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Argentina: La creatividad ante la crisis

En estos días la Argentina se presenta más que nunca como un país lleno de contradicciones. Claro está que esa crisis actual no fue una sorpresa real sino parece ser una consecuencia lógica: el desarrollo político desde la dictadura militar y los gobiernos posteriores culminaba en una situación sin duda inédita para la mayoría de los argentinos. Todavía no se concibe los cambios futuros en los ámbitos económicos y sociales, tanto más impresionante que se constituye un fenómeno que el escritor porteño Eduardo Berti establece dentro de una "gimnasia de la crisis": una contracultura notable.

El II. Festival Internacional de Literatura de Berlin que se realizó desde el 10 hasta el 21 de Septiembre de 2002 en la capital alemana dió la oportunidad de entrevistar a dos generaciones de escritores argentinos. Hedda Dunker se encontró con Liliana Heker y Eduardo Berti para hablar no sólo de la Argentina en crisis sino también de la literatura, del fútbol y de la música.

"Me siento comprometida con el tiempo que me ha tocado vivir"
Liliana Heker sobre literatura e ideología

La actualidad argentina muestra más que nunca las contradicciones que sufre el país. De qué manera está reaccionando la vida cultural?
En principio, no es que la crisis sea una novedad en Argentina por lo menos desde que yo recuerdo y yo entré a la vida consciente y literaria hubo succesivas crisis o había militares.

Tuvimos la época más feroz y criminal de nuestra historia con la dictadura militar, tuvimos gobiernos posteriores a la dictadura militar, que no estuvieron de ninguna manera a la altura del rol que deberían haber tenido, y a la medida de las expectativas - sobre todo estoy hablando del gobierno de Alfonsín que tenía en su momento el apoyo y el fervor de la gente que salía de la dictadura militar. Hemos tenido este gobierno vergonzoso, que ha terminado destruirnos, que es el de Menem, que es un carnaval y después hemos tenido ese gobierno inoperante y lamentable como el de De la Rúa. En realidad, nuestra historia política es realmente lamentable.


Liliana Heker
nació en Buenos Aires en 1943. Antes de dedicarse plenamente a la literatura realizó estudios de física. Sus primeros cuentos aparecieron en la revista El Grillo de Papel. Luego fundó y fue subdirectora de la revista cultural El Escarabajo de Oro, que se publicó entre 1961 y 1974. A partir de 1977, fundó y codirigió El Ornitorrinco. En estas revistas literarias sostuvo polémicas, publicó ensayos y críticas y participó de los encendidos debates ideológicos y culturales de los últimos veinticinco años. La publicación de su primer libro de cuentos, Los que vieron la zarza (1966), la consagró precoz y definitivamente como una de las grandes narradoras argentinas contemporáneas. A ese libro le siguieron: Acuario (1972), Un resplandor que se apagó en el mundo (1977), Las peras del mal (1982), todos colecciónes de relatos, y la novela Zona de clivaje (1987). Sus cuentos completos han sido traducidos al inglés y muchos de sus relatos se han publicado también en Alemania, Rusia, Turquía, Holanda, Canadá y Polonia. Ha reunido todos sus cuentos en el volumen Los bordes de lo real (1991). En 1996 publicó su segunda novela El fin de la historia, una reflexión de la complejidad de la dictadura militar en Argentina. Cuentos actuales de la escritora se puede encontrar en La crueldad de la vida (2001). Vive en Buenos Aires.

En este momento hay una crisis económica y social que hace que tengamos la sensación de que estamos tocando fondo... estamos en una situación inédita, para nosotros es una situación de catástrofe. Yo creo que el problema más grave es el de la desnutrición infantil. Hay una cantidad enorme de chicos que están condenados a una deficienca mental porque han sido creados con menos proteinas de las que necesitan, la escuela pública se mantiene simplemente por el fervor de los maestros, lo mismo ocurre con la universidad. La desocupación es muy grande, lo que lleva no sólo a terribles problemas económicos sino a una terrible destrucción o desvalorización del individuo y al mismo tiempo hay un incremento de la violencia. Estamos en la situación en que la vida humana vale muy poco, muchos de estos jóvenes que no tienen salida, sin duda les da lo mismo matar que morir, estamos realmente en una situación de violencia muy compleja.

