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España: Segovia rebelde y románica
Una visita en la ciudad patrimonio de la humanidad más pequeña de España
Desde hace poco, se puede llegar muy rápidamente desde Madrid en sólo 30 minutos con el nuevo tren AVANT a la pequeña ciudad de Segovia, situada a unos 90 kilómetros de la capital y a mil metros de altura en una región montañosa. De las diez ciudades españolas declaradas enteras como patrimonio de la humanidad por la UNESCO, Segovia es la más pequeña. Su emplazamiento es espectacular su centro monumental se extiende en una colina rocosa delante de la Sierra de Guadarrama cuyos picos están cubiertos de nieve desde octubre hasta mayo.
La nueva estación se encuentra fuera del centro, y al acercarse al casco antiguo en el autobús, por momentos uno llega a pensar haberse equivocado en la parada. Es que lo primero que podemos ver no es una de las vistas reproducidas en postales famosas con el acueducto o el Alcázar, sino una barriada de bloques de hormigón. Pero poco después, bajando del autobús que lleva la inscripción "Segovia un sueño" en la parada final, nos encontramos ante el monumento más importante de la época romana en España: el acueducto. Se alza de manera imponente similar al famoso Pont du Gard cerca de Nimes aunque no en la soledad de un valle fluvial. Los arcos del edificio romano llegan a 30 metros de altura y 818 metros de largo y forman una puerta gigantesca una puerta majestuosa para entrar en el casco antiguo segoviano.
Hasta 1974 el acueducto no solamente sirvió de decoración, sino cumplió su función de conducción de aguas. Hoy día parece como una parte de las murallas de Segovia. Sus arcos proyectan una sombra inmensa que oscurece las primeras callejas de la ciudad, como si quisieran demostrar hasta hoy el poder del Imperium Romanum. La conquista definitiva de esa región montañosa en el corazón de la península ibérica fue un esfuerzo inesperado para los romanos. Los celtiberos ya descubrieron la ventaja estratégica de esa roca, retirándose allí, pero en el año 80 a.C. tuvieron que rendirse. Los conquistadores romanos se comportaron sin piedad y todos los rebeldes fueron víctimas de una gran masacre.
Hoy día los segovianos estarán muy agradecidos a los descendientes de los crueles conquistadores romanos, ya que el acueducto monumental construido por ellos atrae millones de turistas los que contemplan con admiración esa maravilla de la arquitectura. Pero Segovia no sólo consiste del acueducto, de manera similar como Toledo presenta en una superficie muy pequeña un número récord de monumentos arquitectónicos de distintas épocas y religioney, así como un casco antiguo auténtico e intacto. Por ello fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en el año 1985. Los visigodos y los árabes, los que llamaron la ciudad Siqubiya, dejaron pocas huellas arquitectónicas. Sin embargo, la sinagoga de una de las comunidades judías más grandes e importantes de España sigue impresionando. Actualmente es una iglesia conventual que lleva el nombre "Corpus Christi" . Después de la expulsión trágica de los judíos fue convertida en un templo cristiano. El edificio medieval fue destruido por un incendio en el año 1899.
El templo actual es una reconstrucción, pero se presenta muy lograda y demuestra que la sinagoga segoviana tiene gran semejanza con el modelo paradigmático de Toledo: la sinagoga más antigua de Europa, luego convertida en la Iglesia Santa Maria la Blanca. Los capiteles de sus columnas muestran los mismos capiteles con piñas y en las paredes hay arcos falsos de estilo Mudéjar, que también recuerdan a la sinagoga toledana, ya terminada en el año 1190. Las ventanas tienen la forma de arcos de herradura, dominan los colores morado, matices azules y verdosos, la luz filtrada por esos colores queda muy adecuada y llena las tres naves del templo de una luz mística. A pesar de la reconstrucción, el interior de la sinagoga parece auténtica y la atmósfera en ese templo austero impone silencio e invita más a la meditación que otras Iglesias de Segovia.
Pero con la subida al trono de la Reina Isabel la Católica se acabó la tolerancia religiosa y la famosa "España de las tres culturas" (cristiana, musulumana, judía) tocó definitivamente a su fin triste. Después de 1492 ya no quedaban sinagogas sin cruz. Llegamos a la próxima parada de nuestro paseo por Segovia la Iglesia San Miguel, de estilo isabelino, una mezcla enbtre gótico tardío y renacentista. En la iglesia anterior del mismo nombre, Isabel la Católica se proclamó Reina de castilla en diciembre del año 1474. El exterior de San Miguel dominada por su torre maciza y los muros desornamentados se presenta más bien como una fortaleza y parece reflejar la actitud intolerante de la Reina. Pero el interior del templo sorprende con un aspecto mucho más sereno y decoración abundante. Hay un retablo mayor dorado de estilo barroco (1672) y bóvedas nervadas en formas de estrellas o romboidales, con medallones elegantes como claves de bóveda. Sólo las superan las bóvedas de la catedral de Segovia, que son de las más bellas de España.
Los dos monumentos principales de Segovia aparte del acueducto, la Catedral y el Alcázar, a menudo se definen empleando dos metáforas la del Alcázar me parece acertada, mientras que la metáfora catedralicia no llega a convencerme. En muchos libros he leído que esa última de todas las catedrales góticas de España, la denominan "la Dama entre las Catedrales españolas".
¿Por qué? Desde fuera, ese templo cuya construcción comenzó en 1525, parece un castillo macizo sin demasiada gracia y su torre imponente de 88 metros de altura se presenta más dominante que feminina, aunque las agujas que coronan el coro por fuera sí otorgan más elegancia al conjunto arquitectónico. Pero la anchura de la construcción, la vidrieras muy chicas para una catedral gótica, así como la falta de decoración en la torre subrayan la impresión de una fortaleza.
No obstante, similar a San Miguel el interior de la catedral de Segovia es mucho más bonita. Sobre todo las proporciones armoniosas de la girola con sus bóvedas grandiosas logran suavizar la impresión de austeridad. Además, en las capillas hay obras de arte impresionantes que suelen conmover los creyentes e incluso los que no creen: un retablo del Santo Entierro de Cristo, una creación del escultor renacentista Juan de Juni (capilla en la nave izquierda), un retablo barroco churrigueresco y un Cristo muerto sobrecogedor del escultor castellano Gregorio Fernández (capilla de la nave derecha).
A la derecha del coro, detrás de una verja, se descubre sorprendentemente un portal antiguo. Es un resto que quedaba de la catedral antigua, destruida durante la Rebelión de los Comuneros en el año 1520. En aquel año la ciudad rebelde de Segovia se sublevó contra el gobierno del futuro Emperador Carlos V. negándose a pagar un impuesto nuevo. Después de la derrota de los rebeldes encabezados por Juan Bravo quien fue ejecutado en abril de 1521, empezaron a construir una nueva catedral y a restaurar el Alcázar en frente, que también había sufrido daños.
El Alcázar segoviano es un castillo de un cuento de hadas, se encuentra en una roca casi cien metros encima el abismo y la metáfora que le atribuyen es que parece la proa de un barco. Esa metáfora me convence, especialmente acercándose a Segovia desde el noreste, la ciudad en el macizo rocoso se asoma como un barco a la meseta castellana con el Alcázar como proa. La vista desde abajo hacia ese castillo majestuoso no por nada ha llegado a tantas portadas de libros o reportajes sobre España.
Texto + Fotos: Berthold Volberg
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