ed 06/2014 : caiman.de

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[art_2] España: Todo esplendor debajo el sol
Octava edición de nuestra crónica no tan seria de la Semana Santa (2014)
 
Sevilla, Domingo de Ramos, 13. de Abril 2014, 12 de la mañana.
Cayetana, una chica de 23 años, acaba de llegar después de 3 días de senderismo por El Torcal, para celebrar con nosotros toda la Semana Santa de Sevilla y ya se muestra muy impaciente para ver el primer "Paso". Desde hace años, nuestro grupo de „místicos semanasanteros" consiste de mis amigos Carmen y su marido Manolo, Teresa y Regina - todos de Sevilla; la jovencita Cayetana de Cádiz, dos peregrinos de Madrid (Manuel y Cristina) y de mí (todos los nombres cambiados por la redacción).



Ahora estamos muy ilusionados, porque la página de los pronósticos de tiempo en el Diario de Sevilla nos promete algo que debido a los diluvios de los últimos años ya considerábamos como imposible. Con una sonrisa triunfal, Teresa proclama: „¡por primera vez desde hace una década, anuncian un riesgo de lluvia de 0% pa toda la Semana Santa!"

Como en cada año, Carmen y Manolo nos han invitado para celebrar juntos el Domingo de Ramos en el Patio del Palacio de Pumarejo. El palacio está fatal, a causa de la dejadez de los responsables del Ayuntamiento, y a pesar de todos los esfuerzos de los vecinos para salvarlo.



El patio del Palacio de Pumarejo cubierto por demasiada pátina está llena de gente de todas las edades que cada año celebran aquí la llegada de la Hiniesta y de la primavera. Parece que esta casa resuscita también cada Semana Santa - por el amor y entusiasmo de los bravos vecinos de su barrio. Anunciado por trompetas y tambores, pronto el Cristo de La Hiniesta ya aparece al lado de una gran pancarta colgando del palacio algo desmoronado que dirige la pregunta al Ayuntamiento cuya patrona pasará por aquí mismo en media hora: "¿Y Usted Sr. Alcalde, qué va a hacer?" No entiende nada de política, pero Cayetana siempre nos sorprende haciendo propuestas muy prácticas: "Todo eso del Palacio de Pumarejo tiene una fácil solución: hay que meter al Monteseirín y al Zoido juntitos en el cuarto más ruinoso de este palacio y sólo a pan y agua como mucho - y ya verás lo pronto que firmarán los contratos para las obras de restauración."



Al caer la noche, esperando en su sillita plegable al Cristo de Amor, Teresa acaba de leer un artículo poco cristiano en un diario y comenta: "Mientras que en el Siglo de Oro Sevilla dió al mundo los mejores poetas e intelectuales, hoy día hasta un deplorable cateto de pueblo como ese Antonio Burgos se atreve a llamarse intelectual." Y Regina añade: "La verdad es que ese tío mejor estaría en la ciudad facha cuyo apellido lleva, porque sevillano no parece..."



Después de la medianoche volvemos corriendo a la muralla macarena para ver la entrada de La Hiniesta. Para el Cristo llegamos un poquito tarde, lo vemos entrar, pero de lejos. Conseguimos acercarnos mucho más al portal de San Julián para poder ver entrar el Palio. De repente, se escucha el ruido de una barredera de LIPASAM, cada vez más infernal, hasta que domine los sonidos de la marcha. "Qué escándalo, con la entrada de la Macarena no se lo permitirían...pero aquí...", murmura Carmen indignada. La brava Virgen de la Hiniesta se da la vuelta a los sonidos de LIPASAM para entrar en su templo dando la cara a su pueblo - con una sonrisa que perdona hasta al conductor de la barredera.



Lunes Santo, 14. Abril 2014
A las 3 y media de la tarde. El Barrio León en Triana inundado de luz. Sol y calor - qué contraste con los últimos años cuando mirábamos al Cielo cada cinco minutos temiendo el próximo chaparrón. Ahora el barco dorado de la Cofradía San Gonzalo avanza por los naranjos de las callejas, reflejando el esplendor del sol como si la lluvia fuera una cosa del otro mundo. Aunque ya no haya azahar, en ese ambiente de primavera, Cayetana se enamora por primera vez durante esta Semana Santa - de un músico jovencito que va detrás del palio de la Virgen de la Salud.



A las 6 de la tarde estamos en la Plaza del Duque para ver Santa Marta. Como normalmente vemos esa cofradía siempre de noche, subiendo por la Plaza de San Andrés, nos resulta extraño contemplar el magnífico Paso del entierro de Cristo a plena luz del sol. Dejando aparte el ambiente, el conjunto genial de la noble tragedia esculpida por el gran Ortega Bru es sobrecogedor en cualquier sitio. "Qué bella la Magdalena...", murmura Manuel. "Y qué guapo y triste el San Juan", añade Cayetana.