Y al mismo tiempo creo que hay una creatividad y una solidaridad también inédita, ante esta crisis total y ante la inoperancia de los gobernantes la gente está inventando nuevos recursos para sobrevivir y para ayudarse mutuamente, y que además hay fervor por lo artístico, hay un fervor real para todo aquello que sigue vigente pese a la destrucción de la economía y del tejido social.

Esa contradicción, esos dos fenómenos nuevos y opuestos, uno absolutamente negativo y el otro realmente positivo que es lleno de alegría, esos dos fenómenos simultáneos nos están constituyendo de momento.

Para Ud. es posible seguir trabajando ahora, es decir dando talleres literarios y seguir con su trabajo de escritora?
Primero hay que decir que un autor tiene el privilegio de poder seguir escribiendo pese a lo que ocurre al alrededor, también en momentos de crisis como esta. No sólo uno puede seguir escribiendo sino que la realidad proporciona nuevos conflictos que sin duda van a ser parte de la literatura que creemos a partir de ahora. Y en cuanto a los talleres se da justamente el fenómeno de que hablaba antes de la necesidad de la gente de crear algo artístico. No tan curiosamente yo tengo más alumnos en los talleres que en los años anteriores. Como la gente ha perdido el trabajo, y no estoy hablando sólo de asalariados, hablo de abogados, de escribanos o de psicoanalístas, de médicos que han visto totalmente disminuída su posibilidad de trabajar y que de pronto vuelven a algo que tal vez siempre ha sido importante para ellos, que es la literatura y necesitan realmente crear. Hay otro fenómeno muy singular: este año como todos los años se hacía la feria del libro en Buenos Aires entre abril y mayo. Y este año ha habido más gente que los años anteriores. La gente sin duda compraba ofertas, no podía comprar novedades y mucho menos libros importados, pero había más gente buscando y esperandose y yendo a los actos públicos, creo que incluso los debates fueron más interesantes y menos triviales que en otros años. Hay una intensificación del interés de la gente por lo cultural, eso es un fenómeno que realmente se está dando.

Se entiende como escritora política?
Yo soy una mujer a quien le importa la política y que tiene una ideología y que siempre ha pertenecido a una izquierda independiente, durante muchos años sacabamos una revista de literatura que siempre se propuso defender la gran literatura, es decir la literatura en cuanto a hechos artísticos y al mismo tiempo siempre ha tomado posición sobre los hechos que ocurrían en nuestro país, no sólo lo que incumbia a la política cultural sino también a acontecimientos políticos que ocurrían. Como persona me siento comprometida con el tiempo que me ha tocado vivir, con la realidad que me ha tocado vivir.

En mi literatura es que sin duda yo no me puedo despojar de mi ideología como no me he despojo de mi sexo, como no me despojo de mi historia, o como no me despojo de mi propia locura...quiere decir eso puede aparecer en mayor o menor grado en mi narrativa.

Aparece p.e. de una manera más explícita que en otros casos en mi novela El fin de la historia donde yo tomo un caso que tiene que ver con la dictadura militar y con los campos de exterminio, que hubo en Argentina, y también tiene que ver con la historia política de mi generación. Nosotros fuimos adolescentes en una época en que había un gran fervor político, nos vinculamos precozmente con la política. Cuando ocurrió la revolución cubana yo tendría quinze años; esto nos daba la idea de que era posible una revolución socialista en Latinoamérica y eso sin duda nos marcó a muchos de nosotros. Los años sesenta fueron no sólo de una gran pujanza de la literatura sino fue una época muy politizada, de muchos debates políticos. Y sí, yo formé parte de esos debates y sin duda me ha formado.

Pero por supuesto lo ideológico no aparece de manera explícita, tal vez algun crítico podrá encontrar en mi narrativa ciertos reflejos de mis opiniones o de mi posición, pero no es que yo me proponga expresar una ideología através de mi narrativa.

