caiman.de 02/2007

[art_2] España: Una Ciudad inventa el Barroco
La Dinastía de Arquitectos Sevillanos de los Figueroa

Fue un renacimiento después del ocaso apocalíptico. Sevilla, centro del comercio mundial y la metrópoli más rica del imperio español había sufrido la más grave catástrofe en su larga historia en el año 1649. Durante pocos meses habían muerto unos 80.000 - la mitad de los habitantes de la cuarta ciudad más grande de Europa en aquel entonces - víctimas de la gran peste que dejó Sevilla devastada. Los supervivientes, contínuamente perseguidos por el pánico de contagiarse, tuvieron que arrojar los cadáveres a fosas comúnes anónimas, donde desaparecieron también muchos ilustres y muchos artistas famosos. Parecía el fin del mundo, todo quedó paralizado.

Durante las décadas siguientes, la capital andaluza empezó lentamente a recuperarse de aquel horror y recobró su famoso orgullo. Uno de los creadores de ese renacimiento había nacido un año después de la peste, aunque no en Sevilla, sino en la provincia castellana de Cuenca. Ya siendo muy joven, Leonardo de Figueroa vino a vivir en la ciudad del Guadalquivir y pronto se hizo famoso como arquitecto.

1674- 1679

Izquierda: La fachada de la Iglesia de San Jorge del Hospital de la Caridad, un proyecto común con Sánchez Falconete, es la primera obra documentada de Leonardo de Figueroa en Sevilla.
Derecha: El innovador patio doble del Hospital creado por Figueroa era excepcional para Sevilla.

La Caridad


El nombre de Leonardo de Figueroa  surgió por primera vez en la historia de la arquitectura en los años setenta del Siglo XVII. En los proyectos de construcción del Hospital de la Caridad y del Hospital de los Venerables, Figueroa colaboró en el diseño de los patios y fachadas de las iglesias. El Patio del Hospital de la Caridad está dividido en dos por una elegante columnata.

1691-1709

Izquierda: Fachada principal de la majestuosa Iglesia de la Magdalena con su alta espadaña
Derecha: Retablo de la Capilla Sacramental con una magnífica Inmaculada del escultor Pedro Duque Cornejo (Siglo XVIII)

La Magdalena


En el año 1691, Leonardo de Figueroa consiguió el éxito definitivo cuando le concedieron la dirección de las obras de construcción de la nueva Iglesia de los Dominicanos - un símbolo de prestigio. La antigua se había derrumbado el primer Domingo del Adviento de 1691 y los Dominicanos tuvieron mucha prisa con la construcción del nuevo templo: era una cuestión de prestigio, ya que era importante superar arquitectónicamente los templos de sus rivales, los Franciscanos y los Jesuitas. Figueroa hace construir un edificio barroco y soberbio según el trazado de una basilica de tres naves, integrando en el conjunto una antigua capilla mudéjar, "superviviente" de la iglesia derrumbada. Con esa obra de la Iglesia dominicana que hoy lleva el nombre de la Magdalena, el maestro ya toca todos los registros de su arte: corona la muy alta fachada principal con una doble Espadaña, separada por un cuerpo central que se presenta como una retablo con columnas salomónicas. El rosetón rodeado por decoración de cerámica parece un diamante engastado y el gran reloj del sol también era un elemento muy original en una fachada de una iglesia.

Aún más asombro puede causar la cúpula: octogonal, con vidrieras que tienen la forma de un trébol de cuatro hojas, que mandan su luz desde la altura a la capilla mayor, y la linterna está concluída por una corona con cruz de hierro forjado. Para el diseño de la cúpula, Figueroa "redescubrió" dos materiales tradicionales de construcción especialmente frecuentes en la época árabe y casi "olvidados" durante el Renacimiento: el ladrillo y la cerámica - y aquí no en forma de azulejos, sino cerámica como decoración escultural. Se puede observar flores y escudos elaborados de cerámica azul y verde oscuro.

