[art_1] España: El Retorno de Ibn Jaldún a Andalucía
Con una gran exposición, Sevilla conmemora el 600. Aniversario de la muerte del genial historiador islámico

Su Vida
El embajador del soberano islámico de Granada entra por la puerta principal del Alcázar de Sevilla. Ha venido para negociar un tratado de paz con el Rey cristiano de Castilla quien está residiendo aquí. Es un día de invierno del año 1364 cuando aparece ante el trono de Pedro I. (llamado el Cruel o el Justiciero). El nombre del embajador enviado por Granada es Abu Said Abderrahman Ibn Jaldún Al-Hadrami (* Túnez 1332 - El Cairo 1406). El Rey de la Castilla reconquistada y católica recibe al embajador islámico en un complejo palaciego árabe-mudéjar cuyo portal está decorado con las palabras caligráficas "Allah es grande..."

No sólo son las inscripciones árabes que le parecen tan familiares a Ibn Jaldún quien había nacido en Túnez.

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Caminando por las calles de Sevilla, se habrá acordado de las impresiones contadas en las memorias escritas por sus antepasados quienes habían venido a vivir en Sevilla a finales del Siglo VIII. Su familia fue una de las más poderosas en la sociedad árabe de Sevilla. Dos décadas antes de la ya temida Reconquista de la ciudad por Fernando el Santo, como anticipando el exilio, su bisabuelo emigró primeramente a Ceuta, luego a Túnez, dejando atrás la querida patria andaluza.

Ibn Jaldún nació en Túnez. Cuando tenía 15 años, sus padres murieron a causa de la la gran epidemia de la peste negra que se convirtió en 1348 en la catástrofe del siglo. Después de quedar huérfano, Ibn Jaldún emigró a Marruecos donde logró ser nombrado secretario del Sultán de Fez. Sin embargo, el joven tunecino destacó tanto por su sabiduría como por su ambición - quería tomar influencia directa en la política. Por ello, y quizás también tentado por la pompa de la corte de la Alhambra, aceptó una invitación del Sultán Muhammed V. de Granada. Rápidamente consiguió la confianza del joven monarca quien le mandó a Sevilla en el año 1364 para que negociara un tratado de paz con el Rey Pedro el Cruel. A pesar de su nombre, el fratricida Don Pedro fue un soberano tolerante y sabio, mecenas de las artes y ciencias, y además de muy buen gusto, porque hizo construir su palacio real dentro de las antiguas murallas árabes en estilo Mudéjar. El Rey quedó fascinado por aquel sabio árabe con raíces sevillanas y aparte de las negociaciones políticas conversó muchas veces con Ibn Jaldún, filosofeando sobre temáticas diversas. Esa naciente amistad tenía buenos efectos para las condiciones del tratado de paz con Granada y Sultán Mohammed V. se mostró muy contento con los servicios de su embajador. El cristiano Rey Pedro el Cruel pidió al embajador granadino que se quede en Sevilla, parece que le quisiera como consejero en su corte, ya que le hizo una oferta muy generosa a Ibn Jaldún.

Le prometió la restitución de la casa de sus antepasados y de todos los objetos que aquellos tuvieron que dejar en Sevilla hacía más de un siglo.

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Ibn Jaldún rechazó esa oferta, prefiriendo volver a la Alhambra de Granada. No sabemos si más tarde llegó a sentir su decisión, pero probablemente habría sido más feliz en Sevilla, aceptando la oferta del Rey castellano. Pero en ese caso, quizás nunca habría escrito su gran obra literaria que tuvo que nacer en la soledad.

Después de intentar en vano ejercer influencia en Muhammed V. para convencerlo de los beneficios de un "buen gobierno", Ibn Jaldún perdió la protección del joven soberano de Granada, el que se iba convirtiendo cada vez más en un tirano. No queda totalmente claro la razón principal que motivó Ibn Jaldún para abandonar Granada - probablemente había unas intrigas iniciadas por otros consejeros del sultán quienes querían deshacerse del forastero de Túnez por haberse convertido en su rival. Ibn Jaldún regresó al norte de África y pronto tuvo la suerte de que el soberano de Bugía (en Argelia) le otorga el oficio del primer ministro. Pero el sabio gobierna sin suerte, su política de impuestos origina rebeliones que le motivan retirarse de la política activa.