Nunca ha pensado en dejar Argentina para vivir en el extranjero?
No, no he pensado en dejar Argentina, tal vez me gustaría vivir un tiempo en otro país, sería una experiencia vivir seis meses o un año fuera de Argentina. Supongo que si en algunas circunstancias el país realmente me expulsa, no me quedará. Pero si te puedo decir hoy cuál es mi elección, mi elección es seguir quedarme en Argentina y viendo que podemos hacer ante esta circunstancia nueva
que está ocurriendo, como podemos soportar. No lo veo claro, es una situación muy conflictiva y muy compleja. Creo que ni historiadores ni sociólogos, ni escritores ven claro que es lo que va a pasar o cómo vamos a poder cambiar esto que se ve realmente muy difícil. Sobre todo porque hay una clase política que sigue siendo totalmente corrupta y que tiene los medios económicos y la falta de escrúpulos como para tratar de prevalecer. Es muy difícil romper con eso pero que no sea imposible.

"O hace fútbol o hace rock"
Eduardo Berti sobre la musicalidad de lo que escribe

Aquí tengo el penúltimo número de Matices. Así que esta edición tuvo como tema especial el fútbol, entonces mi primera pregunta debe ser si le gusta el fútbol?

Claro, creo que a la mayoría de los argentinos les gusta mucho el fútbol, y en mi caso también. Justamente comentaba a un escritor alemán que el fútbol en Argentina es casi como una llave que abre la puerta para cualquier diálogo con cualquiera persona, no importa la edad, la ideología... Creo cuando a los intelectuales no les gustaba el fútbol, eso fue más en la edad de los cuarenta, ya no! Ahora gusta a todos y con pasión.

Como especialista y aficionado de rock (y de fútbol) argentino, seguramente conoce la canción Maradona de Andrés Calamaro?
Ay, la he escuchado una sola vez... Ocurre que mi pasión por el rock fue muy fuerte hasta los treinta años y a partir de ahí me empezaba a interesar el tango. Nunca lo ví como algo contradictorio. Siempre me gustó el rock argentino, es decir el rock que es original y que no es simplemente una traducción como una película de John Wayne doblada al español, sino que hay algo distinto, que tenía algún grano del tango. Cuando iba aprendiendo más sobre el tango me daba cuenta que la relación era muy fuerte. Hubo un momento a los treinta - pero creo que tuvo que ver no solo conmigo sino tambien con lo que estaba ocurriendo en el rock argentino - que en vez de seguir tan atento a las actualidades dije: ‘Voy a investigar el pasado’. Y, sin ser un especialista de tango, hize documentales y guiones para documentales de televisión sobre la historia del tango etc. durante cuatro años...

Así que con el rock argentino de los últimos años no estoy tan actualizado. Pero si veo que hay una relación entre el rock argentino y el fútbol que es bastante reciente en realidad, antes no era tan fuerte; había coqueteos pero todavía el fútbol estaba ligado al tango. Estuve muy ligado en los años cuarenta, cincuenta, sesenta, y luego a músicas más ‘populares’ pero de suburbia. El rock era más un fenómeno de clase media pero en los últimos diez años se volvió más popular. Hubo otra generación de jugadores de fútbol como Caniggia - que podría ser una estrella de rock - que cambió el prototipo hasta físico o de forma de conducirse jugador. Los aficionados empezaron a utilizar melodías del rock para el entrar a los equipos de fútbol...

Usted toca un instrumento?
No. Toco muy mal la guitarra, para mi en privado...Digamos que, mi modo de hacer música es escribir – tal vez... (sonrie) Si, de hecho me importa mucho la musicalidad de lo que escribo.

Entonces no sea solamente la literatura que tenga influencia en su escritura sino también la música, tal vez también otros artes etc.?
Sí, absolutamente. Yo siempre fue un gran lector, pero también me interesa mucho el cine y la música popular, la música en general, un poco menos el teatro, un poco más la pintura. El cine y la música me marcaron mucho. Los escritores que sólo hablan de literatura evocan un poco las familias reales que sólo se casan entre ellos...

Por supuesto hay que leer y leo con pasión pero me parece peligroso restringirse solamente a la literatura. Sobre todo cuando los artes como el cine o la música popular dan todo el tiempo lecciones sobre de como ser menos solemnes o de estéticas un poco más audazes.

