ed 11/2007 : caiman.de

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[art_2] Colombia: Ocho décadas de bananas de sangre
La empresa estadounidense  Chiquita celebrará un aniversario poco glorioso

Tiene un color como el sol y una forma bien bonita, es muy sabrosa y quizás se trata de la fruta más popular del mundo. Y es la única que reúne todas las vitaminas y oligoelementos de importancia vital: la banana (el plátano). Hay muchos tipos, bananas para cocinar, las hay grandes y sosas, las hay pequeñas y muy dulces y aromáticas. La más famosa y más vendida de todas las bananas - al menos en Europa y Norteamérica - destaca por su etiqueta bonita de color celeste y su nombre ya globalizado: "Chiquita". Suena latina y dulcecita - pero definitivamente no lo es. Cuando uno empieza a masticarla, al principio suele gustar mucho y parece realmente deliciosa - como todas de su familia.

Pero de repente, la banana de Chiquita presenta un resabio muy extraño. Al principio resulta difícil de creer - pero tiene un sabor cada vez más intenso a sangre.

Sí, lamentablemente no es imaginación, porque bananas de Chiquita son bananas de sangre y dentro de la gran familia de bananas, Chiquita es la mafiosa.

A finales del año 2004 la empresa gigantesca Chiquita Brands de Estados Unidos (nacida en 1970 por la fusión de la antigua United Fruit Company que había cambiado su nombre llamándose Chiquita, y la United Brands Company) abandonó de repente el país más bello del mundo - Colombia - donde hasta entonces se había ocupado un lugar privilegiado en el sector bananero.

¿A qué se debía ese "éxodo" tan rápido? Pues, para prevenir una avalancha de acEE UUciones y demandas judiciales que iban a ser iniciadas por los parientes de víctimas asesinados con armas pagadas por la empresa bananera. Los responsables de Chiquita sabían que el inmenso escándalo (apenas discutido en los medios de comunicación en Europa) no se podía tapar más en Colombia y América Latina.

Por ello y para prevenir "males mayores", Chiquita declaró ante un tribunal en Estados Unidos, haber pagado tan sólo entre 1997 y 2004 al menos 1,7 millones de US$ (probablemente incluso más) a la organización paramilitar y de prácticas terroristas "Autodefensas Unidas de Colombia" (AUC).

La gerencia de Chiquita justificó esa donación con la explicación más que dudosa, que ese dinero iba a garantizar la "protección" de sus establecimientos en Colombia. Pero esa donación millonaria a las AUC significaba sobre todo un fomento generoso del terrorismo.

Durante casi una década, Chiquita se convirtió en uno de los patrocinadores más importantes de la organización terrorista AUC y contribuyó considerablemente a mantener el estado de guerra civil en Colombia. En ese contexto es interesente mencionar que incluso el Ministerio de Asuntos Exteriores de los EE UU había declarado oficialmente ya en el 2001 que las "Autodefensas Unidas de Colombia"  eran consideradas como una "organización terrorista" . Ahora resulta difícil a estimar cuántos inocentes ciudadanos colombianos  fueron asesinados con las armas pagadas por Chiquita durante los últimos diez años - una pregunta que quizás nunca encontrará una respuesta concreta. Hasta ese momento, parientes de 173 víctimas asesinadas por las AUC (y muy probablemente con "los fusiles de Chiquita") han presentado demandas judiciales. Ese número sólo será una pequeña parte del total, ya que según declaraciones por parte de organizaciones  de protección de los derechos humanos, el número de víctimas matadas por los Paramilitares de las AUC tan sólo en la región bananera del Departamento de Antioquia entre 1997 y 2004 suma 432 personas, entre ellas muchos sindicalistas, los que habían caEE UUdo "problemas" a Chiquita. En toda la República de Colombia, el número de las víctimas de "los fusiles de Chiquita" alcanzará más de mil personas.

