[art_3] México: Baja California - Parte 1
Mil millas hasta el final del mundo

Es conocido como el road trip mas espectacular: mil millas sobre la Carretera Transpeninsular desde Tijuana hasta Cabo San Lucas. Baja California, la península mexicana es una leyenda entre los que estan cansados de la civilización y buscan aventuras. Con su belleza clara y escasa y amplias partes sin población alguna, atrae mas que todo a aquellos que quieren darle  la espalda al Schick de el estado norteamericano de California.

Pero la Baja no solo es salvaje sino que también es la cuna de California. En el año 1697 los Padres Jesuitas fundaron en una parte de la costa oeste con suficiente agua potable la Misión Nuestra Señora de Loreto. Loreto se convirtió en el modelo para futuras Misiones, que se hilvanaron a lo largo del Camino Real hasta San Francisco en la costa este estadounidense para tomar posesion del país a nombre de la corona española.

Un viaje a través de la baja no solo es una aventura sino que también nos muestra los origenes de dos estados mexicanos: Baja California sur y norte y del estado estadounidense de California.

Inicie mi viaje a tempranas horas de la mañana y todavía es antes del mediodía cuando después de una curva me encuentro ante una montaña con muchas casitas. Sobre ellas se alza una bandera mexicana de proporciones casi místicas un rotulo que indica San Ysidro, la ultima salida antes de este lado de la frontera. Debido a que necesito una póliza de seguro mexicana para el carro tomo la salida.

San Ysidro ya no parece estados unidos. Las personas hablan en su mayoría español, y en la registradora de la gasolinera hay algunos billetes en pesos. Al fin encuentro una aseguradora y pago 80 $ por el papel que me garantiza lograr salir del país si tengo algún accidente de transito. Ya en el highway 805 no hay vuelta atrás. Mis amigos me advirtieron: "Los mexicanos manejan como locos, en la frontera te desarman el coche, Tijuana es una pesadilla!". Por lo menos la entrada a éxito no es ningún problema. Una cámara hace clac un empleado aduanero me saluda sin entusiasmo, Bienvenido a México. Una mirada hacia atrás me muestra que es mucho mas dificil entrar al primer mundo que salir de el.

Las finales de carros son interminables. Empleados aduaneros estadounidenses controlan con perros que los baúles y los coches esten limpios y preguntan al azar. Tijuana es la frontera mas usada del mundo y los tiempos de espera andan por las 6 horas.

En la huellas de Steinbeck
No hay manera de evitar atravesar Tijuana pero existe la opción gratuita de envejecer de golpe 20 años al tratar de atravesar masoquistamente el trafico caótico y escandaloso de la ciudad, o de pagar alrededor de 7.50$ (80 pesos) por la calle de peaje casi desierta a Ensenadaoder. Descrita como ‘Scenic Route’ deja adivinar para que tipo de clientes fue construido este tramo de la Carretera Transpeninsular o Mex 1D.

Pagar el peaje es una buena inversión, no solo por que facilitan el primer contacto con los hábitos mexicanos de transito sino que después de un cuarto de hora se llega a la costa. Al ver el pacifico se quedo perplejo y sin palabras hasta el posterior premio Nobel John Steinbeck quien tomo parte de una expedición en las aguas de la Baja a los treintayocho años de edad.

En su libro "The Log from the Sea" of Cortez escribio: "El agua toma un tono ultramarino profundo - un azul profundo e intenso que invade la profundidad, los pescadores lo llaman agua de atunes."

Por lo menos esta descripción casi irreal del océano no ha cambiado desde 1940. El cuadro queda completado por el contraste del azul con el ocre-herrumbre de la costa. Quiero detenerme, sentarme en una roca y disfrutar la vista, pero aquí no existe la oportunidad de realizar mi deseo y por ahora sigue el trayecto.

Hasta Ensenada, aproximadamente 100 km al sur de la frontera hay una buena infraestructura turística. Casas de campo, hoteles, pequeñas empresas familiares y complejos inmensos con marcas conocidos se colocan a lo largo de la Carretera Transpeninsular. Este hecho se explica por la discrepancia que existe entre un país rico pero con lejos muy restrictivas y un país relativamente pobre en el que mucho es permitido, sobre todo si se paga en dolares.

Desde el Jazz Age, Ensenada había sido un destino preferido de los Us-americanos que quería huir de las limitaciones de la prohibición. Clark Gable, Carol Lombard y muchas otras estrellas famosas de los años dorados de Hollywood celebraron aquí algunas fiestas.

Hoy en día atrae sobre todo a pescadores deportivos que buscan Atunes, Baracudas y otros. Es recomendable quedarse una noche en Ensenada y de difrutar las comodidades de la civilización antes de seguir rumbo al sur.