Después de contemplar Santa Marta, tenemos que refugiarnos del sol cegador a la sombra y Regina propone un sitio "de moda": la azotea del Corte Inglés. Un poquito decadente, la verdad, pero con vistas espectaculares de esta nuestra ciudad que por lo menos durante la Semana Santa siempre es la más bella del mundo. Ya por la estampa de la Iglesia del Salvador con la Giralda y las torres de la Plaza de España al fondo ha valido la pena subir aquí y los cafés y un surtido de mini-torrijas dan fuerzas para seguir el largo día.



A las 8 hay que conquistar un hueco en un sitio muy cotizado: enfrente del portal principal del Museo para ver pasar allí la hermandad del mismo nombre minutos después de su salida. El cielo ya tiene color de morado nocturno cuando se acerca en silencio el Cristo de la Expiración en su Paso con los cuatro evangelistas soberbiamente tallados por Ruiz Gijón. El sitio entre la entrada del Museo y la estatua de Murillo es ideal para ver esa cofradía, porque la procesión da una vuelta entera por una de las plazas más bonitas de Sevilla, contemplada desde arriba formará una inmensa herradura de luces avanzando por las tinieblas.



Al pararse el palio de la bella Virgen de las Aguas y su candelería ilumina el portal del Museo de Bellas Artes, Cristina susurra: "Sí, Bellas Artes dentro y delante del Museo..."



Al final vemos La Vera Cruz por la Calle Baños. Nubes de incienso invaden la calle cuando se acerca el Cristo más antiguo de la Semana Santa de Sevilla. En este momento, dos "canis" que ya habrán bebido algo quieren cruzar la doble fila de los penitentes que llevan cruces. Se lanzan y cuando se encuentran en medio de las dos filas dice el uno al otro: "Oye tío, que siniestro el especta-", empieza a toser a causa del incienso. El otro le da una palmadita en la espalda diciendo: "Inhala, quillo, que eso está mejor que la marihuana...".



Regina y Teresa reprimen la risa. Tosiendo y con los ojos enrojecidos los dos jóvenes desorientados dirigen sus pasos inseguros hacia el Cristo y luego desaparecen. Cristina le ha cogido especial cariño a la la Virgen de las Tristezas, quizás la más austera y trágica de esta Semana, envuelta en su soledad negra, se pierde en el silencio nocturno.



Martes Santo, 15. De Abril 2014
A las 11 de la mañana, después de desayunar en La Campana, caminamos por la Calle Imagen, cuando Cayetana dice de repente: "¡Míra qué Paso más raro sale allí!" Se trata de una camioneta (¡trae cirios!) la que parece salir del templo de la Anunciación.



A las 4 y media de la tarde nos encontramos en frente del portal del templo mudéjar de Omnium Sanctorum para ver la Salida de Los Javieres. ¡Por fin después de tres años de diluvio van a salir! Aplausos del público, por los Pasos por fin en la calle a pleno sol y también por el buen gusto musical de la cofradía.





Ya no nos da tiempo para llegar a la calle Muro de los Navarros, así que vemos los tres Pasos de San Benito en la Calle Santiago, enfrente de un hotel de lujo instalado en un antiguo palacio. "Es lo que también puede ser el destino del Pumarejo", comenta Manolo con una sonrisa irónica las supuestas intenciones del Ayuntamiento. Cayetana se fija en el león "graciosísimo" al lado de San Marcos en el Paso del Cristo de la Sangre.

A las 10 y media de la noche, cuando la luna llena se asoma con todo su esplandor al lado del ángel que toca la trompeta, estamos esperando al Cristo de los Estudiantes delante de la portada principal de la Universidad. Hay un gentío enorme y muy variopinto a oscuras, ya que apagaron las farolas. Un cochecito de tamaño Mercedes con un bebé durmiente se abre paso brutalmente y a la fuerza, por supuesto sin pedir permiso ni disculpas a nadie y sin preocuparse de la gente que casi se caen encima del bébé. "El pobre niño, la bulla lo enterrará más tarde o temprano," comenta Regina. Y Manuel añade: "Algunos padres se mueven con los cochecitos como si fueran tanques - y al ataque." Teresa resume la observación al condenar: "A unos padres así habría que llevarlos a la cárcel". La verdad es que esos padres de los carritos de combate son mucho más "gentuza" - habrá que decirselo al Sr. Burgos - que el público que coloca pacíficamente su sillita plegable en segunda fila.



Entretanto el Cristo de los Estudiantes como la Virgen se hacen esperar una eternidad. Finalmente aparece el magnífico Cristo de Juan de Mesa en su monte de lirios morados, iluminado sólo por los flashes y la luna llena. Después de que haya entrado en la Universidad, otra eternidad para ver la Virgen de la Angustia. Resumiendo mi cansancio llego a decir: "Con tanto que nos hizo esperar, esa Virgen debería llevar por lo menos tres coronas." Cayetana resume el largo tiempo de espera de su manera: "Bueno, tampoco fue pa tirar cohetes."

A la 1 de la noche, en la Plaza Alianza en pleno Barrio Santa Cruz tenemos el privilegio de contemplar una de las estampas más bellas de la Semana Santa. Con la Giralda iluminada y las murallas del Alcázar de fondo, en medio de un público sin carritos de combate, respetuoso y bastante silencioso, el Cristo de las Misericordias cruza la plazita debajo la luna llena. Una escena muy romántica e intemporal, la Sevilla Eterna.