Encima de la cúpula, ya por si innovadora, para subrayar la originalidad de toda la composición, Figueroa hizo colocar entre las vidrieras de la linterna una especie de "esculturas de Incas" formando un círculo debajo de la corona. Antes sólo se conocía esculturas de influencia indiano (incaica o azteca) de fachadas del Perú o México. Lamentablemente, desde la calle, como peatón normal y corriente, apenas se puede descubrir todos esos detalles maravillosos. Deberíamos volar por encima de la cúpula o contemplarla desde una azotea cercana para admirar debidamente esa decoración que demuestra la creatividad de Figueroa...

1696-1712

Izquierda: Fachada principal y cúpula de la mayor Iglesia barroca de Sevilla, la Iglesia del Salvador, que muestra la ya típica combinación figueroana de ladrillo rojizo y piedra amarillenta
Derecha: El campanario de El Salvador, erigida encima del alminar de la Mezquita de Ibn Addabas

El Salvador


Un poco más tarde, cuando las obras de la Iglesia de la Magdalena todavía no estaban concluídas (duraron hasta 1709), el arquitecto exitoso recibe el encargo de dimensiones aún más grandes. Tomó la dirección de la construcción de un nuevo templo en el solar de la primera Mezquita Mayor de Sevilla, la de Ibn Adabbas. Aquella mezquita, construída en el Siglo X, había sido convertida en Iglesia después de la Reconquista en el Siglo XIII. Pero desde principios del Siglo XVII, su estado fue tan ruinoso que había que derribarla en el año 1671. Tres años más tarde comenzaron con las obras para un nuevo templo, pero dos arquitectos fracasaron, lo construído se derrumbó en los años ochenta. Era como si el Cielo quisiera que sólo Leonardo de Figueroa, la nueva estrella entre los arquitectos andaluces, acabara ese proyecto. Así que en el 1696 Figueroa sustituyó a sus antecesores y se responsabilizó de erigir aquí la iglesia más grande de Sevilla después de la catedral.

En tan sólo 16 años - hasta 1712 - hizo construir la majestuosa Iglesia del Salvador, para la que Figueroa eligió un estilo más conservador que en los planes para La Magdalena. El Salvador recuerda en muchos detalles (fachada sobria, cúpula grande y soberbia, pero sin demasiada decoración) a un templo renacentista y menos barroco - más representativo que atrevido. Posiblemente, era también la intención de los comitentes aristocráticos que prefirieron un edificio grandioso, pero sin "experimentos".

1699-1730

Izquierda: La cúpula de San Luis de los Franceses de Figueroa, dominando el Barrio de la Macarena - ¡un Sueño barroco!
Derecha: Interior de la cúpula de San Luis - los bellos frescos del pintor Lucas Valdés evocan esferas celestiales

San Luis de los Franceses


Izquierda: Fachada principal de San Luis iluminada de noche, con decoración plateresca y estatuas de los arcángeles de Duque Cornejo
Derecha: Interior de la cúpula con multitudes de ángeles