Proponemos imaginarse por un momento cuál sería la reacción del Gobierno de Estados Unidos, dado el caso de que una gran empresa colombiana comprara armas por valor de millones de dólares - p. ej. para una pandilla de latinos involucrados en el negocio de la droga en Los Angeles o Miami.

Las AUC, suministradas por la empresa bananera de Cincinatti con armas (o con el dinero de comprarlas, que al final dará el mismo "resultado"), desempeñan desde años un papel principal en el negocio de la cocaína - un negocio que el Gobierno de Estados Unidos oficialmente quiere combatir con todos los medios disponibles en Colombia y en toda la región andina. Hay un caso que documenta incluso una entrega directa de armas (sobre todo fusiles ametralladores) por parte de Chiquita a las AUC, porque el día 5 de Noviembre de 2001 almacenaron provisionalmente catorce contenedores llenos de 3.000 fusiles en depósitos de Banadex, la sucursal de Chiquita en Colombia, antes de entregarlos a los terroristas de las AUC. Aplicando la filosofía anti-terrorista de Estados unidos, Colombia tuviera ahora cierta razón para declarar la guerra a los EE UU - mucho más y razones más directas que los EE UU jamás tuvieron para invadir el Irak...

Después de largas negociaciones, en Septiembre de 2007 la gigante Chiquita fue condenado por un tribunal federal estadounidense a pagar una multa de 25 Millones de dólares. El juicio tomó en cuenta favorablemente la "colaboración" por parte de la Chiquita Brands para lograr una aclaración de los hechos.  Ahora habrá personas con una visión un tanto naif del mundo que alaban la "justicia" de ese tribunal estadounidense, al haber condenado a la empresa Chiquita a pagar una multa tan grande. Pero esa multa, sólo a primera vista considerable, significará  sólo "migas" - en comparación con lo que habría sido posible jurídicamente (y ojalá fuera así en un nuevo juicio).

Ante esos 25 US$ no hay que olvidar el escándalo verdadero: mediante esa multa millonaria la gerencia de la bananera se compró la impunidad total - ¡ninguno de los Executive Managers, los que habían decidido ese negiocio criminal y el suminstro de armas a los terroristas en Colombia, asumirá la responsabilidad! Sus nombres no serán publicados. El dinero de la multa sirve para comprar el silencio, porque ningún responsable será condenado, ni siquiera perderá su puesto. Muy "contenta"  salió Chiquita con el pago de esos 25 millones, lo que también demuestra el hecho interesante de que la empresa había transferido ya una gran parte de ese dinero incluso antes de la declaración final del juicio...

Ese comportamiento también revela que sabían que el juicio normalmente debía haber sido más duro y con consecuencias a nivel político (las que todavía son posibles si el Gobierno de Colombia muestra la voluntad y firmeza de lograrlas). No sólo los parientes de las víctimas exigen ahora que el Gobierno de Colombia vaya a pedir oficialmente la extorsión de los gerentes responsables de Chiquita al Ministerio de Asuntos Exteriores de los EE UU. Pero es muy improbable que el Presidente Álvaro Uribe, conocido como "único amigo" del Sr. Bush en Sudamérica, vaya a presentar tal petición - a pesar de que existan bastantes pruebas de indicio para acusar la empresa estadounidense ante el Tribunal Internacional en Den Haag.

Ese escándalo sangriento no es el primero que tiene Chiquita como protagonista, en la historia de la United Fruit Company, antecesora de Chiquita (la misma empresa, sólo cambió de nombre) parece que la violencia y hasta la matanza de personas que perjudican seriamente sus negocios siempre ha sido un instrumento de gestión utilizado por su gerencia.

Hace casi 80 años, el día 6 de diciembre de 1928, en la ciudad colombiana de Ciénaga cerca de Santa Marta aconteció aquella matanza que luego se llamaría la "masacre de las bananeras" . Bajo el mando del General Cortés Vargas, tropas colombianas reclamadas por la United Fruit para proteger sus establecimientos, abrieron el fuego a una muchedumbre - huelguistas de las bananeras y sus familias que se habían reunido en la Plaza Mayor después de la misa dominical.