Miercoles Santo, 16. Abril 2014
Empezamos como ayer, al lado del Café Hércules, delante de Omnium Sanctorum. Aquí esperamos la Salida del Carmen Doloroso, una cofradía que en muy poco tiempo ha ganado mucha popularidad. El inmenso Paso de Misterio sale acompañado por los sonidos de una música casi extática que parece compuesta para una película de terror como comenta Manuel. De hecho a nuestro lado escuchamos las palabras "Oh, this is Thriller Music", pronunciadas por una turista yanqui rubia. Regina sonríe y no puede evitar su comentario: "Hay que ver los guiris que ya encuentran las salidas más escondidas de barrios muy lejos de la Giralda..."



Acompañamos la procesión hasta la Alameda y cuando pasa el palio ya estamos tomando café - con mala conciencia. "Deberíamos ir con el Carmen hasta la Catedral", propone Cristina, pero ninguno de nosotros se levanta a hacerlo, con la calor que hace.

Cuando a las 5 de la tarde colocamos nuestras sillitas debajo de un naranjo que da sombra en la bella Plaza de San Martín, ya hace más de 30 grados. Poco antes de las 6 los primeros Nazarenos de la Hermandad de La Lanzada con sus llamativos capirotes color rojo escarlata empiezan a salir del templo.



La plaza está llenísima hasta los topes, la gente con gafas de sol en los balcones, en las sillitas, apoyándose en las vallas, todos sudando debajo un sol deslumbrante e inclemente y abanicándose. Cayetana ya no mira al portal del templo, porque ha descubierto a un guapo rubio y muy musculoso y no se cansa de tomar fotos. El guapo también está sudando y sufriendo por la calor, levanta un poquito su camiseta azul y la mueve como si fuera un abanico. "Que te la quites ya, quillo...", escuchamos susurrar a Cayetana. Nuestras miradas la matan. "Niña, no estamos en la playa de Cádiz y la procesión va por el otro lado...", advierte Cristina. Y su marido Manuel añade: „Cayetana, no me gusta repetirme, pero ya es tiempo que vayas a encontrar un novio de verdad."



Una tremenda nube de incienso iluminada por el sol expulsa los pensamientos profanos de la plaza y como un barco dorado reflejando la luz, el paso majestuoso de La Lanzada se mueve por la muchedumbre para desaparecer lentamente en la calleja Saavedras por donde apenas cabe.



Envuelto en otra nube de incienso aparece el palio cuyos bordados dorados reflejan el sol, como todo en esta plaza está brillando en una sinfonía de luz y colores primaverales, matizada por los sonidos de la Banda de las Cigarreras."Cinco estrellas", resume Cristina contentísima.



Al atardecer llegamos a la Puerta Real por donde pasará - extraordinariamente - dentro de poco la procesión de las Siete Palabras. La esperamos enfrente de la Capilla de las Mercedes. Las terrazas de la pequeña plaza están llenas de gente tomando tapitas. De repente un grito de Teresa: "¡Qué asco, una cucaracha - Cayetana, mátala, está allí al lado de tu silla!" Cayetana la mira brevemente para decirnos solemnemente: "Durante la Semana Santa no mato a nadie, ni siquiera a un bicho..."

Cuando haya pasado el Misterio de las Siete Palabras, muchos del público ya se van. Regina encoge los hombros diciendo "Es que pocos quieren ver la Virgen travesti." (La imagen fue adaptada de un ángel). Manuel, siendo historiador de arte, recomienda: "La hermandad debería cambiarla pronto por una Dolorosa bellísima de Francisco Romero Zafra..."



A las 11 de la noche como siempre adoramos la magnífica Piedad del Baratillo en la Plaza del Triunfo delante de las murallas del Alcázar y llega el momento excelso del día cuando la Virgen de la Caridad pasa y su palio se mueve - ¡qué chicotá más larga! - solemnemente al ritmo de la marcha más sublime, la Madrugá.

Luego estoy nervioso por llegar a tiempo a la Plaza Cristo de Burgos, urgiendo a todos del grupo para que se apuren, así que al final llegamos con tiempo de sobra. Nos adentramos en la plaza que esta vez no está a oscuras con las farolas apagadas - qué raro - y con una muchedumbre esperando el Cristo. Cuando entra al lado sur de la plaza, se levanta la voz esperada que domina la plaza nocturna. Y un cuarto de hora más tarde de nuevo, incluso provocando más escalofríos, para la Virgen.



Una Saeta que canta luces contra las tinieblas. Cuando termina, un silencio tenso reina en la plaza, y cuando uno se atreve a palmear tímidamente, una voz a su lado advierte: "Una Saeta no se aplaude." Cristina y Manuel se abrazan y como muchos en la plaza tienen los ojos llenos de lágrimas - el mayor aplauso posible para un Saetero. ¡Gracias, Manuel Cuevas!

Texto + Fotos: Berthold Volberg

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