Un Barroco mucho más movido y atrevido fue el resultado del siguiente proyecto de Figueroa el que llevó a cabo - paralelamente con las obras del templo del Salvador - a partir de 1699: la Iglesia de San Luis de los Franceses. Esa nueva construcción tampoco destacó por dimensiones modestas y se le fue encargado a Figueroa por los Jesuitas. No sabemos si aquellos le pagaron más al arquitecto que los Dominicanos, pero todos los que se quedan  boquiabiertos al contemplar ese templo concluído en 1730 lo supondrán. Aunque la Iglesia de la Magdalena es más grande y alberga un mayor número de obras de arte importantes en su interior, con respecto a la espectacularidad de la arquitectura, los Jesuitas de Sevilla han ganado la "competencia de iglesias" en contra de los Dominicanos. En el templo jesuítico,  Leonardo de Figueroa pudo emplear desenfrenadamente toda su fantasía barroca que debía contener en las obras del Salvador. El trazado de San Luis de los Franceses es una rotonda que insinua una cruz griega, dominada por la enorme cúpula que se eleva entre las dos torres. Esa Iglesia de los jesuitas es uno de los más espectaculares edificios barrocos de Europa y a la vez era un símbolo arquitectónico para una ciudad que quería celebrar su renacimeinto después de la catástrofe más grande. Los elementos decorativos, tanto en la fachada exterior y la cúpula como en el interior, presentan una avalancha de ideas innovadoras y pueden provocar hasta vértigo por su cantidad y complejidad. La decoración de la fachada principal es filigrana y evoca de nuevo el estilo plateresco. Si miramos hacia arriba, nuestros pensamientos se perderán entre las columnas, volutas y adornos de los dos campanarios, flanqueados por las cuatro esculturas de los evangelistas y de los padres de la Iglesia, respectivamente, y entre las estatuas de los tres arcángeles que coronan el portal principal. Encima de todo está la inmensa cúpula, que tiene una escalera que lleva a la linterna adornada por columnas salomónicas y concluída por una cruz de hierro forjado. Todo ese templo es como una escalera al Cielo - también en su interior donde encontrándose entre siete retablos dorados miramos como hipnotizados a la cúpula llena de ángeles que vuelan por el firmamento. Rodeado de tantos seres celestiales y de un brillo de oro aumentado por cientos de diminutos espejitos que están ocultados en los retablos, el visitante se siente libre de cosas terrenales y como flotando por esferas celestiales. En esta Iglesia, todo fue diseñado para lograr efectos espectaculares - lo pone en evidencia el telón de estuco enmarcando el Retablo Mayor. Todo en el templo de San Luis es teatro sacro a lo grande, construído para entusiasmar al público. Es realmente admirable la variedad de formas e influencias de las que Figueroa compone aquí un conjunto lleno de armonía. Uno de los modelos para San Luis fue sin duda un edificio emblemático del barroco romano, la Iglesia de Santa Inés de Borromini. Pero Figueroa sólo adopta el esquema arquitectónico, toda la decoración y los materiales de la construcción son típicamente andaluces: ladrillos y cerámica, populares desde la tradición árabe. Figueroa combina de nuevo (como en la construcción del templo del Salvador) ladrillos rojizos con piedra y adornos de cerámica. Los relieves de la fachada documentan un "redescubrimiento" del estilo plateresco español, pero a la vez integran volutas y formas ultrabarrocas.

Evidentemente, Figueroa tenía una gran libertad para la planificación y construcción de esa iglesia. Sin embargo, parece que tenía que luchar para lograrla. Al principio, los Jesuitas criticaron sus planes, pero cuando el arquitecto amenazó con dejarlo todo, admitieron que pudiera realizar el edificio según sus preferencias. Finalmente, también sus comitentes debían haber estado muy contentos con la obra. No obstante, los Jesuitas no pudieron disfrutar mucho tiempo de su templo tan pomposo, porque sólo tres décadas más tarde la orden fue prohibido en España y todos los Jesuitas expulsados del país (hasta 1814). El breve conflicto con los Jesuitas es uno de los pocos episodios en la biografía de Figueroa que llama la atención, pero en total su vida por lo que sabemos no tuvo grandes altibajos ni escándalos - contrariamente a las biografías p.ej. del cólerico Valdés Leal o del orgulloso e irascible Martínez Montañés. La vida de Figueroa parece haber sido más bien tranquila y marcada por muchísimo trabajo. Estaba construyendo sin cesar su nueva Sevilla barroca, regalando una nueva imagen suntuosa a su ciudad después de la crisis apocalíptica. Tan sólo durante la primera década del Siglo XVIII, trabajó en la construcción de las tres iglesias barrocas más grandes de Sevilla (La Magdalena, El Salvador y San Luis), y al mismo tiempo planificó y concluyó el Convento de San Acasio (ya no existe), la iglesia "doble" de San Antonio Abad, la Capilla de Montserrat, y docenas de casas y palacios privados. A partir de los años veinte del Siglo XVIII recibe cada vez más apoyo por sus hijos Matías de Figueroa (1698 - 1765) y Ambrosio de Figueroa (1700 - 1775), ambos también arquitectos destacados. Más tarde, su nieto Antonio Matías de Figueroa (* 1734) seguiría el mismo camino. Era toda una dinastía de arquitectos que crearon la nueva Sevilla barroca y también construyeron muchos edificios en los alrededores. Para Andalucía fueron tan importantes como los cinco de los Churriguera para el Barroco en Castilla.