Por supuesto son artes muy distintas cada una con sus reglas, pero me parece que se puede aprender la economía de recursos de las letras de las canciones populares, se puede aprender la inteligencia de la elipsis del cine, se puede aprender varias cosas - de hecho muchos autores lo hacen.

Eduardo Berti
nació en Buenos Aires en 1964. Trabajó como periodista colaborando en medios como Pagina / 12, Clarín o Somos. Produjo y realizó los programas televisivos Rocanrol y La Cueva y es autor de Spinetta, Crónicas e Iluminaciones (1988) y Rockología (1990) dos libros sobre rock argentino. En los primeros años de los ’90 desarrolló una obra de ficción que subterráneamente circuló con gran aceptación en el medio literario de Buenos Aires y que culminó en la publicación de su primer libro Los pájaros (1994). Esa colección de cuentos le valió la Beca de la revista Cultura. El diario Pagina / 12 consideró Los pájaros entre lo mejor de la ficción argentina en 1994. Sus novelas Agua (1997) y La mujer de Wakefield (1999) fueron únicamente elogida en la crítica trasandina y española. Después de haber sido traducido al francés, la segunda novela ganó el Prix Fémina Etranger como mejor novela extranjera en 2001. Berti acaba de publicar La Vida Imposible (2002), otra selección de relatos. Vive en Paris desde hace cuatro años.

Ud. sigue siendo periodista?
Sí, sigo siendo periodista por dos razones: una porque me gusta y tengo la suerte de poder colaborar con medios culturales, es decir, no estar tan en el día mismo de la actualidad, cosa que nunca me ha gustado durante mi trabajo en el periódico. Estuve cinco años en un diario y me dí cuenta que no era esa mi vocación, que no tengo la sangre del periodista que está ‘al pie del cañón’ como se dice en la redacción. Hay gente que la tiene y es admirable, pero a mi me gusta más el periodismo más libre, más atemporal que se toca más para la cultura, la sociedad...

Cuando edité mi primer libro de cuentos y mi primera novela para mucha gente la sorpresa fue: no hay rock. Claro, es muy fácil de poner una etiqueta a alguien, es lógico. Yo – también un poco por una cuestión generacional – me especializé en eso, porque el rock en la dictadura fue un vehículo muy importante de presión. El rock en Argentina era masivo en la dictadura, sin ser una resistencia directa, porque no era tan explícita, trabajaba más con alegorías...

Y luego cuando empezé a hacer periodismo yo era bastante joven. Entré al diario y casi todos tenían diez años más que yo, entonces claro ¿que hace el joven? – o hace fútbol o hace rock. Entonces terminé especializarme más que quería en el tema del rock. Razón por la cual, cuando saqué mis primeros libros, esperaban encontrar rock. Pero la verdad es que no me interesaba eso. Me gusta la literatura que imagine que inventa, me parece mucho más interesante escribir justamente sobre lo que no conocía que sobre lo que conozco.

Hace cuatro años que está viviendo en Paris. Se alejan mucho la Argentina y los acontecimientos recientes?
Bueno, hasta ahora no se alejó mucho porque hace ‘sólo’ cuatro años que vivo en París. Sobre todo los primeros tres años viajé mucho, me fui tres meses, volví etc., entonces que el vínculo estaba muy fuerte y también muchos amigos mios viajaban entre Argentina y Europa. Este último año no viajé y además ocurrió lo que ocurrió en diciembre y siguiendo me siento tal vez como un espectador que se distrajo en una escena clave de una película. Tengo una necesidad de ir y voy a tratar de ir durante los próximos meses para entender lo que está ocurriendo. Porque, aun teniendo 35 años de vida en Buenos Aires, se hace muy difícil entender la dinámica de los acontecimientos. Creo que había una ruptura, un corte muy fuerte, un cambio de parámetros, pero es un antes y un después, eso ya se sabe, pero hace falta tener perspectivas, y asumo después de la perspectiva será la palabra ‘como’. Estuve viviendo en París, pero no me siento que me haya ido de Argentina, estoy en contacto, mi mujer es argentina, tengo amigos argentinos en Francia y así trato de vivir en las dos culturas.

Texto: Hedda Dunker

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