Finalmente, su itinerario aventurero y caracterizado por muchos cambios de residencia le llevó en el año 1382 a vivir en la "Madre de las Ciudades" - en El Cairo, llamado por Ibn Jaldún "Metrópolis del Mundo". Su fama de erudito parece haber sido ya considerable en aquella época, porque le ofrecen dar clases en la más antigua y más importante universidad del mundo islámico: la Universidad de Al-Azhar. Así que después de su fracaso de político, obtuvo los máximos honores académicos.

Pero no se quedó todo el tiempo en El Cairo, sino el destino le llevó de nuevo a una situación dramatica.

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En el invierno del año 1401 Ibn Jaldún se encontraba en Damasco, cuando se acercó el "terror del universo". El Gran Kan Timur (Tamorlán), llegó a sitiar Damasco que en aquella época perteneció a Egipto. Durante dos meses, hubo varios encuentros entre el filósofo y el conquistador. El cruel invasor procedente de Transoxania muestra gran respeto y admiración en sus conversaciones con el el sabio de la Universidad de Al-Azhar. Pero a pesar de ello, Timur no aceptó la petición de Ibn Jaldún quien le rogó de renunciar al saqueo de la ciudad de Damasco después de ocuparla. Como casi siempre en sus conquistas, Timur mostró poca piedad con la ciudad vencida. Ibn Jaldún volvió a Egipto y murió después de una vida dramática en marzo de 1406 en El Cairo.

Su obra
Muchos europeos que escuchan el nombre de Ibn Jaldún por primera vez se preguntarán qué ha sido lo extraordinario de ese hombre - salvo de haber vivido en tres continentes y en media docena de las ciudades más bonitas del Mediterráneo (Granada, Sevilla, Fez, Túnez, El Cairo, Damasco). En la exposición en Sevilla aprenderán que Ibn Jaldún es el autor de una de las obras más importantes de la historiografía mundial y junto a Ibn Sina e Ibn Ruschd es uno de los pensadores más grandes del mundo islámico. Quizás haya sido su suerte que sus planes políticos en Granada y Argelia quedaran sin éxito, porque era su propio fracaso que le motivó aun más a investigar las causas de los desastres políticos e históricos y el desarrollo de las civilizaciones. Se retiró buscando la soledad del castillo Qalat-Ibn-Salama en el desierto argelino. Allí compuso en los años setenta del Siglo XIV su Opus Magnum, una historia del mundo" con el título programático "Libro de las Experiencias" (Kitab-Al-Ibar").

Esa obra monumental consiste de tres partes: una amplia introducción, la historiografía y su autobiografía.

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Más interesante que la obra historiográfica en sí resulta la famosa introducción, la "Muqaddima", caracterizada por reflexiones antropológicas, religiosas y filosóficas. Influenciado por Aristóteles e Ibn Ruschd, el historiador filosófico Ibn Jaldún define al hombre como ser político y desarrolla la idea de que la historia es un fenómeno cíclico que siempre se repite como un movimiento ondulatorio. En la Muqaddima, el historiador islámico más importante presenta sus investigaciones acerca de la cuestión de las causalidades de acontecimientos históricos y una interesante teoría según la cual las características de civilizaciones y estructuras sociológicas dependen de factores climáticos.

Lo excepcional y moderno del concepto de la historia que ofrece Ibn Jaldún (y que a la vez puede llevar a notables contreoversias) es su idea clave de que el desarrollo, auge y declive de una civilización depende de la intensidad de su "Asabiya".

Ese concepto definido por Ibn Jaldún es tan complejo que apenas se puedo traducirlo correctamente, al menos no en una palabra.