Al analizar la última fase de la obra arquitectónica de Leonardo de Figueroa, a veces resulta difícil decir si los planes son suyos o ya trazados por sus hijos. En algunos casos parece que los planes son todavía del padre, mientras que la realización práctica ya fue supervisada por los hijos Matías y Ambrosio. Además hay que tener en cuenta que el estado de salud de Leonardo estaba tan mal que dictó ya un primer testamento en 1722.

1724- 1725

Izquierda: Patio Mayor del Ex-Convento de La Merced, después de la secularización en 1835 convertido en el Museo de Bellas Artes de la ciudad
Derecha: Patio del Museo, Figueroa sólo diseño los patios, la Iglesia y el Convento son más antiguos y fueron construídos hacia 1600

Convento de la Merced


1722- 1736

Izquierda: La obra mayor de Leonardo de Figueroa, concluída por su hijo Matías: el Palacio de San Telmo, el más importante palacio barroco de Andalucía - su grandioso portal parece un retablo mayor
Derecha: La fachada norte de San Telmo iluminada y coronada por las estatuas de sevillanos ilustres

Palacio de San Telmo


Izquierda: Fachada principal de San Telmo con la típica combinación de ladrillos rojizos y piedra de color albero.
Derecha: Portal principal de San Telmo con esculturas iluminadas de simbología marina


Izquierda: Palacio de San Telmo: fachada del Sur vista desde el Guadalquivir
Derecha: La torre Sur de San Telmo con Bougainvillea en flor


Sólo un año antes había empezado a dirigir su Opus Magnum - uno de los pocos edificios profanos emblemáticos en la lista de sus obras: el Palacio de San Telmo (1721 - 1736), construído en su tiempo como Universidad para Mareantes. En el Siglo XIX se convirtió en la residencia de miembros de la familia real (los Duques de Montpensier) y hoy es el palacio del Presidente de la Región autónoma de Andalucía. También en la construcción de ese gran conjunto de cuatro alas, Figueroa emplea la combinación de ladrillos rojizos con piedra de color albero.

El palacio cuya fachada principal mira hacia la orilla del Guadalquivir tiene dos plantas, sólo las cuatro torres en las esquinas y el portal tienen tres. Con ese portal soberbio, los Figueroa han regalado un monumento a su ciudad  Sevilla, cuyas figuras aparecen como si fueran acompañadas por una marcha triunfal barroca - un monumento que celebra y demuestra  - como El Salvador y San Luis - el renacer de la "Reina del Océano" (Fernando de Herrera elogiando Sevilla). Se puede descubrir todo un catálogo de símbolos de la navegación y la náutica en la fachada del Palacio de San Telmo. El balcón central, semicircular, evoca la proa de un barco y los cuatro atlantes que lo apoyan tienen el aspecto de dioses de los mares. Estando directamente debajo, parece como si esas esculturas llenas de movimiento se cayeran encima de los que entran.

