[art_2] España: Tanausú - Rey de los Guanches
Una novela histórica de Harald Braem


En los libros historiográficos que tratan del comienzo de la Edad Moderna hacia finales del Siglo XV, los pasajes que comentan ese episodio de los años 1492 y 1493 se reducen en muchos casos a una breve nota, a veces sólo una frase. Quedando a la sombra del gran acontecimiento de la época, el "descubrimiento" de América por Cristóbal Colón, la conquista de la pequeña isla canaria de Benahoare (más tarde llamada  La Palma por los conquistadores españoles) se ha sacado ahora a la luz en la novela histórica  "Tanausú - Rey de los Guanches" del autor alemán Harald Braem, publicada  por la editorial Zech en  Tenerife.


Novela sobre La Palma
Harald Braem: Tanausú - Rey de los Guanches
Novela, Zech Verlag, Teneriffa 2005, 312 p.
ISBN 84-933108-0-8

Lo que en muchas obras de la historiografía se reduce a un breve comentario indiferente, significaba para los vencidos - el pueblo de los Guanches - el derrumbamiento total de su mundo y para los conquistadores victoriosos el descubrimiento de un mundo nuevo - aunque la mayoría de aquéllos no supieran valorarlo adecuadamente. Ese choque dramático entre dos culturas tan distintas, la europea - católica y la africana blanca y canaria, aislada del resto del mundo hasta entonces, constituye el ambiente en el que se desarrolla la narración de Braem. El final de la historia es conocida: la anexión de la Isla de La Palma por el  imperio español. El autor comienza su novela con una retrovisión, en la que uno de los más veteranos guerreros de los guanches le cuenta al joven Bencomo, protagonista de la novela, de la primera invasión española - entonces fracasada - bajo el mando de Guillén Peraza. Los  guanches habían logrado la victoria, matando a la mayoría de los invasores en el Barranco de las Angustias. Pero el viejo guerrero recuerda el profundo susto causado por la invasión y advierte que se pueda repetir en cualquier momento. Como sabemos, tenía razón en su pesimismo.

Alonso Fernández de Lugo, quien era gobernador de la ya conquistada isla de Gran Canaria, logró convencer a los Reyes Católicos Fernando e Isabel de que la conquista de las islas  La Palma y Tenerife sería una empresa muy prometedora. Harald Braem, emplea una fina ironía, haciendo hablar el Rey Fernando de Aragón muy mal sobre Cristóbal Colón, a quien ridiculiza considerándole como un iluso en busca de quimeras cuyas tres naves nunca volverían de ninguna parte. Para el Rey, el plan de la conquista de La Palma le parecía un objetivo más concreto y con un riesgo mucho más calculable.

Así que los barcos del conquistador Alonso de Lugo aparecen pronto después en la bahía de Tazacorte. A partir de ese momento, el  autor practica un cambio interesante de su punto de vista. Sin ocultar que su simpatía está sin duda con los guanches vencidos, comienza a narrar su historia desde distintos puntos de vista, describiendo los acontecimientos en un momento con la mirada de los conquistadores y en el siguiente con la de los guanches. Por esa técnica narrativa, su novela obtiene a la vez más autenticidad y más tensión dramática.

Primeramente, describe el espanto de los guanches al descubrir de repente los barcos de los invasores españoles en la bahía y sus malos presentimientos de que aquel momento traerá la destrucción de su pequeño mundo de libertad. Luego nos presenta con la mirada de los españoles sus primeras impresiones de esa isla exótica.

Aparte del comandante Fernández de Lugo, tres de los misionarios que le acompañan se convierten en figuras principales del lado de los españoles. Cada uno de los tres representa una idea, una posición dentro de la Iglesia Católica: el Padre Inocencio es un portador del fanatismo de la Inquisición y simboliza la mentalidad de cruzadas, el Padre Ángel representa la tolerancia que mira con interés las costumbres de ese nuevo mundo, tratando de integrarlas en su concepto de misión, y el joven monje Domingo se caracteriza por su inocencia y sus dudas al ser confrontado con nuevas impresiones que cuestionan sus ideas religiosas.

Teniendo presentes la violencia y brutalidad empleadas por los españoles por ejemplo en la batalla que tiene lugar en el Sur, en la región de Tigalate, Domingo está dudando cada vez más la justificación de la misión cristiana. Sus dudas le convierten en la viva conciencia de los conquistadores, aunque apenas se atreve a pronunciar sus condenas públicamente - sólo las expresa por escrito en su diario secreto. El joven monje está inseguro: a veces no sabe si sentir miedo de lo desconocido o más bien fascinación por lo nuevo y enigmático. Ese conflicto personal se simboliza en su comportamiento contradictorio, cuando toma clandestinamente una figurita de la Diosa indígena Tara, aunque se trata de un acto de "herejía".

El autor Harald Braem consigue transmitir sus conocimientos de la mitología, religión y costumbres de los guanches de La Palma e integrarlos en la acción de su novela, así que el lector, aparte de una historia cautivadora, también recibe esa información cultural.

Llegamos a saber algo sobre Tara, Diosa de la Tierra de los guanches, sobre el temido Guayote, demonio cuya morada es la profundidad de la Caldera de Taburiente. Braem nos presenta las Harimaguadas, unas chamanes que viven en una especie de "conventos", y nos explica la importancia fundamental del Roque de Idafe, un inmenso roque de forma fálica que se erige en medio de la caldera y fue venerado por los guanches como "columna que estriba la bóveda del cielo". Para mí, uno de los momentos más logrados de la novela esa la descripción de un rito de iniciación en el que participa Mazo, el hermano adolescente de Bencomo. Se trata de una demostración de valor por la que se hará un guerrero. En ese episodio, los sentimientos de Mazo, sus angustias ante el peligro de muerte, se transmiten con una intensidad casi mística.

Mirando al protagonista  de los guanches, al principio el lector podrá estar algo irritado de que Tanausú, el último Rey de Benahoare que aparece en el título, en realidad no es la figura principal de la novela  En la primera parte, sólo desempeña un papel secundario, antes de asumir el liderazgo en el último tercio de la acción, cuando en vano intenta organizar la defensa de la isla contra los invasores españoles. Y al final, después de la derrota decisiva (cuyo escenario será de nuevo el Barranco de las Angustias), cuando se encuentra encadenado como esclavo en el barco de Fernández de Lugo que navega a  Cádiz , simbolizará el trágico destino de todo el pueblo de los guanches.

Harald Braem ha conseguido con "Tanausú" la creación de una novela histórica muy recomendable. Especialmente para lectores jóvenes que no suelen leer libros de historia, la lectura de esa novela será una alternativa atractiva y cautivadora. Si hay algo que se podría reprochar al autor, será el hecho lamentable que termina su narración en un momento muy interesante: cuando el joven guerrero Bencomo, en su huida de los españoles, descubre al monje Domingo desmayado al lado del campo de la batalla. A más de un lector le gustaría saber cómo se desarrolla ese encuentro. Pero eso quizás ya es una nueva historia.

Texto: Berthold Volberg
Foto: Zech Verlag