ed 06/2012 : caiman.de

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[art_4] España: Análisis y comentario de San Martín de Frómista
 
La planta de la iglesia se incluye en un rectángulo de tres naves separadas por pilares que se corresponden, en la cabecera, con tres ábsides semicirculares. Aunque no remarcado en la típica forma de cruz, existe un transepto ante la zona de los ábsides con crucero que en alzado se destaca por altura y direccionalidad. En la parte de los pies se marcan dos pequeñas torres circulares, así como es visible la existencia de contrafuertes repartidos a lo largo de los muros.


El alzado nos presenta una iglesia bipartita, con la nave central un poco más alta que las laterales. Se observan también el transepto destacado y el cimborrio octogonal sobre el crucero. En la cabecera vemos los tres ábsides reforzados por columnas adosadas y arcos de medio punto abocinado.

Al exterior se puede comprobar un total predominio del muro sobre el vano, como es típico en el estilo románico que necesita de una fuerte sustentación, añadiéndosele potentes contrafuertes que ya nos encontrábamos en planta. Las ventanas se generan a través de arcos de medio punto, siendo abocinadas y con columnas adosadas que se corresponden, en el arco, con arquivoltas. Su contemplación nos hace patente el grosor del muro, como es normal en esta época. Todo el aparejo empleado es sillería, perfectamente tallada. El interior  se encuentra dividido por pilares cuadrados con medias columnas adosadas que sustentan arco de medio punto doblados.


La cubierta de las naves son bóvedas de cañón reforzadas con arcos fajones, apoyados en las ya citadas medias columnas.

El crucero se cubre con cimborrio al exterior que utiliza trompas remarcadas en los cubos de esquina que se continúan con una columna adosada hasta el tejado. Este elemento permite pasar de la forma cuadrada del crucero a otra poligonal. Al interior vemos claramente su cúpula sobre trompas.


Los ábsides, como es tónica habitual, deben cubrirse con bóvedas de horno de cuarto de esfera. La decoración visible se concentra en los capiteles (figurativos) y, ante todo, en las cornisas. En ellas apreciamos líneas de taqueado jaqués (también presentes como líneas de imposta en el centro de los muros), así como numerosos canecillos que, con función de ménsulas, sujetan el alero y sirven como lugar para aplicar distintos relieves.


COMENTARIO
Con todo lo anteriormente dicho, no podemos tener dudas sobre la datación del edificio. Nos encontramos con un perfecto ejemplo de románico. A él se debe tanto la concepción de la planta como el tipo de arco de medio punto y abocinado que, como ya decíamos, nos deja apreciar el muro y su grosor, necesitado de contrafuertes para conseguir la estabilidad de las pesadas bóvedas de cañón que suele utilizar este estilo.

Por otra parte, la forma de los volúmenes, escalonados hacia el gran cimborrio con una fuerte presencia de lo geométrico que genera espacios independientes que se van uniendo sobre el plano, nos pone en la pista del estilo, de la misma manera que la horizontalidad del alzado exterior que es remarcado por las líneas de taqueado jaqués que adornan los muros.

Este último elemento, el taqueado jaqués, nos da una nueva información del monumento, poniéndonoslo en contacto con el Camino de Santiago. Esta vía de peregrinación medieval se produjo en Europa en los siglo XI y XII, en torno a las supuestas reliquias del apóstol Santiago.

Según la tradición, su cuerpo ya muerto se trajo en una barca de piedra desde Jerusalén, recalando en Padrón. Después de varias peripecias, su cuerpo fue enterrado en un antiguo castro romano, y allí olvidado durante siglos.

El descubrimiento, o también llamado invención, de Santiago ocurrirá en el siglo IX, cuando un pastor llamado Pelayo ve una lluvia de estrellas de la que recibirá nombre el lugar, Compostela. Su noticia llegará hasta el rey asturiano Alfonso II que a su vez se lo comunicará al emperador Carlomagno y al papa León III.

La propia situación del momento aconseja a utilizar el descubrimiento de una manera política que manejará con habilidad el monje Beato, consejero real que ve en la figura de Santiago una contrafigura de la de Mahoma y clave, por tanto, para crear una teoría de guerra santa para la incipiente Reconquista.

Desde entonces, la popularidad de Santiago va en aumento, y ya en el siglo XI, tras las terribles razias de Almanzor, un nuevo rey, ya leonés, Sancho III impulsa la entrada a la orden de Cluny para que organice el camino de peregrinos por tierras castellanas (el llamado camino francés) como una forma de introducir las novedades y el dinero de Europa en forma de peregrinos.



Entre ellas se encuentra la reforma gregoriana y un nuevo estilo artístico asociado a su nueva liturgia, el románico, que se nutre de experiencias locales que llegan a fundirse en el primer gran arte internacional después del romano. Fruto de él, y tras una primera aparición temprana del estilo en tierras catalanas de origen italiano (siglos X-XI), se desarrollará una enorme actividad constructiva que llenará de iglesias y monasterios las tierras del norte de Castilla, siendo ésta de Frómista uno de sus ejemplos más relevantes.

Junto a ella, otros ejemplos sobresalientes, serán los de Jaca, Leyre, San Isidoro de León o la propia catedral de Santiago de Compostela que compartirán características semejantes por el propio carácter itinerante de los talleres, tanto de cantería como de escultura, que desarrollan temas comunes en puntos alejados, consiguiendo una homogeneidad estilística y de soluciones arquitectónicas, como el uso de las trompas en la cubierta del crucero o la perfecta sustentación de los arcos fajones sobre los pilares cruciformes para las pesadas bóvedas.

De la misma manera se extenderán ciertos elementos decorativos, tal y como hemos visto en el caso del taqueado jaqués, o ciertas figuras, como las de los capiteles y canecillos, alguno de los cuales están considerados como de los más representativos del estilo.

Junto a ellos, la perfecta consecución conseguida en la unión de volúmenes, su simplicidad de líneas (en parte conseguida por una discutida restauración) y su adecuación a los presupuestos ideológicos del momento, nos colocan a esta iglesia como un ejemplo sobresaliente de la época de las primeras peregrinaciones en donde la mitad de Europa recorría los caminos buscando en las reliquias la salvación de su alma en un mundo dominado por la religión.

Texto + Fotos: Vicente Camarasa

Para saber más:
http://seordelbiombo.blogspot.com

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