Texto + Fotos: Bernardo Kliksberg para imprimir   

Éste artículo se encuentra publicado en matices, la revista, que coopera con caimán.


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