Toda la fachada está llena de dinamismo barroco: los atlantes a punto de saltar o caer, las volutas y formas retorcidas, las columnas con dibujo de ondas marinas. Encima de la entrada flanqueada por columnas dóricas se encuentra el balcón, a su vez enmarcado por tres columnas jónicas a la izquierda y otras tres a la derecha, acompañadas por estatuas que representan alegóricamente las artes y ciencias. En la planta más alta del portal, atrayendo todas las miradas, está la estatua de San Telmo debajo de un arco oval y delante de un fondo de cielo azul mirando hacia el Guadalquivir, aquel río por el que tanta riqueza de otros continentes había sido transportado a Sevilla.

Leonardo de Figueroa ha creado un portal que se eleva como un arco de triunfo de blancura resplandeciente en las orillas del río. En esa obra maestra colaboraron los mismos artistas que en la decoración de San Luis, sobre todo el escultor Duque Cornejo, autor de las estatuas del portal.

1722-1736

Foto: En la Iglesia mudéjar de Santa Catalina, Figueroa integró una Capilla Sacramental (concluída por sus hijos), una obra maestra del ultrabarroco en España y a pesar de sus pequeñas dimensiones una construcción genial de la Dinastía Figueroa

Santa Catalina:
Capilla Sacramental


Al mismo tiempo, paralelamente con las obras de la fase final de San Telmo, Figueroa y sus hijos planificaron y realizaron un edificio mucho más pequeño, pero genial: la Capilla Sacramental para la Iglesia de Santa Catalina. Tiene una pequeña cúpula octogonal, muy elegante, que termina en una especie de torrecita esbelta cuya forma es parecida a una escalera de caracol. En el interior nos sentimos como en una gruta de las maravillas. Reina la idea del horror vacui: hay una decoración desbordante que no deja un centímetro libre, un sinfín de formas y colores, dominando el brillo de oro y miles de angelitos y angelotes. También resulta espectacular la dirección de la luz que produce efectos teatrales, iluminando  detalles distintos en cada hora del día.

ca. 1750

Izquierda: Dos décadas después de la muerte de su padre, Ambrosio de Figueroa construyó la Capilla Pública dentro del Monasterio de Santa María de las Cuevas (La Cartuja): Retablo Mayor
Derecha: La cúpula de la Capilla, en el Siglo XVIII el único edificio del Monasterio que estaba abierto al público

Cartuja:
Capilla Pública


ca. 1760

Foto: Esa diminuta Capilla del Cristo de los Desamparados de estilo rococó fue construída por Ambrosio de Figueroa en el Patio de la Iglesia del Salvador, en su interior está lleno de azulejos

Capilla del Cristo
de los Desamparados
Leonardo de Figueroa dijo que esa Capilla después de terminarla "iba a ser quizás la mejor de la ciudad". Pero el arquitecto mismo no pudo ver su obra acabada, porque murió en el año 1730. Sus hijos Matías y Ambrosio concluyeron ese proyecto y planificaron otros nuevos. Matías sigue una línea más neoclásica (Iglesia de San Jacinto en Triana, hacia 1760), mientras que Ambrosio se inclinó más hacia el estilo rococó (Capilla del Cristo de los Desamparados). La familia de los Figueroa ha dominado durante un siglo (1670 - 1770) la arquitectura de Sevilla, regalando nuevo orgullo a la metrópoli del arte del imperio español después de la catástrofe apocalíptica de la peste. Hasta hoy su Barroco imponente es algo característico en el paisaje urbanístico de la capital andaluza y ejerció bastante influencia en los Virreinatos americanos al otro lado del Atlántico. Si hablamos de arquitectura, no es exagerado decir: Barroco Sevillano es principalmente Barroco Figueroano. 


Texto + Fotos: Berthold Volberg

Recomendaciones y enlaces:
Recomendamos el libro "Leonardo de Figueroa - una nueva visión de un viejo maestro" de Jesús Rivas Carmona (Colección Arte Hispalense, Tomo 63)

http://www.islamyal-andalus.org
http://www.upo.es/