La mayoría de los muertos fueron llevados por el tren "bananero" de la United Fruit Company y arrojados a la mar.

Los huelguistas, estando en huelga durante varias semanas,  habían pedido unas condiciones humanas de trabajo y contratos escritos para ampararse de la ausencia total de derechos. Hasta hoy día, no han identificado el número exacto de las víctimas de esa masacre. Fueron 50 (como declaró el General Cortés Vargas), fueron 3.000 (como dijeron unos diputados del partido liberal) o 1.000 (como escribió el Embajador de los EE UU en Bogotá)? En un telegrama con fecha del 16 de enero de 1929 al Ministerio de Asuntos Exteriores de los EE UU el Embajador, aparentemente contento con la "solución"  del problema de la huelga que había perjudicado los negocios de la United Fruit Company, escribió: "Tengo el honor de comunicar que el representante de la United Fruit Company en Bogotá me informó ayer que número total de huelguistas matados a tiros por el ejército colombiano allí  (en Santa Marta) supera los 1.000..." (citado según el libro de Ana Carrigan: "The Palace of Justice: A Columbian Tragedy", 1993).

En la literatura, la más famosa versión de esa masacre de las bananeras la ofrece el premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez en su novela "Cien Años de Soledad" , en la que también se describe intensamente la "conspiración del silencio" después de la matanza.

Como justificación de la masacre, el General Vargas explicó más tarde que los EE UU habían amenazado con una intervención militar en el caso de que los intereses de la empresa estadounidense no fueran suficientemente protegidos. Esa legitimación es sin duda desvergonzada, sin embargo, el temor mencionado sí tuvo cierta causa. Es que la situación estaba muy tensa, los EE UU de hecho habían mandado un par de buques de guerra al Sur del Caribe y distintos Gobiernos de Estados Unidos habían demostrado tantas veces durante los Siglos XIX y XX, que estaban listos en intervenir sin vacilar cuando los intereses económicos  de los EE UU iban a ser puestos en peligro. Hay un sinfin de ejemplos: después de la expropiación de tierras de la  United Fruit en Guatemala en 1954, el gobierno del Presidente Jacobo Arbenz fue derrocado por una revelión "organizada" por la CIA. Y Colombia ni siquiera debía mirar hacia otros países latinoamericanos.

Lo que puede ocurrir en caso de que un gobierno no corresponda a los intereses de la política exterior de los EE UU, Colombia lo había sufrido en el año 1903, cuando la provincia colombiana de Panamá fue separada del país mediante un "movimiento de independencia " creado por los Estados Unidos de los que también llegaron las armas para fomentar aquella rebelión.

Después de que diversos gobiernos colombianos se hubieron negado a vender esas tierras para la construcción del canal de Panamá...

Ahora la historia de la masacre de las bananeras parece haberse repetida en otra versión menos dramática, pero no por ello menos sangrienta. Es bien posible que la cifra total de víctimas matadas a tiros por "los fusiles de Chiquita" durante la última década supera incluso a la de 1928.

En ese contexto, una mirada a las lemas de la "Corporate Responsibility" en la página Web de Chiquita Brands puede resultar reveladora para llegar a saber algo sobre el concepto de sí misma que tiene esa empresa (nos permitimos  algunas añadiduras al texto, puestas en paréntesis):

We treat people fairly and respectfully, We recognize the importance of family in the lives of our employees... ...by financing their murderers
We value...cultural differences... ...by ignoring them
We encourage teamwork... ...with paramilitares and terrorists

Texto + Fotos: Berthold Volberg

Recomendamos el libro de Ana Carrigan: "The Palace of Justice: A Columbian Tragedy", 1993). Y para la versión literaria de la masacre de las bananeras de 1928 véase Gabriel García Márquez: "Cien Años de Soledad"

Recomendamos también las siguientes páginas web:
www.icdc.com/paulwolf/colombia/santamarta.htm
www.pepitorias.blogspot.com/colombia-chiquita-paramilitares.html

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