[art_5] Casos limites: Obras de arte u objetos cursis: los Niños Jesús en España e Hispanoamérica

Desde los principios de la divulgación del Evangelio, aparecieron sus pequeñas figuritas, formando parte de Belenes de Navidad, o de pinturas, frescos y mosaicos, creados en las catacumbas romanas y basílicas en los albores del Cristianismo: los Niños Jesús entre María y José. Pero durante mucho tiempo, la figurita del Niño en la iconografía cristiana estuvo algo "eclipsado" por las esculturas grandes de Jesús como Crucificado o Nazareno y la Madre de Dios. En las épocas del Arte Románico y Gótico, casi solamente forma parte de escenarios navideños, y apenas aparece como escultura individual.
Esto iba a cambiar en el Renacimiento, cuando en Italia, Flandes y España comenzaron a crearlo como estatua exenta para ponerlo en el foco de la devoción religiosa.

Durante el manierismo, en Sevilla se creó lo que podemos llamar el prototipo del Niño Jesús como escultura exenta destinada al culto, un paradigma muchas veces copiado (sin lograr del todo su calidad expresiva) y "exportado" a muchas regiones del Imperio Español. Se trata de una magnífica obra de Juan Martínez Montañés quien esculpió su famoso Niño Jesús de madera de cedro en el año 1606 o 1607. Hoy se encuentra en la Iglesia del sagrario al lado de la Catedral sevillana.

Niño Jesus de Martinez Montañés
Foto de Arenas tomada del libro de José Hernández Díaz:
"Martínez Montañés", publicado en la colección "Arte Hispalense",
Tomo N° 10, Sevilla 1992, Tercera Edición

Aunque hay obras anteriores que parecen similares a la primera vista, como una pequeña estatua de Jesús como niño del escultor renacentista Jerónimo Hernández , la imagen del genial Martínez Montañés tiene algo muy especial. El "Dios de la Madera", más famoso por sus imágenes de Crucificados y sus grandes retablos, también consiguió en esta pequeña estatua del Niño Divino un efecto extraordinario. El maestro logró un raro equilibrio entre presentar realísticamente la anatomía y la cara infantiles, pero a la vez dotar la figura del Niño de un carisma majestuoso y una aura de lo sagrado. Toda la postura demuestra a los creyentes que esta figura no representa un niño simplemente bellísimo y tierno , sino que este Niño será el futuro Salvador. La pequeña estatua recibe al contemplador con los brazos abiertos, como si quisiera abrazarlo y a pesar de sus rasgos de niño se está reflejando en su rostro una solemnidad mesiánica que ya anuncia su vocación de salvar el Mundo y la Pasión del Salvador.
Los grandes escultores sevillanos del Renacimiento (Jerónimo Hernández) y del Barroco (Juan Martínez Montañés, Juan de Mesa y Pedro Roldán) no sólo esculpieron Cristos y Vírgenes de suma importancia para la historia del arte que hoy se encuentran en iglesias y museos desde Sevilla hasta Lima y desde Madrid hasta Manila, sino también figuras del Niño Jesús. Los historiadores del arte en general han dedicado relativamente poca atención a esas obras pequeñas y en muchos casos – bajo la impresión de la "producción en masa" que más tarde redujo el Niño Jesús a un objeto comercial – no las han tomado en serio como arte.

Pero los Niños Jesús de Martínez Montañés o Jerónimo Hernández sí son importantes obras de arte y portadores de ideas teológicas – aunque su efecto luego quede menoscabado por la obsesión española de vestir las tallas desnudas con túnicas ricamente bordadas, pero no siempre adecuadas.

Niño Jesus
en el Museo de Bellas Artes en Sevilla


Ya durante la época de los maestros mencionados, el Niño Jesús llegó a ser un éxito de venta y Martínez Montañés hizo copias de su propia obra. En el Barroco tardío y Rococó, el motivo comercial parecía lentamente llegar a ser superior a las ambiciones estéticas y teológicas. Mientras que los maestros del Barroco de la escuela sevillana se dejaban guiar por ideas teológicas y filosóficas cuando crearon imágenes del Niño Jesús, en el transcurso de los siglos siguientes se puede observar cierta decadencia - también a causa de la enorme demanda que provocó una producción en serie. Esas creaciones ya no parecían preocupadas por principios de teología y se alejaron cada vez más del aura de lo sagrado, ya que como artículos de gran consumo se basaron en el gusto popular de las masas de clientes quienes sobre todo querían comprar un Niño Jesús que fuera gracioso.