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En una perífrasis podríamos describirlo "espíritu de solidaridad de un grupo de hombres con común código de valores". El pensador quien había conocido tantos países y culturas en África, Europa y Asia, llega a la conclusión que la "Asabiya" se muestra más fuertemente en sociedades de nómadas, llevándolas a conquistas y expansión, mientras que después de convertirlas en civilizaciones "sedentarias" disminuye considerablemente. En la vida sedentaria, la "Asabiya" es corrompida por lujo, disipación y decadencia. En una frase programática de la Muqaddima, Ibn Jaldún resume que los nómadas se inclinan más hacia el bien que los establecidos los que empiezan a inclinarse hacia el mal y la decadencia. El lujo y la desmesura son según las palabras de Ibn Jaldún los síntomas del declive, mientras que los nómadas por su austeridad, moral rigurosa y su solidaridad consiguen expander y llegar al poder. Sin embargo, luego tendrán el mismo destino que los pueblos anteriormente vencidos: decadencia y declive. Ibn Jaldún habrá encontrado los mejores ejemplos de que esa teoría puede ser acertada en el pasado inmediato de su patria. Los Almoravides y medio siglo más tarde los Almohades vinieron como nómadas de los desiertos del norte de África, conquistaron en muy poco tiempo todo el Magreb y la mitad sur de España, donde fundaron un reino esplendoroso pero fugaz que luego desapareció casi tan rápidamente como había nacido. Ambas civilizaciones fueron dominadas en su principio por guerreros marcados de profunda y fanática religiosidad, moral rígida y solidaridad (Asabiya), mientras que después de su victoria se entregaron a la decadencia, disfrutando del lujo y de la riqueza en sus capitales Marrakech y Sevilla, una actitud que según Ibn Jaldún llevó a la derrota de su reino y favoreció la Reconquista cristiana de Andalucía.

Aplicando el concepto de la Asabiya como barómetro para analizar el éxito y la sostenibilidad de una sociedad, no sólo sirve para investigar fenómenos históricos del pasado.

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Sumamente interesante resulta aplicar ese concepto de Ibn Jaldún en la discusión actualísima acerca de la(s) temática(s) de la identidad nacional, identidad de Europa, inmigración, tolerancia y sociedad civil. ¿Podemos lograr una "Asabiya" europea dominada por unos valores morales generalmente aceptados?

En el momento en el que nos planteamos esa pregunta, queda claro la admiración que debemos al genio de Ibn Jaldún. Sus reflexiones inspiradas por su concepto de la Asabiya partieron de la historia de unos tribus bereberes, pero luego son aplicables a la dinámica general de auge y declive de civilizaciones en todos los países y en todas las épocas.

La Exposición
Apenas podían haber escogido un lugar más ideal y adecuado para la gran Exposición en conmemoración del 600. Aniversario de la muerte de Ibn Jaldún que las salas del Alcázar de Sevilla donde acontecieron unas de las escenas más interesantes de su vida - el encuentro y las negociaciones del historiador árabe con el Rey castellano Pedro el Cruel.

La importancia otorgada a esa exposición no sólo queda demostrada por el presupuesto de casi tres millones Euros, sino también por el hecho de que estaban presentes, aparte de los Reyes de España, más de una docena de jefes de Estados árabes desde Marruecos hasta Omán para celebrar la inauguración de la misma.

La exposición con el título "Auge y declive de los Imperios - el Mediterráneo en el Siglo XIV" que rinde homenaje a la obra de Ibn Jaldún presenta tres temáticas diferentes:
1. La figura de Ibn Jaldún - su vida y obra
2. El Mediterráneo en el Siglo XIV como escenario del encuentro entre las culturas islámica y cristiana
3. Sevilla y Andalucía en el Siglo XIV

La exposición dedicada a Ibn Jaldún se puede ver hasta el 30. de Septiembre de 2006 en Sevilla, después se expondrá en el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York.

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Recomendación: visitar la exposición de noche (abierta 20.00 - Medianoche), porque durante la tarde no es recomendable debido a las temperaturas diurnas extremas del verano sevillano.
Horario: 9.30 - 19.30 horas (Domingos y Festivos sólo hasta 17.30)
Abends: 20.00 - 24.00 horas (Domingos y Festivos ya desde 18.00)
Entrada: 7 Euros


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