Pero no se olviden, estamos en Mexico. En una pequeña taquería cerca del hotel dolorosamente me recuerdo de esa circunstancia. Un mexicano algo entrado en años me atiende con una camiseta de los San Francisco Giants y una gorra de los Anaheim Angels. Una combinación indiscutible para un verdadero fan. Me observa y pregunta que quiero.
"Amigo?"
"Cuatro tacos de carnita asada y una Pacifico, por favor."
La cerveza esta inmediatamente en la barra seguida de dos platos de cartón cada uno con dos tacos. Yo se como proceder, he comido muchas veces comida mexicana en Estados Unidos. Con cuidado abro la delgada servilleta alrededor de la tortilla. En la barra hay varias cacharritos con diferentes salsas. Con una cuchara goteo una pequeña cantidad de salsa picante sobre el picadillo de carne de res y muerdo mi cena. Inmediatamente me doy cuenta que a comida Tex-Mex californiana no es igual a la mexicana. Mi boca esta como dormida no siento sabor alguno, mastico y trago y siento como que si un río de lava ardiente baja de mi lengua, gases volcánicos suben a mis cavidades sinusales y empiezo a sudar de cuerpo entero. Agarro mi cerveza y a través de las cortinas de lagrimas veo una gran risa en la cara de fanático del béisbol.

Le da un toquecito al cacharro de salsa y me dice entre risas:
"This is real salsa, amigo. Not gringo-salsa."
No kidding, buddy, pienso yo, en lo que me atraganto mi Pacifico.
Logro decir con voz desentonada: "Muy picante."
"Sí", dice el, "muy bueno", y me coloca una segunda cerveza en la barra. Los tacos restantes los saboreo con salsa de aguacate.

Hacia la verdadera Baja
Apenas dejo atrás Ensenada me despido del mundo feliz de los turistas. Después de unas cuantas ciudades polvorientas la Carretera Transpeninsular se convierte en en una calle de un carril y llena de hoyos inmensos que sube hacia la Sierra de Juarez. Ya no puedo ver el océano pacifico pero el cielo se hace cargo de que el color azul me siga acompañado. El aire es puro y transparente y detrás de las nubes imagino el universo. El mismo viento de este que ha dado forma a las nubes tirar de mi coche y le permite a los zopilotes atravesar una montaña cubierta de chaparral sin tener que hacer ni un movimiento sino que aprovechando el viento y su fuerza.

Delante de mi observo un grupo de señores mayores en Harley Davidsons con placas estadounidenses. Ninguno de ellos lleva casco, aunque cada par de kilómetros se ven crucecitas de madera con flores marchitas en las curvas mas angostas. Mas álla de todo raciocinio existe una cierta verdad en el comportamiento de los easy riders de la tercera edad: Dennis Hopper y Peter Fonda nunca llevaron cascos. Desconecto el tocador de CD y siento como me invade un sentimiento de tranquilidad y calma toda la ansiedad me abandona y siento el silencio.

Manejar puede ser bajo estas circunstancias casi terapéutico ya que no se necesitan mayores funciones mentales. Después de un tiempo me pregunto si los sacerdotes japoneses del Zen se sienten igual después de trazar figuras en sus jardines de piedras por horas y meditar sobre el sonido de las manos al aplaudir.

Al mediodía llego a El Rosario, un lugar de tresmilquinientos habitantes, que yace en un valle fructífero. Aquí existe una estación local de PEMEX y por supuesto tengo que visitarla ya que la siguiente gasolinera esta en 200 kilómetros. La segunda parada imprescindible es el restaurante de Mamá Espinosas.

Después de finalizada la construcción de la Carretera Transpeninsular en 1973, el pequeño hotel de Mamá Espinosas con su adyacente restaurante se convirtió rápidamente en un lugar preferido para pequeñas paradas y comidas. Las paredes del restaurante están adornadas con fotos firmadas de hombres barbudos que se bajan de una moto o de algún jeep, sudados y fatigados. El polvo en sus caras y overoles muestra que han participado de alguna de las numerosas carreras overland como la BAJA 500. La popularidad de Mamá Espinosas no es casualidad: la comida es excelente sobre todo la sopa de res no tiene comparación y es un deber probarla, para desayunar hay que aconsejar unos huevos a la ranchera.

Desde El Rosario la carretera hace una gran curva y atraviesa el Desierto Central, una de las partes mas bonitas del viaje. Miles de bloques de granito, algunos de ellos del tamaño de una casa dominan el paisaje. Algunos de ellos simulan montañas como que hace poco hubieran caído del cielo uno sobre otro. Entre ellos destacan antiguos arboles sin ramas, los cirios. Claro que también me impresionan los Cactus de Cardón con su color verde-grisaceo y su silueta de quince metros de longitud la mas larga el mundo.

De vez en cuando un halcón esta en la copa de algún ejemplar especialmente espectacular y observa con majestuosidad sobre su reino en el que solo una delgada cinta de asfalto muestra la presencia del hombre.

Debería de detenerme, bajarme y tomar un paseo en el desierto, pero mucho cuidado puede ser que oigan el sonido de un cascabel de una culebra cascabel. Aunque el sol quema del cielo no se suda tan rápido ya que el aire seco y el viento fresco lo impiden; al dejar atrás un bloque de granito y ver el desierto se olvida rápidamente que el siglo XXI existe, y se facilita imaginarse los conquistadores españoles a mediados del siglo 16 como sabían la costa esté de la Baja y eran confrontados continuamente con la soledad de la península.

Texto + Fotos: Martin Rosenstock
Traducción: Camila Uzquiano