Niño Jesus
en el Museo de la Catedral de Lima


Un buen ejemplo de aquella graciosidad popular que fácilmente pudo llegar a ser cursi es el Niño Jesús en el Museo de la Catedral de Lima que anda a gatas y está vestido con faldita y coronita. Ese dulce corazoncito ya no tiene unción sagrada y la corona que lleva es el único símbolo de majestuosidad divina.

Mientras que antes el escultor quería imponer su visión, luego los clientes dictaron como querían la apariencia del Niño Divino. Salvo algunas excepciones, se perdió la expresión individual y a veces las figuritas del Niño que se pueden comprar en tiendas de recuerdos parecen haber salido de la clonación. Especialmente en el Siglo XIX (romanticismo burgués) y durante el Neobarroco del Siglo XX, había una amplia producción del Niño Jesús como regalos de primera comunión o destinados a decorar retablillos domésticos de abuelitas que cuidaban esas "muñequitas" como si fueran sus nietos. Niños Jesús de dudoso valor estético o francamente mal gusto invadieron lugares tan profanos como decoraciones de escapárates, libros de la cultura Pop o tiendas de juguetes.

Niño Jesus
en un escapárate en Sevilla

Paralelamente con la decadencia de la estética, también podemos observar el empleo de materiales cada vez menos prestigiosos y duraderos. Mientras que Martínez Montañés y sus contemporáneos del Siglo XVII esculpieron sus obras en madera de cedro que por su dureza se conserva muy bien, a partir del Siglo XVIII, y especialmente durante el Siglo XX, utilizaron materiales menos valiosos que no prometen dar vida centenaria a los esculturitas del Niño, como p. ej. barro, yeso, cera o – ¡plástico! Y si algo parece común y característico de los Niños Jesús del Siglo XX: salieron muy multicolores.

Niño Jesus triunfante
en la Iglesia de San Diego en Bogotá

Especialmente si uno vine de un país más bien protestante y nórdico, Hispanoamérica, hablando de figuras del Niño Jesús, puede regalarle muchas sorpresitas fascinantes al visitante forastero. Entrando en la Iglesia de San Diego en la capital colombiana Santa Fe de Bogotá, al lado de la puerta de entrada nos saluda una visión de vistoso colorido, aunque poco convincente que puede provocar cierta perplejidad ya poco piadosa en el contemplador.

Pues, allí está saludándonos un Niño Jesús vestido de una túnica de color rosa chillante, flotando encima de una nube y con la cara algo tontita, lo que contrasta con la postura triunfal de los brazos alzados y el lema "¡Yo Reinaré!" , la inscripción en el pedestal de la estatua. Me ocurre pensar en la famosa frase de San Juan de la Cruz quien dijo que a los escultores toscos mejor prohibirles ejercer su arte, porque sus imágenes antes que fomentar quitan la devoción... El visitante del templo está dudando entre el asombro y las ganas de reír apenas disimuladas. Quien ahora piensa haber llegado a la cima del kitsch, podrá encontrar algo de gusto aún más dudoso a unos cientos kilómetros más al Sur.

Niño Jesus con chupete
en el Convento de La Merced/Cuzco


En la grandiosa Iglesia del Convento de La Merced en Cuzco nos espera un Niño Jesús, que incluso el más tragasantos difícilmente puede tomar en serio. Iluminado por una aureola de neón (!) está allí llevando su pelele celeste y un chupete, su cara mofletuda regala una sonrisa encantadora de bébé a los visitantes. Este Jesuscito, aunque lleve su corona de plata, estaría más adecuado en un cuarto de juguetes de niños que en el interior de un templo.

¿Pero por qué lamentar la decadencia del arte tomando por ejemplo el diseño del Niño Jesús? Es que también se puede interpretar ese fenómeno como popularización (en el mejor sentido de la palabra) del arte. El pueblo ha decidido como quiere que sean sus Niños Jesús y la pérdida de calidad estética quedará equilibrada por el entretenimiento garantizado: por más kitsch que haya entre los millones figuritas del Niño Jesús (de las que escogimos aquí arbitrariamente unas pocas que tampoco son representativas), siempre son bonitas y graciosas. Así que no haya duda alguna: sea como sea, pequeña obra de arte o completamente cursi – ¡queremos nuestro Niño Jesús!

Virgen con Niño Jesus
en la capilla de la Maestranza en Sevilla


Texto: Berthold Volberg
Fotos: Berthold Volberg

Foto N° 1: Arenas, pág. 117 del recomendado libro de José Hernández Díaz: "Martínez Montañés", publicado en la colección "Arte Hispalense", Tomo N° 10, Sevilla 1992, Tercera por la Excma. Diputación Provincial de Sevilla)