caiman.de 05/2005


[art_1] España: Belchite al natural

Supongo que simplemente no estaba preparado. Tampoco no había ido expresamente a Belchite, más bien el camino me había llevado hacia allí. El corazón se me encogió, nada más verlo. Tampoco no es que hubiera señales, carteles, indicaciones que me preparasen.

Lo primero que se distingue del pueblo viejo es la torre de la iglesia, que parece tener carcoma sin ser de madera. Si uno no sabe qué se esconde detrás del nombre de Belchite podría llegar a preguntarse qué tipo de gusanos tienen en Aragón para dejar la torre tal como está. Aquello que antaño era el finísimo estilo mudéjar, hoy parece desdibujado, y mucho más de lo que se puede explicar con el paso del tiempo. Aquí, piensa el paseante temblando un poco por el frío, hay gato enterrado.

Nada me había preparado. Deberían, pensaba, haber puesto un cartel bien grande:

Ruinas recientes de una guerra en la que
– como gilipollas –
nos matamos mutuamente.
200m a la izquierda


Porque eso es Belchite: un monumento más muerto que vivo de la ira destructiva de la guerra civil española.

Las ruinas de Belchite muestran con una claridad brutal qué poder destructivo tienen las guerras. Los alemanes estamos acostumbrados a la idea que muchas de nuestras ciudades fueran destruidas durante la guerra, pero una cosa son las ideas y otra es atravesar éstas montañas de escombros que alguna vez eran un pueblo encantador en Aragón.

Desde el convento de St. Agustín en el norte del pueblo se tiene una vista panorámica bastante completa. La diferencia entre lo que se ve y una escombrera gigantesca son las pocas estructuras de casas que se mantienen en pie. Parece que la erosión ha trazado caminos entre las montañas de escombras. En realidad aquellos caminos son las calles antiguas del pueblo. Un modelo enorme de las destrucciones de la guerra; y en color.

Hemos visto las fotos de entonces, pero no las hemos entendido, no las pudimos entender. Viendo el panorama tampoco se entiende lo que pudo pasar en Belchite, donde medias casas parecen haberse encontrado con una máquina demoledora hiperactiva.

El cuento desalentador "Por la noche las ratas sí duermen" del escritor alemán de posguerra Wolfgang Borchert describe un niño vigilando a su hermano muerto, enterrado debajo de las ruinas de una casa. En Belchite uno se alegra no encontrarse con ningún chico sentado al lado de una de las montañas grises.

Pero incluso Belchite y toda su historia de destrucción tan sólo es un grano de arena. El esqueleto de una locura generalizada. ¿Quién puede reconstruir de unos cuantos huesos toda la bestia, aunque sólo sea en la imaginación?

Ya no queda casi nadie que pueda contar aquello en primera persona. Hace 68 años que pasó. Las tropas republicanas estaban camino a Zaragoza, para quitársela a los insurgentes fascistas.

En su camino se hallaba este pueblecito, hasta entonces desconocido. Mientras otras poblaciones de los alrededores, como Codo y Quinto, rápidamente se rindieron, en Belchite se atrincheraron unos 2000 soldados durante 13 días. Los cada vez menos hombres jugaban a héroes de guerra... Los del lado opuesto tampoco no se estuvieron de nada: descargaron sobre el pueblo lo que tenían de bombas y explosivos. En dos largas semanas Belchite se convirtió en lo que vemos hoy: una escombrera gigante.

Parece ser que Franco estaba tan orgulloso de la perseverancia "heroica" de los suyos que mandó no reconstruir el pueblo, sino levantar uno nuevo al lado. "El pueblo viejo" servía de monumento desordenado, como pequeña sucursal del valle de los caídos, supongo. (El valle de los caídos es un monumento patético de los vencedores, allí llamados “héroes de guerra”, en el sur de Madrid). No me gusta la idea tener que dar las gracias al "caudillo" pero realmente hay que agradecer que las ruinas de Belchite se hayan conservado. Una estancia en Belchite debería ser obligatoria para todos los aspirantes a soldado, para que se hagan una idea de lo que les espera.

Evidentemente eso no pasará, porque también en España reina la ceguera histórica. La política de mirar hacia el otro lado, que quizás en la transición tenía cierto sentido, dura hasta hoy día. Unas medidas cosméticas como quitar estatuas de Franco de sitios públicos ya son una gran aventura política y se hacen por lo tanto durante la noche.

En Belchite no hay ni un cartel que habla de la historia del pueblo. Sólo hay una cruz gigante en el centro. No es difícil adivinar quién la erigió, pero hoy día ningún letrero lo delata. Supongo que se quitó como en otros casos parecidos.
Diciéndolo positivamente: Belchite al natural. Pero tan al natural que da la impresión que aquí alguien espera. Espera que los últimos con memoria mueran.

En la puerta de una iglesia alguien garabateó con tiza:

Pueblo viejo de Belchite,
ya no te rondan zagales.
Ya no se oirán las jotas
que cantaban nuestros padres.

Texto + Fotos: Nil Thraby


Enlaces:
www.margencero.com/belchite/indice.htm
Reportaje fotográfico con unas imágenes estupendas.
www.iespana.es/republicaomuerte/belchite.htm
Un poco de información histórica
www.personal2.iddeo.es/loaisa/fotos.htm
Algunas fotos del estado actual de Belchite.
www.lacucaracha.info
Informaciones generales sobre la guerra civil española, las brigadas internacionales etc. Relación excelente de los sucesos de la guerra. También el apartado de música merece una visita.